¿Te pasa que a veces vas a buscar tu billetera, la abres y solo puedes ver cómo una nube de polvo escapa de ella? Y si te fuiste de fiesta la noche anterior, es probable que ni siquiera la nubecita esa se aparezca. Pues bien, existe una solución para este problema: ¡irse a vivir a Zimbabue!
Bueno, en realidad no. Aunque sí es cierto que te podrías encontrar con un billete de un billón de dólares, la verdad es que eso no te transformaría en el millonario que siempre deseaste ser. Principalmente porque no te alcanzaría ni para pagar un pasaje en bus.
Porque tener billetes de tanto valor no son buenas noticias. De hecho, significa que el país está atravesando una crisis inflacionaria grave y que su moneda cada vez vale menos (por lo que es necesario imprimir más y más billetes). Pero por suerte, los zimbabuenses ya no están obligados a pasar por el problema de pedir cambio para un billón de dólares, pero, ¿cómo se llegó a tener un billete cuyo número apenas cabe en un papel?
Para hacerse una idea, Zimbabue tiene una población de alrededor de 14 millones de personas y está ubicado en la parte sur de África. Hasta el 1980 fue una colonia británica de la que se independizó: a partir de ahí nació el dólar zimbabuense y comenzó a escribirse una historia que estaría marcada por un montón de billetes con muchos, muchos ceros.
Pese a que durante los primeros años de independencia el país gozó de una buena situación económica (altas producciones de trigo y tabaco, que se vendían a un buen precio en el mercado internacional), el panorama fue cambiando a medida que se introdujeron una serie de cambios en la sociedad.
Uno de ellos fue impulsado por los conflictos raciales y la desigualdad social que existían en ese momento. Eso gatilló que muchas tierras que para ese entonces pertenecían a personas de raza blanca, fueran traspadas a personas de raza negra. ¿El resultado?
Gente que no se encontraba 100% preparada quedó a cargo, de un día para otro, de hectáreas y hectáreas de cultivos, los que a la larga vieron fuertemente reducida su producción. Incluso en el 2015, Robert Mugabe, el único presidente que ha tenido Zimbabue desde su independencia (y que tiene más de 90 años), sostuvo que la reforma a las tierras fue un error.
Eso, sumado a factores como el colapso de la banca, la pérdida de acceso al crédito, el aumento del desempleo al 80% y el financiamiento de la segunda Guerra del Congo en 1998, forzó al gobierno zimbabuense a imprimir más y más billetes. Todo esto para que la gente pudiera tener más acceso a la moneda local que cada vez valía menos.
Lamentablemente, las reglas de la economía nos dicen que imprimir billetes porque sí, nunca es la solución. Principalmente porque mientras más dinero hay en circulación, el poder adquisitivo de las personas aumenta y, por ende, el precio de las cosas sube. Y mientras la impresión de dinero no vaya de la mano de una economía sana y sostenible en el tiempo, a la larga eso acarrea la devaluación de la moneda.
Y en Zimbabue sí que saben de eso. Para el 2015, un trillón de dólares zimbabuenses equivalían a un dólar estadounidense. Así que para ir a comprar un dólar de pan, bastaba con llevar un par de maletas cargadas de dinero (o simplemente tres billetes de un billón de dólares cada uno). Algo que pasa, aunque en mucho menor medida, en Venezuela, como les contamos hace un tiempo.
Con todo esto, el país africano llegó a tener una inflación del 500.000.000.000%, un número que muchos no podríamos decir en voz alta a la primera. Como si fuera poco, Zimbabue está peor que el Compadre Moncho: le debe plata al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, al Banco de Desarrollo de África y a un largo etcétera.
El gobierno ahora busca reintroducir una moneda nacional, ya que la sociedad zimbabuense está funcionado a partir de billetes extranjeros que cada vez son más escasos. Esto, porque para poder terminar con la crisis de su moneda, en el 2009 el gobierno levantó la restricción que decía que solo se podían realizar transacciones con el dólar zimbabuense. Tras esto, la población comenzó a usar monedas que realmente tenían un valor a nivel internacional, como el euro, el rand sudafricano o el dólar estadounidense.
Este último fue el que se hizo más popular en el país con el pasar del tiempo y trajo consigo la desaparición gradual de la moneda nacional. Por lo mismo, la decisión de reintroducir una moneda zimbabuense no es muy popular y acarreó una serie de protestas en el país durante el año pasado. Después de todo, ¿a quién no le daría miedo volver a tener la moneda de antes?
Pero con todo, Zimbabue está ad portas de un período de cambios. Como dijimos, Robert Mugabe ya lleva 36 años en el poder y debido a su avanzada edad, le cuesta caminar sin ayuda de otras personas o incluso mantenerse despierto en las reuniones ministeriales. En ese escenario, parece evidente que para las próximas elecciones que se celebrarán en el 2018, el presidente será otro (aunque se sospecha que podría ser su esposa quien lo suceda).
Y si bien eso no es un sinónimo de que las cosas mejorarán, sí enciende una luz de esperanza para un país que las tiene todas: un clima tropical seco, con temperaturas templadas, ideal para una agricultura próspera y el desarrollo de la industria del turismo, además de una sociedad con una importante población dentro de la fuerza laboral y con un nivel de educación relativamente alto.