Las imágenes de Barack Obama, el presidente de Estados Unidos llorando en cámara al recordar la masacre en la que 20 niños y 6 adultos fueron asesinados en la escuela Sandy Hock en Newtown el 2012, fueron portada de gran parte de los medios de comunicación y tema recurrente en las redes sociales del mundo entero.
Un Obama notoriamente emocionado, cuya mayor frustración durante su gobierno ha sido el fracaso de sus esfuerzos para reducir la violencia causada por las armas, pidió ayer a sus compatriotas dejar atrás las excusas para actuar con urgencia y mejorar el control de las armas de fuego, pese a la férrea oposición del Partido Republicano y sus simpatizantes.
Y es que cada año unos 30.000 estadounidenses mueren por armas de fuego en incidentes violentos, suicidios o episodios de violencia doméstica, y el miedo colectivo y la necesidad de los norteamericanos de portar armas, se ha vuelto un círculo vicioso. Tras cada nuevo tiroteo y masacre, que se están volviendo cada vez más frecuentes, las ventas de armas aumentan de manera considerable. Por ejemplo, tras la matanza de San Bernardino (California), se vendieron en el país 1,6 millones de armas, una cifra mensual récord en casi dos décadas, sólo superada por los 2 millones vendidas en enero de 2013, tras el tiroteo de Newtown. Hoy en día, el país del norte tiene 9 armas en poder de civiles por cada 10 habitantes, concentrando un tercio de todas las armas en posesión de civiles en el mundo.
Mark Barden, padre de uno de los niños asesinados en Newtown fue quien presentó el discurso del presidente norteamericano, quien dijo que el país ha vivido ya demasiados tiroteos masivos y que el Congreso tiene que ser valiente para legislar al respecto, y en este contexto fue que presentó en la Casa Blanca un paquete de medidas ejecutivas cuya pieza principal es una nueva regulación para ampliar la verificación de antecedentes de aquellos que compran un arma, derecho constitucional que tienen los ciudadanos estadounidenses.
“Estados Unidos no es el único país del mundo donde hay gente violenta y peligrosa. Pero somos el único país avanzado del mundo que sufre este tipo de violencia masiva con esta frecuencia. No pasa, ni de lejos, en otros países avanzados”; sentenció el mandatario.
Este es un tema por el que Obama ha luchado en reiteradas ocasiones, más de quince veces ha utilizado los medios para hablarle públicamente a todo el país al respecto, pero sigue sin lograr conseguir el apoyo del Congreso para la restricción de armas.
“Nos hemos vuelto insensibles ante los tiroteos”, dijo en su discurso, agregando que “no podemos aceptar esta carnicería como precio por la libertad de portar armas”, recordando una vez más la masacre de Newtown, la de la iglesia en Charleston en la que murieron 9 personas, la de la Universidad de Oregón, donde asesinaron a otras 9, y la de San Bernardino que dejó a 14 personas muertas.
Impotencia es lo mínimo que debe sentir Obama, quien en 2013 intentó presionar al Congreso, en su mayoría republicano, para sacar adelante leyes para el control de la venta de armas de fuego, pero los parlamentarios ni siquiera aprobaron la propuesta.
Hoy Obama suplica entre lágrimas y rodeado de víctimas y familiares de víctimas de estas masacres, que por favor se tome conciencia y que especialmente los vendedores de armas lo hagan de forma responsable y cuidadosa, ya que por ejemplo Dylann Roof, a quien la policía responsabiliza el asesinato de las nueve personas en la iglesia de Charleston en junio del 2015, compró sus armas por internet, pese a tener antecedentes por un caso de narcóticos.
Las medidas propuestas, enunciadas en el diario El País, son:
"Esto no va a resolver cada crimen violento en este país", dijo Obama. "Esto no va a evitar cada tiroteo masivo, no va a dejar las armas lejos de las manos de un criminal. Potencialmente salvará vidas y evitará a las familias el dolor de esas pérdidas extraordinarias".
Hasta ahora, solo los vendedores de armas con licencia federal estaban obligados a revisar los antecedentes, mientras que las ventas informales como ferias o internet servían para esquivar este mecanismo de control.
“Obama ha respondido a las llamadas de madres, de sobrevivientes de ataques armados, de líderes comunitarios y de partidarios en todo el país que cada día han apoyado sin descanso al presidente en su deseo de tomar decisiones relevantes que ayuden a prevenir la violencia armada", apuntó a la BBC Shannon Watts, fundadora de la ONG "Madres que exigen medidas para el control racional de armas en Estados Unidos".
Las decisiones anunciadas por Obama son "acciones ejecutivas", no órdenes, lo que quiere decir que legalmente no son de obligatorio cumplimiento. Por ejemplo, el fondo para los servicios de salud mental necesitará la aprobación del Congreso y lo mismo con el fondo para contratar más funcionarios para realizar la revisión de antecedentes. Y como era de esperar, la respuesta del presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, fue que el decreto de Obama será “desafiado en los tribunales”.