Todos pasamos por meses más apretados que otros, en los que debemos gastar más de la cuenta ya sea por emergencias o simplemente porque tuvimos más gastos de lo habitual como cumpleaños, inicio de clases, Navidad, vacaciones, etc.; los cuales muchas veces nos hacen llegar a fin de mes endeudados o haciendo malabares con lo que queda de la despensa.
Todos también hemos llegado alguna vez tarde a casa y hemos notado que nuestros refrigeradores y despensas están vacíos, o que no nos queda pasta de dientes o papel higiénico, por lo que debemos improvisar con lo que tengamos a mano, ya que es muy probable que no encontremos algún supermercado o almacén abierto a esas horas.
¿Cómo lo solucionamos? Muchas veces, recurriendo a nuestros vecinos, ¿o no? Una taza de arroz, una caja de fósforos, un par de huevos, un paquete de tallarines, o lo que sea. Nuestros vecinos nos han sacado más de una vez de algún apuro y por esto mismo es que a Jessica McClard (41), una vecina de Arkansas, Estados Unidos, se le ocurrió una gran idea en mayo de este año: instalar despensas públicas gratuitas en distintos puntos de la ciudad. Y ha sido todo un éxito.
Hoy su iniciativa local se transformó en una organización. Se llama The Little Free Pantry (La pequeña despensa gratuita), y tiene como lema “vecinos ayudando a vecinos, construyendo comunidad”. Y lo que empezó con una caja pública de alimentos no perecibles, hoy se ha transformado en cientos de cajas en distintos pueblos y ciudades y con una gran comunidad en Facebook con más de 13 mil seguidores.
Jessica McClard |
McClard, inspirada en las pequeñas bibliotecas públicas que ya llevan un buen tiempo funcionando en Estados Unidos y en otros países del mundo (en Chile también se probaron), decidió un día instalar una caja de madera frente a la iglesia luterana de su comunidad con comida no perecible en su interior. ¿Por qué una libre despensa?
Porque según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), el 14% de los hogares estadounidenses contaban con algún tipo de inseguridad alimenticia. Es decir, al menos 1 de cada 10 familias debía lidiar con la falta de alimentos asequibles y nutritivos.
“Crecí en una comunidad rural en el noreste de Arkansas llamado Weiner. Los residentes se organizaban allí con regularidad para ayudarse mutuamente, y creo que mi sentido de comunidad se cultivó allí. Así nació en mi un fuerte sentido de la justicia desde una edad temprana, y sé que hay muchas personas que sienten esa misma necesidad por ayudar a los demás”, señala McClard, aludiendo a que con su iniciativa se atacan dos necesidades latentes que envuelven hoy a la comunidad: por un lado el apuro económico que afecta a muchas familias de la zona, y por otro, se les entrega una oportunidad a todos quienes quieran ayudar a los más necesitados.
El concepto es bastante simple. Uno construye una despensa (aquí entrega información sobre esto), la instala en algún sector transitado de la comunidad y la va llenando de artículos de primera necesidad: alimentos no perecibles, bebidas, pan, verduras, productos de cuidado personal como pasta de dientes, papel higiénico, toallitas higiénicas, pañales, jabones, ampolletas, etc.
Cualquier persona que tenga la necesidad de sacar algo de la despensa, puede hacerlo. “No importa si eres una persona de escasos recursos o de clase media”, señala McClard, aclarando que cualquier persona puede verse enfrentado a alguna necesidad, ya sea por falta de dinero o por falta de tiempo para salir a comprar; por lo que la despensa libre es una solución de emergencia para todos.
Para que funcione, la idea es que los vecinos vayan revisando y llenando la despensa para que nunca esté vacía. Y McClan cuenta que desde que la instalaron, no hay un solo día que no haya estado repleta de artículos y comida. Rápidamente se empezó a correr la voz y hoy los vecinos son conscientes del gran aporte que ésta significa para todos, por lo que respetan, cuidan y mantienen la despensa, como si fuese la de sus propios hogares.
Con el pasar de los meses McClan notó que aquellos productos que más rápido se iban eran los de higiene personal, el pan, las frutas y las verduras; y empezaron así a detectar las mayores necesidades de la comunidad, enfrentándolas de mejor forma. Creó una página de Facebook para la comunidad, en la cual los vecinos se van preguntando constantemente las principales necesidades, para así colaborar con lo más útil.
Además, la despensa se encuentra cerca de un colegio, por lo que se han ido integrando útiles escolares como lápices, cuadernos, estuches y libros, productos que han sido todo un éxito. Y una vez que los niños salen de vacaciones, los vecinos se encargan de llenar la caja con juegos para su recreación como cuerdas de saltar, burbujas, libros para colorear, etc.
Esta linda iniciativa inspiró a muchas otras comunidades a construir sus propias despensas libres, tanto en Estados Unidos como en otros países, y si algo tienen en común todas ellas es que unen a la comunidad bajo una buena causa común, promoviendo la confianza entre las personas, por lo que la gran mayoría ha sido un éxito, lográndose un gran compromiso por parte de los vecinos.