Si retrocediéramos un par de décadas en el tiempo para comprar una cámara: no sería extraño que ésta, su rollo y finalmente la fotografía fueran provistos por el mismo proveedor: Kodak. La famosa empresa fundada en 1888 y que por largo tiempo fue una de las marcas más valiosas de EE.UU.
Conocer el auge y caída de Kodak es una excelente forma de comprender lo difícil que es mantener un gran negocio en este mundo de cambios vertiginosos, donde es usual ver caer a gigantes de la industria. El caso de Kodak es ejemplificador: en sus laboratorios nació la primera cámara digital (1975) y comenzaron a lanzar sus primeras cámaras digitales al mercado en la década de los noventa. Fueron advertidos con al menos 10 años de antelación de la relevancia que tendría la fotografía digital y aún así se hundieron. El año 2012, Kodak se declaró en bancarrota.
Ni los 120 años de trayectoria, ni llegar a poseer alrededor de un 90% del mercado norteamericano de películas para cámaras, fueron suficientes. ¿Cómo pasó esto? Su historia se convirtió en un caso de estudio para quienes desean adentrarse en el mundo de los negocios.
La historia de Kodak es fascinante: su fundador George Eastman se había mudado a la ciudad junto a su familia, luego de la muerte de su padre, quien era un hombre de negocios. La fortuna se desvaneció, por lo que pasaron de una gran prosperidad económica, a una vida modesta en la que con solo 14 años George, tuvo que dejar los estudios y trabajar.
Era difícil imaginar que este humilde joven iba a formar una empresa de impacto mundial, más aún, en un área en la que no tenía experiencia. A sus 24 años, George compró una cámara con el fin de registrar sus vacaciones, pero no fue capaz si quiera de tomar una fotografía. No era nada de fácil utilizar una cámara en aquellos tiempos, por lo que tuvo que pagar a un fotógrafo por clases particulares. Así comenzó a adentrarse al mundo de la fotografía, dedicando tiempo a ello luego de salir de su trabajo en un banco, experimentando hasta altas horas de la noche.
Mientras el foco de los fabricantes estaba en cámaras, había algo que todos necesitaban y en lo que él vio la oportunidad: las películas. Le esperaba un prometedor futuro como banquero, sin embargo, decidió renunciar a su trabajo para dedicarse con todo a su pasión: hacer la fotografía accesible a las masas.
George, sin duda, era una persona adelantada a su época, en tiempos donde imperaba el machismo, su empresa era una de las pocas que tenía entre sus altos mandos a una mujer; además repartía parte de sus ganancias entre sus empleados y dedicó gran parte de su fortuna a ayudar a la comunidad, es decir a la filantropía, donando recursos para salud y educación.
Pero la vida del fundador de Kodak, no tuvo un final feliz. Un intenso malestar en su columna le impidió mantener una vida activa; los dolores llegaron al punto en el que no podía ni caminar, impulsándole finalmente a escribir una nota de despedida: “A mis amigos: mi trabajo está hecho ¿para qué esperar?”. El astuto inventor y hombre de negocios, se suicidó de un disparo al corazón a los 77 años.
Alguna vez la fotografía fue un arte accesible solo para unos pocos; tomar una fotografía podía ser muy engorroso. Kodak llegó a cambiar esa realidad, creando cámaras que podían ser utilizadas por cualquier persona gracias a su facilidad de uso. Su lema era “Tú presionas el botón, nosotros hacemos el resto”.
El negocio se basaba principalmente en la venta de rollos y suministros para imprimir las fotografías. Vendían sus cámaras a precios muy bajos, obteniendo márgenes mínimos. Luego ganaban dinero cuando la gente tomaba e imprimía las fotos.
Kodak era esplendorosa a inicios de los noventa, llegando a tener más de 140.000 empleados a lo largo del mundo y suculentas ganancias. Se trataba de una empresa altamente innovadora y exitosa, era muy difícil imaginar su caída, pero el inicio de su “fin”, nació en sus propios laboratorios, con la primera cámara digital.
Uno de sus investigadores, fabricó el primer prototipo en 1975, siendo en esos tiempos una tecnología cara y de baja calidad. Pasaron los años y la fotografía digital cobró cada vez mayor relevancia, Kodak consciente de ello, también dedicaba parte de sus recursos a crear este tipo de cámaras. No obstante, otros fabricantes lograron crear cámaras digitales de mejor calidad.
En Kodak se habían especializado más en las películas e impresión de las fotografías, que en la fabricación de cámaras y el mundo ya no necesitaba imprimir; solo bastaba con guardar las imágenes en el computador, en CDs, en pedrives o más adelante, publicarlas en redes sociales. Paradójicamente el "momento Kodak" se esfumó justo cuando más gente disfrutaba tomando fotografías. La impresión era sólo un medio, no un fin en sí mismo.
La gente quería compartir momentos importantes y qué más fácil que la versatilidad de Internet para ello. Kodak olvidó que su misión no era generar las mejores tecnologías para imprimir fotografías, sino que ayudar a la gente a compartir momentos importantes. Si bien invirtieron recursos en lo digital, incluso lanzaron una plataforma para compartir fotos online, no fue suficiente. Se requería un cambio radical.
Aferrarse a lo que les dio muy buenos resultados en el pasado, se convirtió en un lastre para Kodak: querían a toda costa incentivar a la gente a imprimir las fotografías, pero las reglas del juego habían cambiado: lo análogo estaba destinado a ser desplazado por lo digital, y las imágenes físicas por las virtuales.
Hoy, Kodak está lejos de ser puntero en el mundo de la fotografía, aunque sigue siendo una marca presente en cámaras y revelado digital, y últimamente ha logrado fortalecer su valor en el público masivo, con la nueva tendencia de la impresión de fotos (bastante vintage). También ha querido subirse a la ola de los smartphones y las GoPro, buscando posicionarse también en las nuevas tecnologías, sin lograr destacar demasiado. ¿Qué nos deja toda su línea de tiempo?
Hay tres cosas que podemos aprender tras esta interesante evolución (¿o involución?) de Kodak.
1. Hay que pensar "fuera de la caja”
Más que una frase cliché, hace una diferencia entre el que detecta la oportunidad y el que no. Cuestionar el orden actual de las cosas, fue lo que llevó a George Eastman a revolucionar la fotografía; él no sólo comprendió el estado actual, sino dónde hasta dónde se podría llegar. Pero la evolución no se detiene y sus más grandes saltos, serán impulsados por este tipo de pensadores. Eso mismo es lo que le faltó a Kodak para evitar hundirse.
2. No descuidar nunca a la competencia ni el "clima social"
Es otro consejo que hemos visto, pero que no deja de ser cierto , ¿qué habría ocurrido si Kodak hubiese realizado una lectura más acertada de su competencia? ¿Qué hacía que la gente ya no imprimiese sus fotos? Indudablemente algo estaba ocurriendo en su entorno y alguien se estaba beneficiando: sus nuevos competidores, que tal vez ya ni siquiera eran solo los fabricantes de cámaras; sino que también las redes sociales y las nuevas formas de compartir lo que alguna vez fueron “momentos Kodak”. Hay que tener un ojo mirando al lado.
3. La rapidez de adaptación
La capacidad de adaptarse no se suple por la experiencia y en el mundo de hoy, no sólo la requieren las empresas, sino toda organización y persona. La experiencia por si sola nos puede jugar una mala pasada, si es que no se acompaña de una lectura acertada de lo que está pasando en nuestro entorno. Kodak tenía experiencia, recursos y prestigio. No fue suficiente, ya no lo es y no sabemos si en 20 años más, las grandes marcas de hoy seguirán liderando el mercado. Todo está cambiando muy rápido y es más que seguro, que haya otro Kodak en la habitación. Por el momento nosotros, podemos aprender de sus fascinantes historias.