*Esta nota fue originalmente publicada en 2017.
Cada verano, los noticiarios se pueblan de notas sobre nuevos contagios de Hantavirus, una enfermedad que causa pánico entre los chilenos. Los casos se acumulan, pues muchos salen de vacaciones a zonas rurales y no toman las medidas de prevención, cayendo en conductas riesgosas que podrían acarrearles, incluso, la muerte.
No queremos repetir lo que ya muchos medios están, con razón, diciendo majaderamente: sigamos las medidas preventivas para no continuar lamentando contagios (en este link del Minsal las encontrarás con detalle). En esta ocasión, quisimos seguir la huella del ratón de cola larga hasta entrar en su madriguera: ¿Dónde partió esto del Hantavirus? ¿Sólo existe en Chile? ¿Es una enfermedad nueva? En El Definido te contamos qué es y cuál es la historia del Hantavirus.
Escuchamos indiscriminadamente, "Hanta", “Hantavirus” o “Virus Hanta”, sin embargo, la forma correcta de referirse a él es Hantavirus, pues más que una enfermedad individual, se trata de un género de virus que pertenece a la familia Bunyaviridae, y dentro de este, ya han sido descritos 14 tipos diferentes. Dentro del universo de Hantavirus, existen dos formas predominantes en las que el mal se manifiesta: como fiebre hemorrágica con síndrome renal (FHSR) o como un síndrome cardiopulmonar por Hantavirus (SCPH). Lo interesante, es que el primer síndrome, el FHSR, es propio del Viejo Mundo (Europa y Asia), mientras que el segundo tipo, el SCPH, es propio de nuestro continente. O sea, el SCPH sólo ha sido padecido por americanos, desde Canadá a Chile, o viajeros que han venido a visitarnos. Y, al parecer, no es una enfermedad contemporánea.
Aquí en Chile empezamos a escuchar sobre el Hantavirus a mediados de los '90, pero, al parecer, se trata de una enfermedad bastante antigua que puede rastrearse hasta el siglo XVI.
Catalina de Aragón, la hija de los Reyes Católicos (sí, esos mismos que se compraron el cuento de Colón y le pasaron luquitas) estuvo casada con Arturo Tudor, príncipe inglés y heredero al trono. Un solo año duró este joven matrimonio, pues ambos enfermaron de "sudor inglés" y, al poco tiempo, el adolescente príncipe murió, dejando a Catalina viuda. Descartando la posibilidad de volverse a España con la dote, Catalina aceptó la proposición de casarse con el hermano de Arturo, Enrique, quien asumiría el trono como el famoso Enrique VIII (quien se casaría 5 veces más y asesinaría a varias de sus consortes). ¿A qué viene todo esto?
Sucede que hoy se conjetura que a Arturo Tudor lo mató el Hantavirus, el que habría sido conocido en la época como sudor ingles, por desconocimiento de la enfermedad. Siempre se creyó que se trataba de una suerte de gripe fuerte que provocaba afecciones pulmonares, pero hoy se cree que pudo tratarse del Hantavirus transmitido por ratones o persona a persona, una posibilidad que hasta hoy se investiga.
Y no solamente fue Inglaterra afectada, este sudor inglés tuvo brotes epidémicos durante el siglo en Francia, Suecia, Suiza, Dinamarca, Noruega, Lituania, Polonia, Rusia, Bélgica y en los Países Bajos. Lo que más llamaba la atención de la gente de la época, es que era una enfermedad que únicamente atacaba a los más ricos. Hoy se cree que esto se debe a que los ratones abundaban en las aguas residuales de las poco higiénicas calles de las ciudades de la época, y mucha gente adinerada vivía en la urbes. La enfermedad no era tan común en las zonas rurales, en donde habitaba la gente más pobre.
Además, se decía que el sudor inglés sólo atacaba a los hombres jóvenes y sanos, y esto también tiene su explicación. En ABC recuerdan que cuando en 2009, la gripe H1N1 sembró el pánico, muchos de los que más se vieron afectados fueron jóvenes. ¿La razón? Sus anticuerpos, a diferencia de los de sus padres o abuelos, no conocían este virus, por lo que reaccionaron exagerada e incontroladamente, provocando un daño en sus pulmones.
El primer caso de Hantavirus detectado en Estados Unidos ocurrió en 1993, y se trató de un hombre sano y joven (como los europeos del siglo XVI) de la cultura Navajo, que habitaba una zona llamada “las cuatro esquinas”, entre los estados de Arizona, Nuevo México, Colorado y Utah. Fue trasladado a un hospital y murió muy rápidamente. Al revisar sus antecedentes, se dieron cuenta que su novia había muerto hace poco tiempo de manera similar, lo que finalmente llevó a los médicos a atar cabos y descubrir que se trataba de Hantavirus.
Argentina y Brasil fueron los primeros países en Sudamérica en conocer de cerca el virus, durante 1993 y 1994. En 1995 se detectó un caso en la zona de Río Negro, en la Patagonia Argentina y, por primera vez, se denominó a esa variedad como Andes virus, relacionado directamente al contagio a través del tierno, pero letal, ratón de cola larga (Oligoryzomys longicaudatus). Y este roedor habita nuestro país casi completamente, desde Atacama a Magallanes, por lo que no tendríamos que esperar mucho para conocer los primeros casos: la alerta se prendió en Chile.
Fue en 1995 cuando se conoció el primer diagnóstico en Chile de SCPH y luego, en 1996, murió un paciente en Coyhaique, el primer chileno que fallecía a causa de esta enfermedad. Pero al parecer el Hantavirus tenía una historia un poco más larga en nuestro país, pues fueron detectados algunos anticuerpos contra la enfermedad en habitantes de Valdivia que en 1993 habían sobrevivido a una “neumonía atípica”, ¡e incluso en otros que habían sufrido males semejantes en 1975!, como cuentan en la Seremi de Salud Bío-Bío.
Todo indica que el Hantavirus estaba en América antes que explotaran los casos en los '90, sólo que aún nadie lo había relacionado al mal europeo.
Todos sabemos que durante el verano se producen muchos más casos de Hantavirus que en invierno y, principalmente, tiene que ver con que la gente sale de vacaciones a zonas rurales, hace camping y no toma prevenciones. Pero, ¿qué otros factores incrementan los brotes de la enfermedad?
Uno de ellos es el fuego. Por ejemplo, en 2017 hubo cierta alza de casos a causa de la obligada migración que miles de ratones debieron emprender escapando de las llamas, provocadas por la ola de incendios.
Otros factores que aumentan los riesgos de contagio, a causa de la proliferación de ratones, son el florecimiento de la quila y el coligue, donde estos roedores tienen sus madrigueras, y el aumento de las lluvias, porque favorecen la disponibilidad de alimentos para el colilargo.
Pero, al igual que en el caso de los incendios, hay otros factores naturales que obligan a los roedores a moverse, lo que también genera riesgos: sequías, inundaciones, temblores fuertes, terremotos, actividad volcánica, deforestaciones, cambios en los usos del suelo y urbanización de zonas rurales.
En otras palabras, siempre hay riesgo (porque en Chile si no hay terremoto, hay erupción volcánica o sequía). Entonces, la recomendación es siempre seguir conductas preventivas cuando se salga a hacer vida al aire libre en cualquier parte de Chile (¡no sólo en el sur!), tenerle respeto al tema y aprender, porque más vale ser un poco más minucioso con la limpieza y la ventilación, que lamentar una grave enfermedad (recuerda que las prevenciones las puedes encontrar en este link).