Han pasado casi 70 años desde que se habló por primera vez del concepto de cambio climático. Negación, indiferencia, rabia, aceptación. Hemos pasado por todas las etapas, pero a una velocidad tan exasperantemente lenta, que hoy el planeta está funcionando con lo último que le queda de cuerda.
Científicos creen que estamos muy cerca del "punto de no retorno",momento en el cual la Tierra se verá obligada a repensar seriamente el alojamiento de esa especie llamada homo sapiens.
Algunos creen que ya está sucediendo: la última ola de calor en India, el anuncio de que el 2015 será el año más caluroso de la historia y tasas de derretimiento del hielo ártico nunca antes vistas, parecen ser los primeros síntomas de un resfriado que se ha incubado durante décadas y que amenaza con transformarse en pulmonía. ¿Será muy tarde para dejar nuestro orgullo de lado y tomar de una vez el remedio?
Desde este lunes 30 de noviembre al viernes 11 de diciembre, ocurrirá el evento que busca ser, de una vez por todas, el golpe sobre la mesa que significará un giro en 180 grados en materias medioambientale: la Cumbre Climática de París
A continuación responderemos 6 preguntas que nos permitirán entender la importancia de esta histórica cumbre.
Se debe entender como una sesión de extrema importancia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que entró en vigor en 1994 y que anualmente convoca a los 195 países firmantes para discutir acuerdos sobre el tema.
¿Por qué la ONU tiene que meter la cuchara? En palabras de su Secretario General, Ban Ki-Moon: "No hay ningún país que pueda enfrentar este desafío solo. Solo a través de las Naciones Unidas podemos responder colectivamente a este problema global".
La Cumbre de Paris ha tenido mayor exposición que las anteriores, porque la ONU decidió que sería en ésta donde se haría un esfuerzo especial para lograr un acuerdo global vinculante sobre el cambio climático, algo histórico si se lograra. Que sea vinculante significa que, luego de firmado, ningún país podría hacerse el leso, ya que estarían legalmente obligados a aplicar las medidas contra el calentamiento global especificadas (cuáles serían se verá en la Cumbre, aunque un punto de partida son las metas voluntariamente presentadas por cada país).
La ONU espera que los acuerdos que nazcan de la Cumbre permitan disminuir el calentamiento global pronosticado para finales de siglo. Se estima que si seguimos haciendo las cosas como hasta hoy, para 2100 la temperatura global habrá aumentado en hasta 5°C comparado con niveles pre-industriales. La idea es reducir el número a al menos 2°C, siendo el número que nos dejaría justo al borde de una catástrofe mundial, e idealmente hacer el esfuerzo extra para llegar a 1,5°C, que se considera una "zona segura".
Los 195 países que firmaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, quienes han enviado equipos liderados, en la mayoría de los casos, por el mismo Presidente, Primer Ministro o Rey de la nación. De entre estas delegaciones se elegirá un grupo de negociadores, quienes serán responsables de guiar todo el proceso.
Además, participarán cerca de 2 mil ONGs y cien organizaciones intergubernamentales compuestas por representantes de comunidades rurales e indígenas, industrias, sindicatos, universidades y centros de investigación, quienes actuarán como observadores de todo el proceso y se encargarán de que los principales actores rindan cuentas.
Hay que entender la cumbre como un llamado de la ONU al mundo de político a ponerse los pantalones de una vez, y guiar con el ejemplo.
"Alrededor del mundo, se está construyendo un momentum", explica Ban Ki-Moon. "Ciudades, negocios e inversores, líderes de fe y ciudadanos están actuando para reducir las emisiones y construir resiliencia. La responsabilidad ahora es de los gobiernos de concluir un acuerdo vinculante y significativo en Paris, que provea de leyes claras para el fortalecimiento de esta ambición global".
Un compromiso real de los países que los obligue a actuar, sería un espaldarazo importante a miles de actores en el mundo que están al borde de hacer algo por el planeta, pero que les falta eso, un marco político definido que los sostenga.
El Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible, una agrupación de 150 grandes empresas que busca ser precursora en el ámbito de tecnologías verdes, identificaba justamente a la falta de una cooperación entre el mundo político y el empresarial como la principal barrera para reducir considerablemente las emisiones de carbono.
"Sólo podemos salvaguardar el futuro de la Tierra cuando las empresas y los políticos actúan juntos. Necesitamos urgentemente un acuerdo climático ambicioso en París para establecer el marco normativo que nos permita cumplir metas comunes", comentó recientemente su presidente Peter Bakker, quien estimaba que las empresas podrían reducir hasta en un 65% las emisiones de CO2 en el planeta si recibieran apoyo político.
Hablamos de hacer que 195 países, todos muy diversos y con realidades muy distintas, muchos de ellos con enemistades a flor de piel, lleguen a un punto común respecto al cambio climático. Esperar que en 12 días se llegue a un acuerdo total es como esperar que una semilla germine en base a gritos.
Es por ello que, desde abril, la ONU ha comenzado a recibir propuestas individuales de cada país, además de otras ideas de parte de ONGs. A la fecha, son 177 metas voluntarias las presentadas, que totalizan el 97% de las emisiones de carbono globales.
Chile anunció su meta en septiembre, comprometiéndose a reducir para 2030 sus emisiones de CO2 por unidad de PIB en un 30%, con respecto a los niveles de 2007. La reducción podría aumentar a un 45% si se reciben aportes monetarios internacionales.
Aún así, serán 12 días de locos. Se estima que aún siendo efectivas estas metas voluntarias, se habría logrado una reducción a apenas 2,7°C en el aumento de temperatura global a finales de siglo, lo que ni se acerca al objetivo propuesto por la ONU.
Aquí los negociadores tendrán un papel vital, ya que de ellos dependerá que los países mejoren sus ofertas y se comprometan legalmente a ellas.
Sí. Hemos estado "ahí" varias veces. Recordemos que esta es una sesión anual que se ha repetido desde 1994.
El caso más reminiscente fue en 1997, durante el famoso Protocolo de Kioto, un acuerdo vinculante pero diseñado para países desarrollados, cuyo fin era reducir la producción de 6 gases invernadero: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y otros tres gases industriales fluorados. Decir que fue un fracaso sería una exageración, pero sí fue un golpe importante el que Estados Unidos, el segundo mayor contaminante mundial, no lo ratificara. ¿La excusa? El acuerdo beneficiaba a economías no desarrolladas, como China, que tendrían mayor libertad. A los ojos de George W. Bush, esto significaba una amenaza a la hegemonía económica de su país.
Un poco más dramática fue la Conferencia de 2009, celebrada en Copenhague, que se caracterizó por tensiones entre países desarrollados y en desarrollo, y cuyo punto culmine fue cuando una delegada de Latinoamérica se autoinfirió heridas como protesta.
Por suerte, el panorama para la Cumbre de París es más favorecedor y menos sanguinario. El objetivo propuesto por la ONU es claro y no admite segundas lecturas: un acuerdo vinculante y global. Además, las posturas más abiertamente ecológicas de los jugadores claves, Estados Unidos y China, hacen creer que se podrán finalmente limar las asperezas del pasado.