La lucha contra la carga de los teléfonos inteligentes es real. Nos la pasamos pendientes de eso gran parte del día y nos preocupamos de andar con un cargador para todas partes. Lo peor es que si se nos olvida, nos convertimos en “esa” persona desesperada que siempre anda pidiendo uno de estos aparatos para su celular.
Y a pesar que hemos avanzado en esta materia, no es un secreto que el ritmo de uso que le damos a nuestros teléfonos, sumado a la capacidad de las baterías que van dentro de ellos, hacen que este asunto sea uno de los mayores dilemas del primer mundo. Bueno, quizás no tanto, pero de que es un problema, lo es.
No sólo por nuestra necesidad de contar con el celular, sino porque es necesario para la tecnología: desde los computadores hasta energía solar. Sin las baterías no somos nadie y el gran desafío es lograr que almacenen más energía (y duren más) en el menor espacio posible.
La buena noticia es que ya desarrollaron una nueva batería que puede llegar a funcionar bastante mejor que las más comunes de iones de litio. ¿La gracia? Se inspiraron en uno de nuestros órganos para lograrlo. Y no, no fue nuestro cálido y dulce corazón.
Se trata del trabajo hecho por unos investigadores de la Universidad de Cambrigde, quienes literalmente vieron en la estructura del intestino delgado una oportunidad para mejorar las baterías. Para esto, tomaron en cuenta las vellosidades intestinales: unos "pelitos" que actúan como una prolongación de este órgano y que pueden aumentar su superficie en hasta 20 veces.
Lo anterior, le permite a nuestro intestino absorber una mayor cantidad de nutrientes, algo que se ve replicado de alguna forma en esta nueva batería. ¿Cómo así?
Básicamente, está hecha de litio y azufre (como muchas otras), pero cuenta con un detalle super especial: tiene unos muy, muy pequeños cables de óxido de zinc en uno de sus electrodos –un extremo de la batería que permite que entre o salga una corriente eléctrica-, los que son clave para mejorar su densidad energética. ¿Su qué? Se preguntarán.
Bueno, este fenómeno, también llamado densidad de energía, se refiere a la capacidad de un sistema de acumular energía. Y estas baterías pueden llegar tener un nivel de densidad energética hasta cinco veces mayor que las que están hechas exclusivamente de iones de litio. Es decir, pueden almacenar cinco veces más energía.
Todo esto lo logra gracias a que es capaz de hacerle frente a un problema clásico de las baterías de litio-azufre, el odiado efecto memoria. Esta es la razón por la que muchas de nuestras baterías son cada vez menos eficientes y, en pocas palabras, ocurre debido a que cuando estos artefactos cumplen muchos ciclos de carga, se genera una reacción química que a su vez crea una especie de cristales. Estos pequeñines después hacen que la batería no pueda volver a ser cargada completamente.
Pero los nano cables de óxido de zinc además son capaces de destruir estos “cristales” que se forman con el efecto memoria. Así, las partículas de estos quedan disperas en la batería y pueden ser captadas por los electrodos. Con esto, se pierde solo un 0,05% de capacidad por ciclo de carga (lo que es considerado poco).
Aunque de por sí todo esto ya suena bastante bien, si te pones a pensar en cómo sería tu vida con baterías cinco veces mejores cuando se trata de almacenar energía, el asunto se vuelve aún mejor. ¿Cargar tu teléfono inteligente cada cinco días? Not bad. ¿Poder irte de viaje un fin de semana y ver películas en tu computador sin necesitar el cargador? Not bad. ¿Usar tu plato térmico de Los Simpsons de manera portátil y con libertad? Hmm, dejémoslo ahí.
Eso sí, esta tecnología sigue aún en su fase de desarrollo, así que aún falta un tantito para ver esta batería en el mercado. Sin embargo, da una señal esperanzadora para quienes creen que la batalla por una batería más duradera en sus teléfonos está perdida. ¡Ánimo!