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Imagen: César Mejías

Editoriales Cartoneras: el modelo que la rompe en América Latina

Nacieron en Argentina como una respuesta al “Corralito” y rápidamente se hicieron conocidas en el extranjero. Las tapas de sus libros son confeccionadas artesanalmente con materiales reciclados y en sus catálogos conviven autores emergentes y consagrados.

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2016-06-10 | 17:00
Tags | literatura, libros, autogestión, editoriales cartoneras, cooperativismo, cultura, artesanía, arte, cómic, fanzine
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Violentas represiones, desmanes, saqueos, cacerolazos, inestabilidad social y económica, cuatro renuncias presidenciales en menos de quince días y una evidente crisis de representatividad de la clase política, son solo algunas de las desgracias que pasaron por la nación Argentina durante la crisis financiera, social y política del año 2001 (la crisis del “Corralito”). Tal fue el trauma en el país hermano que, al día de hoy, siguen existiendo casos abiertos en tribunales, en busca de reparación y justicia por quienes resultaron empobrecidos, dañados o incluso muertos.

Una de las consecuencias inmediatas de esta crisis fue el aumento de la cesantía y la pobreza, con un consiguiente aumento del trabajo informal. La gente necesitaba llevar pan a su mesa y no había empleos en el mercado laboral formal, así que había que arreglárselas como fuera posible.

Uno de los rubros que más creció durante este período es el de los cartoneros, que tan solo en Buenos Aires ascendió hasta los 40.000 recolectores activos en 2002. La mayoría eran desempleados de clase media o media-baja que, sin otra actividad a la que recurrir, y seducidos por el buen valor de cambio del papel (en las plantas de reciclaje se pagaba a precio dólar) comenzaron a dedicarse a la recolección.

En este contexto es que nació Eloísa Cartonera. Fundada en 2003, esta editorial nació como una respuesta cooperativista a las carencias que la crisis provocó en los sectores populares argentinos. Su funcionamiento es simple: compraban el material a cartoneros de Buenos Aires, y les ofrecían una paga mejor que la de cualquier otro comprador. Con esto se generaba una alianza de colaboración entre los recolectores y la editorial, que se traducía en que los cartoneros llegaban siempre con los mejores cartones.

Luego, en los talleres de Eloísa Cartonera los cartones eran limpiados, cortados y trabajados para convertirse en tapas de libros que los mismos autores habían cedido para ser publicados.

¿El resultado? Todo un éxito. Hoy la editorial sigue existiendo y tiene su propia librería/taller en la que producen y comercializan sus libros, con personal pagado y un modelo que ha inspirado la creación de más de 50 editoriales cartoneras alrededor del mundo. La mayoría de ellas se encuentra en Latinoamérica, pero también podemos encontrar algunas de ellas en países de Europa y África como España, Finlandia y Mozambique.

En 2012 fueron galardonados en el Palacio Real de Ámsterdam con el Premio Principal Príncipe Claus, por su aporte a la cultura y a la cooperación social.

Puesto callejero de Eloísa Cartonera en un parque de Buenos Aires. (Fuente: www.eloisacartonera.com.ar)

La exportación del modelo y su llegada a Chile

El éxito de Eloísa Cartonera trascendió las fronteras y sonó con fuerza al otro lado de la Cordillera de Los Andes. Desde su surgimiento hace casi 15 años, las editoriales locales que han replicado su modelo conforman hoy un sólido movimiento autogestionado.

“El interés por ser dibujante siempre estuvo, pero elegí tener familia. Me casé y fui papá muy joven, así que tuve que dejarlo de lado como profesión.”

Quien habla es Rodrigo Durán, chileno de 42 años, diseñador gráfico de profesión y jefe de su propia editorial de cómic cartonero, Cayó La Teja Ediciones.

“Cuando apareció todo esto del Facebook y las redes sociales, me contactó un chico que había visto unos dibujos que subí a internet y me invitó a participar de su fanzine. Me sorprendió tanto que él mismo imprimía sus cómics, los fotocopiaba y armaba sus libritos para vender y regalar. Yo le preguntaba ‘¿y a quién le pides permiso para hacer esto?’, y él me respondía que ‘no, no hay que pedirle permiso a nadie’, pero no lograba entenderlo. Luego descubrí esto de las editoriales cartoneras, conocí a la Olga Cartonera y ella me enseñó de todo este mundo de los libros hechos con cartones reciclados.”

Desde entonces Durán ha ganado un espacio en las ferias literarias y de cómics, con un crecimiento que ya permite que el proyecto se autosustente: “Esto no me da para vivir, pero al menos no es un costo. Lo que gano por las ventas de mis libros permite cubrir los gastos de materiales y me da un ingreso adicional al sueldo que gano en un trabajo de oficina.”

Durante la entrevista Rodrigo Durán hizo un dibujo de saludo a El Definido :)

Las motivaciones puntuales varían según la editorial, pero el motor principal en casi todas es la pasión por la literatura. Les interesa difundir obras por el solo hecho de que les gustan, aunque eso no les signifique una ganancia económica (y en ocasiones todo lo contrario).

Conversamos también de esto con el Roberto Oropeza, 30 años, boliviano economista y editor de Yerba Mala Cartonera.

Nuestro objetivo es perseguir la calidad literaria. Nos debemos por y para la literatura. Publicamos autores jóvenes o escritores que recién hacen sus primeras armas en el mundo de la literatura, pero eso no implica publicar por publicar; estudiamos los textos, los analizamos, vemos si tienen potencial y recién ahí comenzamos el proceso de edición.”

A pesar de las dificultades de trabajar en su tiempo libre y sin recibir remuneración, las Editoriales Cartoneras han crecido con fuerza durante más de diez años, y cada vez son más los que destinan su trabajo y dedicación a hacerlas crecer. En palabras de Oropeza:

“Tal vez el mayor problema está en nosotros mismos, en los componentes de la editorial, quiero decir: es desgastante para algunos miembros reunirse cada sábado, confeccionar los libros e ir luego a las ferias a plantarse por varias horas para llegar al final del día y haber vendido uno o dos ejemplares. Es desgastante, lo sé, pero ¿qué podemos hacer? ¿Trabajar en un banco con saco y corbata? No, gracias.

Hoy en día las Editoriales Cartoneras se mueven a nivel semiprofesional, con obras que circulan tanto en circuitos “oficiales” como ferias literarias, así como en la informalidad de ferias libres y mercados de trueque. Su producción a pequeña escala y su trabajo artesanal son al mismo tiempo su sello característico y su principal dificultad de masificarse. Pero fuera de lamentarse, quienes publican en este circuito lo valoran como un aspecto positivo. Según palabras de Rodrigo Durán: “esto es volver a la producción en escala humana. Publicas ediciones de 50 copias, no 10 mil o 100 mil.”

En Santiago, las Editoriales Cartoneras realizan diversas actividades abiertas a todo público, como ferias, talleres de encuadernación y convocatorias a participar en proyectos literarios.

Próximamente la Editorial Taller Colectivo Anartistas implementará su proyecto Libro Común Tomo I, que será lanzado en el marco del IV Encuentro Internacional de Editoriales Cartoneras, a realizarse en la Biblioteca Nacional entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre. En dicho proyecto puede participar todo aquel que desee contribuir con su cuento, poema, ilustración, fotografía, etc. siempre que cumpla con caber en una hoja tamaño carta. Este libro será donado a la Biblioteca Nacional y pasará a formar parte de su catálogo. Para más información puedes contactar a la organización a través del correo electrónico victorialozano2000@yahoo.es.

¿Conocías este movimiento? ¿Qué te parece su estilo?

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