Al igual que las cebollas (o los ogros), la música es un arte compuesta por múltiples capas. Cada una de ellas, desde la física que hace posible el sonido hasta la poesía que sustenta la lírica de las canciones, permiten que los seres humanos expresemos ideas y sentimientos a través de ella.
Desentramar las capas que conforman una buena canción hasta descubrir la intención de su autor no es cosa fácil. No es algo que se pueda lograr con una o dos pasadas superficiales. En ocasiones, ni siquiera el más riguroso de los estudios puede permitir entender completamente el significado que un compositor dio a su obra.
Por eso, no es raro que canciones que escuchamos frecuentemente y creemos conocer a la perfección, sean en realidad obras que hemos estado malinterpretando durante años.
En El Definido, te contamos de algunos ejemplos que podrían sorprenderte.
La canción que nosotros asociamos a la cantante mexicana Yuri, es en realidad una revisión de la canción El apagón, compuesta en los años ‘40 por sus compatriotas Manuel Esperón y Ernesto Cortázar, y popularizada entonces por la cantante de boleros Toña, la Negra. Durante la Segunda Guerra Mundial, el entonces presidente Manuel Ávila Camacho implementó simulacros de bombardeo, en los que se cortaba de forma sorpresiva el suministro de energía eléctrica con el fin de preparar a la población ante la posibilidad de que las potencias en combate atacaran a México, que hasta entonces mantenía su neutralidad diplomática en el conflicto. Inspirados por esta situación contingente, Esperón y Cortázar crearon una canción pegadiza y, a simple vista, cargada de picardía.
Sin embargo, la letra no se queda solo en un relato picaresco. Lo que relata es un grave caso de acoso callejero en el que, para sorpresa de la protagonista, el acosador no es nadie más que su propio padre.
“Me quedé muy quietecita en aquella terrible oscuridad. Y una mano, ¡ay! Ligerita, me palpó con confianza y libertad. Si el peligro estaba arriba, acá abajo la cosa andaba peor. Fue tan fuerte la ofensiva, ¡ay! ¿Qué me sucedió? (…) Y sin ver al enemigo en aquella terrible oscuridad, me quitaron el abrigo, el sombrero y ¡qué barbaridad! Yo pensaba en el castigo que a aquel fresco enseguida le iba a dar. Cuando encendieron las luces… ¡Ay! Era mi papá.”
Para nuestra época, el relato de Toña (y posteriormente de Yuri) resulta altamente violento y condenable. Pensando en lo aceptadas que pueden haber sido estas prácticas, al punto de convertir un relato de acoso callejero en un hit radial, parece ser que algo se ha avanzado en el tema. Falta mucho, pero veamos dónde estábamos antes y dónde estamos ahora.
Conocida es la turbulenta relación de Eric Clapton con el alcohol y las drogas durante su paso por bandas legendarias como Cream y Derek & The Dominoes. Por eso, muchos interpretaron su versión de Cocaine, compuesta un año antes por JJ Cale, como una apología al consumo de drogas duras.
Sin embargo, la canción realmente plantea una postura contraria al consumo de sustancias. Su letra advierte de cómo las drogas pueden acabar con las personas al convertirlas en sujetos dependientes, en este caso de la cocaína, para poder funcionar durante su día a día. Versos como “si perdiste tu ‘cosa’ y quieres volver a subir, no olvides este hecho: nunca lo podrás recuperar”, nos hablan de un consumo que lleva al individuo al punto de perderse de forma irreversible.
Como una forma de reforzar este mensaje antidrogas y dispersar las dudas sobre su real postura al respecto, Clapton y su banda agregaron a sus presentaciones en vivo la frase “that dirty cocaine” (esa sucia cocaína) después del coro.
El famoso himno de los cumpleaños y fiestas de año nuevo puede ser una de las canciones más alegres de nuestro cancionero nacional. Prácticamente todos la hemos bailado, con más o menos agua en el bote, en celebraciones y eventos festivos. Pero no todo es alegría: la canción que tantas fiestas ha animado oculta tras su alegre fachada una triste historia que pocos conocen.
Un año más fue compuesta por el músico y profesor Hernán Gallardo Pavez en 1977. La canción, originalmente pensada como bolero, reflexionaba en torno a la melancolía y a la soledad de su autor, que veía con triste indiferencia el paso de los años. “Un año más, ¿qué más da? ¿Cuántos se han ido ya?” era el canto pesimista de un hombre que veía el año nuevo como un interminable ciclo que de nuevo no tenía nada.
La canción se hizo conocida al ser grabada por los Viking 5 en 1978, pero su fama definitiva llegó cuando La Sonora Palacios grabó su versión cumbiera seis meses más tarde. Desde entonces, la canción ha sido un infaltable en todos los playlist festivos de nuestro país. Desde entonces ha sido versionada por artistas tan disímiles como Chico Trujillo, Chancho en Piedra y Ángel Parra Trío.
La alta rotación en medios le permitió a su compositor recibir un ingreso constante por derechos de autor hasta el fin de su vida, sobre todo durante el mes de diciembre, que es cuando la canción más suena en radios y medios públicos. Esto, sin embargo, no logró impedir que Gallardo llegara solo y empobrecido al final de su vida, en 2013.
Antes de su muerte, Hernán Gallardo Pavéz fue reconocido como parte del patrimonio inmaterial de la región de Coquimbo, siendo honrado como uno de los grandes artistas de la región del Norte Chico. Durante su vida compuso más de 2000 canciones.
Si tienes menos de 40 años, probablemente recuerdes más la versión de I will always love you que Whitney Houston grabó para la película El Guardaespaldas.
Si tienes menos de 30, quizás pienses que esta canción fue compuesta originalmente por Whitney Houston, y no por Dolly Parton, para la película El Guardaespaldas.
Y si tienes menos de 20, lo más probable es que ni siquiera sepas quiénes son Whitney Houston y Dolly Parton, ni qué es El Guardaespaldas (facepalm).
Más allá de los sesgos generacionales, la historia es la siguiente: Dolly Parton compuso esta bella balada country en 1973 como una sentida despedida para su manager y mentor musical Porter Wagoner, luego de que decidieran continuar sus carreras por caminos separados tras una alianza profesional que se extendió por siete años.
La versión de Whitney Houston resignificó la letra, orientando el estribillo “I will always love you” (“siempre te querré”) al amor romántico. Sin embargo, la intención original de la canción apuntaba a la expresión de amor fraternal, de admiración y gratitud de parte de Parton a su amigo por ayudarle a forjar su carrera. Así lo demuestra la letra de la canción al decir “si me quedara, solo estorbaría en tu camino. Por eso me voy, pero sé que pensaré en ti en cada paso que dé. (…) Ambos sabemos que no soy lo que necesitas”.