Hace un tiempo escribimos una publicación acerca de algunos músicos de rock que alcanzaron la fama a una edad “tardía”, y analizamos cómo este fenómeno contrasta con la realidad de décadas pasadas, en las que los rockeros difícilmente superaban los 24 años al momento de alcanzar reconocimiento masivo.
Entre estos casos te contamos de Seasick Steve, el vagabundo que abandonó su hogar a los trece años, huyendo de la violencia de su padrastro, y que viajó por el mundo cantando canciones y contando historias, hasta que en 2006 (a los 66 años) ganó fama mundial gracias a su increíble música y su estremecedora historia de vida.
En Seasick Steve todo era coherente: la larga barba gris, el aspecto campirano y el sonido desprolijo en sus canciones, propios de un artista endurecido por las tribulaciones de una vida solitaria y errante. Incluso sus instrumentos tenían nombre e historia: la caja de madera con la que hacía percusiones no era cualquier caja, sino que la Mississippi Drum Machine. Por otro lado estaba su guitarra roja de tres cuerdas, a la que fijó la cápsula con huincha aisladora y a la que jamás le compró las cuerdas que le faltaban, pues el timador que se la vendió infló maliciosamente el precio del instrumento, y en acto de protesta había decidido jamás volver a gastar dinero en ella. Otros instrumentos incluían una guitarra hecha con dos tapas de rueda y una escoba de su esposa, y un diddley bow de una cuerda que usa para tocar con slide.
De forma similar al glam de David Bowie o KISS, el personaje de Seasick Steve está construido con mucha teatralidad de por medio. Lo que Seasick Steve ofrece está lejos de ser solo música: es el todo. Es la historia, es el estilo de tocar, es su apariencia física. Todo se conjuga con tal coherencia que obra y persona se terminan retroalimentando y ofreciendo un producto muy creíble y auténtico. No por nada Seasick Steve ha estado tocando durante casi diez años en los mejores festivales del mundo, a la vez que varios de sus discos se han encaramado sin dificultad entre los Top 10 de los rankings Billboard.
El problema de todo esto es que es mentira.
En realidad Seasick Steve nunca fue un vagabundo, o al menos eso dice el crítico y escritor Matthew Wright en su libro Seasick Steve: Ramblin’ Man – The Biography. Su investigación tira por la borda todo lo que sabíamos (y nos fascinaba) del viejo vagabundo.
Una de las principales dificultades de reconstrucción de la historia de Seasick Steve recaía en la imposibilidad de documentar las vivencias de un vagabundo. Si el músico vivió toda su vida al margen de la sociedad, ¿dónde encontraremos la documentación que nos permita comprobar que lo que dice es verdad? Este obstáculo llevó a que muchos trabajos de investigación previos, documentales de la BBC incluidos, se realizaran solo a partir de los relatos de Seasick Steve, sin comprobación de ningún tipo.
Consciente de esta dificultad, Wright comenzó revisando periódicos y revistas locales a los que Seasick Steve concedió entrevistas antes de hacerse famoso. Allí el músico contaba un relato bastante menos cuidado que el que hoy prevalece con respecto a su verdadera edad e historia de vida.
Primero: si Steve Leach (aunque él insiste que su nombre de civil es Steve Wold) hubiera nacido en 1941, como él dice, hoy tendría 75 años. Bastante mayor para la edad que aparenta, ¿no?
Pues bien, la investigación de Wright reveló que el artista no nació en 1941, sino diez años más tarde, en 1951.
Su vida errante tampoco sería la que dice haber tenido: si bien estuvo sin hogar por un breve período de tiempo, su vida estaba lejos de ser la de un homeless. En realidad era un solicitado músico de sesión y productor con residencia en Estados Unidos. Durante los ’70 fue bajista de Shanti, una banda de fusión india que promovía la meditación trascendental, y cuyo único disco fue reeditado recientemente, con el nombre de Steve Leach en su interior.
Steve Leach (Seasick Steve) como bajista de Shanti en los '70. Créditos de imagen: www.theartsdesk.com |
Posteriormente, Steve grabó para la banda de música disco, Crystal Grass, y luego participó de la banda Celebration (liderada por Mike Love de The Beach Boys).
En la década de los ’80 trabajó como productor musical, llegando a producir álbumes para bandas como Modest Mouse, que durante los ’90 (tiempo en el que Seasick Steve se mudó a Noruega) formarían parte de la oleada de rock alternativo que emergió de Seattle hacia el mundo.
Seasick nunca ha negado que alguna vez trabajó como músico de sesión. De hecho, es parte de su relato. Sin embargo, esta sería una verdad a medias: mientras Steve alega que su trabajo como músico de sesión fue esporádico y que durante la mayoría de ese tiempo siguió viviendo en las calles, los hechos comprobables demuestran que durante la mayor parte de este tiempo se asentó con relativa estabilidad en California y Washington.
Es frecuente oír la premisa de que el público responde de mejor manera a las historias cuando estas les dan esperanza. Y es cierto: nos encantan las historias en las que la chica bonita deja al héroe canchero, musculoso y exitoso para irse con el nerd, gordito y medio perdedor. Y es obvio: sentimos empatía por el personaje que se asemeja más a nosotros, ese underdog que escala en la competencia cuando nadie daba un peso por él.
La mayoría de nosotros nació lejos de aquella privilegiada minoría que “tiene el éxito asegurado”. Tanto tú como yo dependemos de factores como el esfuerzo y las buenas decisiones, junto a una buena pizca de buena suerte, para que nuestras vidas no terminen peor de lo que empezaron (lo cual, considerando que uno nace en pelota y sin dientes, es harto decir). Un modelo de sociedad como el nuestro, en el que se promueve el esfuerzo individual y la superación de las dificultades estructurales, junto a la glorificación del sufrimiento como un bonificador de esfuerzo, hacen que finalmente nos fascinemos con historias como la de Seasick Steve. Es un ejemplo del sueño americano, de la superación de dificultades en una historia que por lo general veríamos solo tras la pantalla del cine.
Por eso, aunque no avalamos la mentira de Seasick Steve, hay que reconocer que el hombre dio en el clavo al construir un personaje multidimensional, coherente en su discurso y en su propuesta visual y musical
Seasick Steve no se ha referido en público al libro, y es probable que no lo haga. Por lo visto, su respuesta será guardar silencio al respecto y enfocarse en sus próximos conciertos.
La fama del hombre ya está construida y su música es buena, por lo que, más que cuestionar la forma en que despegó a las grandes escenas, lo que queda es ver cómo la revelación del libro de Wright afecta la popularidad de Seasick Steve.
A dos semanas de la publicación de la biografía, el estadounidense ofreció un show en la Arena Wembley de Londres y tapó todas las bocas de todos los que llevaban dudas. En esto, todos los medios que cubrieron el evento coincidieron en que Steve salió airoso. Se puede cuestionar su historia, pero nadie puede cuestionar su buena música… Y a la larga, eso es lo que importa.