Klaus Barbie podrá tener el apellido menos intimidante de la historia, pero en realidad, fue uno de los más grandes torturadores del régimen nazi durante la ocupación francesa. De hecho, durante la Segunda Guerra Mundial, el alto oficial fue conocido como el “carnicero de Lyon” (¡¿cómo a nadie se le ocurrió hacer una Barbie carnicera?!). Y es que la mayoría de sus crímenes los llevó a cabo ahí, en Lyon, la “capital de la resistencia”; una ciudad que se caracterizó por sus esfuerzos para combatir la invasión nazi en el sur de Francia.
Aunque ahora, más de 70 años después, Lyon es conocida por algo mucho menos macabro y bastante más positivo: su espectacular modelo de transporte urbano. A través de un esfuerzo que comenzó a gestarse a comienzos del año 2000, la tercera ciudad más poblada de Francia logró dar con la clave para sacar a los autos del centro (o al menos reducirlos drásticamente) y crear un sistema de transporte eficaz y público de verdad.
Una de las mayores gracias del éxito de esta ciudad, es que pudo conseguirlo sin prohibiciones, restricciones, impuestos o cobros. Todo lo hizo a través de buenas políticas públicas que les entregaron más posibilidades a los ciudadanos, en vez de limitarlos para que estuvieran obligados a tomar una u otra opción.
Y todo partió en el 2001, cuando Gérard Collomb fue elegido alcalde y en cuyo equipo de urbanistas se encontraba Gilles Vesco. Fue este último quien se convirtió en el líder de la renovación de Lyon, aunque ahora ocupa el cargo de consejero delegado de la misma metrópolis. Desde su trabajo como urbanista y consejero, ha logrado llevar a cabo una serie de planes que terminaron cambiándole la cara a su ciudad.
En Lyon había muchos, muchos autos. Y como en todos los lugares que cumplen con esa característica, los estacionamientos eran un dolor de cabeza. Ya sea porque es difícil encontrar uno disponible, cuestan un ojo de la cara o incluso porque ocupan mucho espacio en las calles, el sólo pensar en ellos provocaba una aparición acelerada de canas en la población.
¿La solución? Tirarlos para abajo. Bien abajo. En cada lugar donde solían haber estacionamientos en superficie, un parque fue levantado para desplazar a los estacionamientos hacia el subsuelo. Con esto, las calles se vieron mucho más despejadas: se empezaron a crear carriles exclusivos para bicicletas, paseos peatonales y hasta más pistas para que transiten los autos con mayor velocidad.
Antes.Fuente: Motorpasion.com |
Después. Fuente: Motorpasion.com |
Pero crear más estacionamientos ¿no debería fomentar el uso de autos? Bueno, para evitar eso, las líneas del metro se expandieron considerablemente. Pero eso no fue todo: también se revivió al tranvía. Este tren que recorría las calles de la ciudad había dejado de usarse, pero volvió en gloria y majestad a hacerle la competencia a los autos.
Y la competencia fue literal. Si antes las calles tenían una pista entera para estacionar y otras tres para que transitaran los autos, ahora habían dos para tranvías y dos para autos (sin estacionamientos, ya saben por qué). Pero si bien la gente había empezado a usar más el transporte público y menos a los vehículos, aún se provocaban tacos de autos en las horas punta.
Muchos hemos visto al sistema de bicicletas públicas naranjas en Santiago. Pero, ¿sabías que el modelo a gran escala nació justamente en Lyon? Antes de eso se había llevado a cabo en ciudades como Oslo y Viena, pero se concentraban en uno dos barrios a lo más. Sin embargo, en el 2005, fue Gilles Vasco quien lo implementó por primera vez de forma masiva en una ciudad, bajo el nombre de Vélo’v.
Ahora ya cuentan con cuatro mil bicicletas, 60 mil usuarios constantes y más de 800 mil usuarios ocasionales. Y esto ha logrado que el uso de bicis “comunes” haya experimentado un aumento del 22%, mientras que el de las Vélo’v ha crecido 17% en los últimos años. Así, la metrópolis de Lyon (que reúne a Lyon y Villeurbane), ya cuenta con 614 kilómetros de ciclovías, un puente exclusivo para bicis, peatones y tranvía; y un túnel sólo para bicicletas y autos.
En una entrevista para The Guardian, el urbanista de Lyon habla de la “nueva movilidad”. Según él, el transporte del futuro se basará principalmente en la información: en la medida que sepas cuántas bicis disponibles hay cerca de ti, cuándo pasará el próximo tranvía o si hay alguien cerca dispuesto a compartir su auto contigo, podrás elegir la mejor opción para desplazarte hacia donde quieras.
Es por eso que en su ciudad también se ha potenciado el uso del carpooling, un sistema que consiste en compartir tu auto particular con otras personas que transitan por rutas similares. De hecho, existe el BlueLy: un servicio de carpooling público a partir de autos eléctricos.
Con todo, durante la última década el número de autos que entran a la ciudad han caído en un 20%, en tiempos donde el uso del auto generalmente va al alza (en Chile, sólo el año pasado el parque automotor creció al 4%). Y se espera que durante la próxima década haya otra caída del 20%, a pesar que la población aumentaría en un 10% para ese entonces. Así también, los vehículos que entran al centro de Lyon han disminuido incluso más.
Lo bueno es que quienes van al centro en auto, saben que tendrán que llegar a uno de los estacionamientos subterráneos y, a partir de ahí, moverse a pie o en transporte público. Así que en la práctica, el tránsito vehicular en la zona es considerablemente bajo. Todo esto sin cobrar un peso de más a quienes se mueven en auto. Según Vasco, las medidas que castigan con cobros el uso del auto, sólo terminan perjudicando a quienes no pueden pagarlas, ya que quienes sí, siguen moviéndose en vehículos.
De acuerdo al urbanista, la clave no está en prohibir, sino que en regular y devolverle la prioridad al peatón. Si al final todos los espacios son más amigables con las personas, el automóvil tendrá más dificultades para transitar por ahí y terminará desapareciendo.