La eterna juventud ha sido durante siglos objeto de deseo y hoy vivimos varias décadas más que nuestros ancestros. La esperanza de vida no hace más que aumentar y los avances de la medicina han logrado que superemos enfermedades que alguna vez fueron letales.
En una investigación publicada en la revista Science, se descubrió un poco más acerca de cómo nuestras células son capaces de repararse a sí mismas. Parece ser que el secreto de de la juventud está escondido en algún lugar de nuestro propio cuerpo, pues según el estudio, el metabolito NAD+ tiene un papel protagónico en nuestra juventud. ¿Por qué?
Es clave en las interacciones entre proteínas que controlan la reparación del ADN y por eso, su incremento podría contribuir a evitar el envejecimiento.
A medida que envejecemos, la capacidad que tienen nuestras células para repararse va disminuyendo, y eso afecta directamente a nuestro cuerpo, obviamente. Empiezan a acumular daños que van provocando su pérdida de función, y por consecuencia, alteran el funcionamiento de los diferentes órganos.
En los experimentos que hicieron los investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW, por sus siglas en inglés), en Sídney, Australia, apreciaron que la concentración de NAD+ en los ratones se reduce a medida que aumenta su edad. Esto hace que los daños al ADN comiencen a acumularse y finalmente aparezcan todo tipo de enfermedades.
La buena noticia es que si se incrementa la presencia del metabolito NAD+, las células se reparan y se reducen los daños producidos por la edad.
Estos científicos lograron crear un fármaco para aumentar el NAD+, que ha sido probado con éxito en ratones y ahora se espera pase a la siguiente etapa, probándose en humanos.
“Las células de los ratones de mayor edad eran indistinguibles de los ratones jóvenes, luego de solo una semana de tratamiento”, señala David Sinclair, líder de la investigación y agregó que “esto es lo más cerca que hemos estado de una manera segura y efectiva de una droga anti-envejecimiento, que tal vez esté solo a tres o cinco años del mercado si las pruebas salen bien”.
Este tipo de avances no solo es un gran paso para la medicina, sino que resulta de especial interés para la NASA, porque uno de los grandes retos de llevar al hombre a Marte el 2030, es contrarrestar el posible envejecimiento acelerado producido por la radiación, que incrementa el riesgo de cáncer y otras enfermedades. Una droga que permita estimular la reparación de las células, podría reducir estos efectos adversos, que incluso pueden afectar a los astronautas al realizar viajes espaciales breves.
Si bien el problema de la radiación que afecta a los viajeros espaciales nos puede parecer alejado de la vida común y corriente, es también un factor de envejecimiento en nuestra propia vida: Chile es uno de los países más afectados por la radiación ultravioleta, debido al daño en la capa de ozono, aumentando los casos de cáncer a la piel. También nos exponemos con más fuerza a los indeseables efectos de la radiación cada vez que viajamos en avión, o cuando debemos someternos a agresivas terapias. Un fármaco de esta naturaleza podría significar un alivio para muchas personas, sin considerar sus potenciales usos por personas sanas.
Este año se inician las pruebas clínicas en humanos, en la ciudad de Boston, luego de un trabajo de 4 años por parte de los investigadores. El tiempo dirá si efectivamente se acercan a un tratamiento que podría ayudar tanto al envejecimiento prematuro como a quienes buscan extender su juventud sin cirugías. Tal vez algún día será común vivir cientos de años.