El brote creativo del ser humano puede surgir en circunstancias extremas. Música de orquesta en un campo de concentración, por ejemplo, como les contamos hace un tiempo. La necesidad de expresión es tan inherente a nuestra naturaleza, que no desaparece aunque las condiciones sean de privación total.
Y así, esta necesidad también se vuelve poderosa en quienes viajan más allá de nuestra atmósfera, sometiéndose a la fatiga, la falta de gravedad, la soledad y un sinnúmero de otros factores que hacen de la experiencia extraterrestre una vivencia extremadamente estresante. Por eso, dentro de una cápsula espacial, orbitando a kilómetros del suelo, la música se vuelve un importante aliado para conservar la cordura.
Así que la música también ha viajado al espacio y de las maneras más curiosas. Tranquilos, fanáticos de la ciencia, sabemos que en el vacío las ondas de sonido no pueden propagarse, pero aquí te mostraremos los mejores intentos del ser humano por llevar la música más allá de nuestros límites terrenales. Pasen a ver y a escuchar.
Las llamadas despertadoras (wake up calls, en inglés) son una vieja costumbre en la NASA. Al no haber día y noche al interior de las cápsulas espaciales, el tiempo de sueño debe ser controlado y monitoreado desde la base terrestre. Antes de dormir, los astronautas deben asegurarse de chequear todos sus sistemas y minimizar todos los riesgos para que nada falle mientras descansan, por lo que el horario de sueño, fuera de ser un tiempo relajado, está lleno de tensión y estrés.
Por eso, como una forma de reducir las tensiones, en la NASA se hizo costumbre despertar a los astronautas con música temática. Es común que las familias de los astronautas sugieran canciones para animar a sus esposos/as, padres y madres, o que desde la misma estación usen la wake up call como una forma de enviar mensajes a su tripulación.
¿Cuál fue la primera canción en usarse como despertador? Hello Dolly (escrita por Jerry Herman y popularizada por Louis Armstrong) en la misión Gemini 6, y desde su publicación en los años '60 es usual que para su último día en el espacio se despierte a los astronautas con el clásico de Dean Martin “Going Back To Houston”.
Hablando de la misión Gemini 6: ésta no solo hizo historia por ser la primera en usar canciones para despertar a su tripulación. Además fue la primera que logró que dos naves espaciales –una de ellas tripulada– se encontraran en plena órbita, y alojó la primera interpretación musical en el espacio exterior.
Poco antes de irse a dormir, los astronautas Walter Schirra y Thomas Stafford informaron a la central de “un extraño objeto viajando de norte a sur en órbita polar”. Reportaron que el objeto tenía un módulo de comando y ocho módulos más pequeños, y que el piloto llevaba un traje rojo. Avisaron a la central que intentarían “captar” alguna señal del objeto y, como acto seguido, comenzó a sonar Jingle Bells. Schirra y Stafford habían metido a escondidas una armónica en miniatura y un par de campanitas para enviar un saludo navideño.
El Instituto Smithsoniano de Estados Unidos y la NASA aseguraban que esta performance era la primera vez en que un instrumento musical era tocado en el espacio, y desde entonces exhiben la armónica y las campanas en uno de sus museos. Sin embargo, la grabación no estaba disponible para el público, por lo que existían dudas sobre la veracidad de esta historia.
Pero las dudas fueron disipadas cuando el usuario de Youtub Buzzlab, contactó al centro de recursos de la NASA y, tras un par de llamadas telefónicas, lo comunicaron con el Departamento de Audio y desde allí le facilitaron links a todas las grabaciones de audio de la misión Gemini 6, junto con las transcripciones de las conversaciones. En total eran más de 33 horas de audio que debía revisar, junto con un mensaje que decía: “está ahí, en alguna parte”.
Hohner Little Lady. El mismo modelo de armónica que usaron Schirra y Stafford para interpretar su saludo navideño. Imagen: www.PlayHohner.com |
Las sondas espaciales Voyager I y Voyager II son los objetos de creación humana que más lejos han llegado, siendo los únicos dispositivos que han sobrepasado la órbita de Neptuno hasta alcanzar el espacio interestelar, según informó la NASA en 2013. Desde su lanzamiento en 1977, ambas han captado importante información sobre nuestro sistema solar exterior.
Llevan en su interior un disco dorado de gramófono, con un saludo en nombre de la Tierra, por si alguna civilización extraterrestre llegase a encontrarla. Esta posibilidad es de todos modos remota, pues ambas sondas, con 800 kilos de masa, son diminutas para la inmensidad del espacio, y tardarán más de cuarenta mil años en alcanzar la estrella más cercana.
El valor simbólico de enviar un mensaje al espacio, sin embargo, sigue siendo enorme. Es por eso que, aun a sabiendas de las pocas probabilidades de contactar a alguna forma de vida extraterrestre, desde la NASA se preocuparon de hacer un ecléctico trabajo de compilación.
El disco contiene saludos en 55 idiomas, una selección de sonidos de la naturaleza y objetos tecnológicos, grabaciones de ondas cerebrales y un compilado de obras musicales.
Entre estas últimas se encuentran obras como el primer movimiento del Concierto de Brandemburgo N°2 en Fa mayor de Bach, Johnnie B. Goode de Chuck Berry, el canto de iniciación de las niñas pigmeas de Zaire y El Cascabel de Lorenzo Barcelata, en representación de México.
Otro proyecto, más novedoso (e interesante, si me permiten decirlo) es el que llevó a cabo Lefse Records el año 2014, con motivo del Record Store Day.
El proyecto, titulado The Space Project, es un compilado realizado a partir de la radiación electromagnética que las sondas Voyager captaron y tradujeron en forma de sonido durante su paso por Júpiter, Saturno y sus respectivas lunas. Catorce artistas fueron invitados a tomar una grabación y crear música en torno a ella.
Así, el álbum viaja por una mixtura de melancolía y psicodelia, en la que los sonidos análogos y electrónicos conviven libres de conflicto durante los 67 minutos que dura el disco. Entre los nombres que participan del proyecto se encuentran los del británico Jason Pierce, los estadounidenses Youth Lagoon y los chilenos The Holydrug Couple.
Tras el celebrado show navideño del Gemini 6, el físico, astronauta y músico estadounidense Ronald McNair quiso ir un poco más allá y grabar la primera obra musical desde el espacio.
McNair era el segundo afroamericano en llegar al espacio, y además de ser un destacado científico, era un talentoso saxofonista. Tras llevar su saxo en su primera misión espacial en 1984, decidió preparar una obra y hacer historia. Para eso se puso a trabajar con su amigo, el compositor Jean Michel Jarre, y juntos compusieron Last Rendez-Vous, una pieza instrumental para saxofón que sería la primera obra de música original grabada en el espacio.
La obra estaba lista para ser presentada en la próxima misión de McNair, pero eso jamás llegó a concretarse. McNair planeaba grabar la pieza durante su misión a bordo del transbordador espacial Challenger, pero bueno, el finales conocido por todos: el transbordador explotó a pocos segundos de su despegue, acabando con las vidas de sus tripulantes. McNair nunca alcanzó a estrenar su obra.
Jean Michel Jarre grabó la pieza, con Pierre Gossez en el saxo, y la presentó en su álbum Rendez-Vous bajo el nombre de "Ron's Piece".