“He sido capturado por las guerrillas de las FARC en la cordillera de los Andes. Me han encerrado en un calabozo al ser confundido por mafioso en las Islas Bermudas. He sido punto de mira de armas de fuego en El Salvador, en Nicaragua en tiempos “sandinistas”, y en la zona tamil de Sri Lanka. Me condenaron a 5 años de cárcel por “espía” en Kabul; viajé en pateras a Borneo con los badjaos esquivando a los sanguinarios piratas joloanos del archipiélago filipino de Sulú; estuve cerca de la muerte cuando, débil y enfermo de malaria, fui atacado por millones de hormigas carnívoras “magnan” en las junglas del Parque nacional Taï de Costa de Marfil, a las que rechacé con fuego hasta que amaneció; me he visto con un revólver calibre 38 en el cinto en un centro de narcotraficantes peruanos del Amazonas donde trabajaba de “pistolero” en un club de lenocinio; sobreviví de milagro al maleficio de Nan Madol en la isla micronesia de Pohnpei; me han bombardeado cazas rusos en los valles del Hindu Kush, y aviones ingleses y estadounidenses en Bagdad en tiempos de Saddam Hussein; he sido expulsado de la belicosa isla de Bougainville por los guerrilleros; me han deportado de Somalia, Kazajstán, Sudáfrica, Colombia, Sinkiang, Afganistán, Tíbet, y del impenetrable Reino de Mustang en el Himalaya; he sido buscador de oro en las selvas entre Bolivia y Madre de Dios; me relacioné con contrabandistas de ginseng en Corea del Sur; y un largo etcétera de experiencias inusuales”.
Lo anterior es sólo parte de los relatos viajeros de Jorge Sánchez, un español aventurero que ha dedicado su vida a recorrer el mundo en búsqueda de experiencias increíbles, con un bajo presupuesto, siempre financiado por él mismo, con sólo una mochila al hombro que pesa menos de 3 kilos, y con la mente y el corazón abierto para conocer a cientos de personas y culturas increíbles, trabajando en lo que sea en los lugares que va de paso, y con las agallas para sobrevivir – literalmente – a experiencias de vida extrema, las que han estado a punto de cobrarle la vida.
Jorge, quien lleva seis vueltas al mundo en el cuerpo, es una de las 10 personas más viajadas actualmente. Ha escrito 26 libros sobre sus travesías y cuenta con una página web en la que va trazando sus recorridos, relatando sus más sorprendentes anécdotas y agradeciendo a las personas que lo han marcado para siempre. Para él toda persona en su vida debe hacer 4 cosas antes de morir: plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo y recorrer el mundo.
El próximo 21 de noviembre se presentará en Chile en el Centro Arte Alameda, gracias al encuentro organizado por Faro Travel (la comunidad de viajeros chilenos) en el marco del Ciclo de Relatos Viajeros, donde se reunirán por primera vez en Chile cuatro destacados viajeros (dos chilenos, un argentino y el propio Jorge), con el fin de compartir sus mejores historias. Y aquí nos cuenta cómo lo hace para dedicarse a viajar y parte de sus increíbles anécdotas.
Desde niño Jorge fue un apasionado de la Geografía y la Historia Universal. Su objeto favorito siempre fue el Atlas y los demás ramos del colegio no le interesaron nunca. Fue echado de dos colegios, y a los 13 años decidió pescar su mochila y emprender su primer viaje solo al Sahara español, sin contarle a nadie. Luego del tremendo reto que le llegó de sus padres, Jorge decidió hacer “vida normal”, pero no le duró mucho tiempo, hasta que a los 18 años optó por seguir su verdadera pasión, dejando todo de lado para vivir andanzas extraordinarias y conocer el mundo entero. Y así fue como – con 300 dólares en el bolsillo - comenzó su Camino del Viajero, durmió muchas veces en las calles, trabajó en lo que pudo, aprendió distintos idiomas y logró en 1001 días, recorrer el mundo entero.
Le quedó gustando tanto esto de ser nómade, que se repitió el plato otras 5 veces y ahora va por la séptima vuelta al mundo, ya que, como nos cuenta, “siempre hay lugares nuevos por descubrir”.
Uno ha de estar dispuesto a afrontar cualquier circunstancia adversa, como el exceso de calor o de frío, desconocer las lenguas de los nuevos países, evitar los intentos de robos, las enfermedades, ingeniárselas para encontrar trabajo, para saber hacer autostop, para saber dormir en los parques o bajo un puente si es necesario, y ha de saber sobrevivir con lo puesto, por lo que el desprendimiento es clave en todo esto.
Todos empiezan sus viajes con miedo, pero aunque lo tengas, una vez que estás on the road ya dejas de tenerlo; eres uno con el viaje,la tierra es tu patria, tu casa, tu cobijo, y sientes que estás haciendo algo sagrado, como es conocerte mejor a ti mismo, a tus semejantes y al planeta donde has nacido, y ello te hace fuerte y te da una gran seguridad en ti mismo.
Al principio, cuando empezaba a viajar, no construía mis viajes e iba adonde me llevaba el destino, pues todo era nuevo y desconocido para mí; no me importaba dirigirme a Asia o a América, al norte o al sur, a la montaña o a la costa. Pero una vez que ya has estado en todos los países de las Naciones Unidas (193 en la actualidad), como es mi caso, seleccionas y te especializas en destinos determinados para evitar repetir los sitios conocidos. Ahora sólo me intereso por viajar a unas islas donde aún no he estado y sigo un itinerario preciso. De Oceanía me falta por conocer las islas Trobriand en Papúa Nueva Guinea, y la isla de Rotuma en Fiji, mientras que en el océano Índico deseo navegar a la isla Agalega, que pertenece a Mauricio.
Si llego a una nueva ciudad por la noche, me preocupo en primer lugar por hallar un alojamiento y dejar para la mañana las visitas. Pero si llego de día, descubro la ciudad antes que nada, pues viajo con una pequeña bolsa que no alcanza los 3 kilos de peso y la cargo conmigo todo el tiempo, ya que no me molesta.
Suelo empezar a conocer un lugar por los sitios religiosos. Si es un país cristiano, entro en la catedral e iglesias principales; si es musulmán, voy a la gran mezquita; y si es budista o hindú, voy a sus pagodas y templos. A continuación visito los mercadillos y suelo comer en ellos. Me encanta la atmósfera que desprenden esos mercados y en ellos es la mejor manera de estudiar la idiosincrasia de la gente.
He mencionando los sitios religiosos y los mercadillos. Aún faltan dos elementos más en mi rutina: beber una cerveza local y abordar un tren, si existe este modo de locomoción. Soy un enamorado de viajar en tren y lo prefiero a los autobuses o los aviones.
Mientras viajas, el mundo te aporta todas las condiciones necesarias para que te asombres continuamente, no importa lo experto que seas en viajar, sea a través de gentes, de costumbres ancestrales y de la conversación con ellas, o de admirar los prodigios de la naturaleza. Y en todos los continentes tienes la posibilidad de hacer observaciones del comportamiento de tus semejantes, con lo cual llegas a apreciar y valorar el ingenio humano para sobrevivir, adaptarse al medio y encontrar la razón de su existencia.
A veces, para asombrarte sólo has de mirar al cielo y considerar la marcha de los astros por la bóveda celeste, escuchar el canto de los pájaros y el sonido del viento. Si uno es perceptivo a los pequeños detalles que se dan por sentados, estás continuamente asombrado de estar vivo.
Como mencionamos anteriormente, Jorge ha vivido cientos de experiencias inolvidables, la mayoría improvisadas, que han marcado su vida. Ha conocido a miles de personas con quienes ha vivido y compartido anécdotas que atesora en su corazón y en sus libros. Y también ha tenido que sortear muchos inconvenientes, deportaciones, enfermedades graves, condenas y otros episodios que lo han convertido en un verdadero sobreviviente.
No seré original, lo sé, pues mi destino favorito es la India y siempre que puedo vuelvo a ese fabuloso país. Es también el país preferido de la mayoría de mis amigos viajeros. Sería capaz de vivir el resto de mi vida en una ciudad como Calcuta. Y es que en la India un viajero lo encuentra todo: belleza natural, comida deliciosa, costumbres ancestrales, gente amable y curiosa, templos maravillosos, filosofías para hacerte crecer interiormente.
Y no volvería a pisar un país que sufriera el cáncer social de la guerra.
Sí, durante mi primera vuelta al mundo (de 1.001 días de duración) una serie de circunstancias me indujeron a permanecer una temporada en un monasterio budista zen al norte de Kioto, en Japón. El vivir allí como monje una temporada hizo que al salir me interesase por todas las religiones. Sigo siendo católico, pero me gusta aprender sobre otras creencias; por eso visito todos los sitios religiosos que puedo durante mis viajes, dando preferencia a los monasterios.
Poseía un mantra secreto que repetía a diario en la mazmorra, transmitido por un sabio llamado Yogi Shanti, a quien conocí en el Kumbha Mela de Allahabad en 1989. Ello me protegía, y me daba la certeza interior de que sobreviviría; era necesario seguir viviendo pues aún tenía muchas cosas que aprender para desarrollar mi alma; no podía quedarme a medias. Empezaba a comprender el sentido de la vida del hombre y algo en lo alto me ayudaría. Nuestro sexto sentido, la intuición, que había aprendido a desarrollar, me lo confirmaba. Por ello estaba tranquilo. Pinté un mapamundi en la pared de la mazmorra y me ensimismaba mirándolo y haciendo planes viajeros para organizar en el futuro, cuando obtuviera la libertad. Y con migas de pan confeccioné los trebejos de ajedrez y componía finales artísticos.
En el año 1986 me dirigía a pie a las fuentes del río Magdalena cuando, al caer la noche, me alojé en una especie de cortijo en la selva. A medianoche llegaron unos jóvenes y se alojaron también ahí. Desayunamos juntos y entonces se identificaron como guerrilleros de las FARC y me pidieron que les diera mi saco de dormir, reloj y dinero que llevaba encima. Todos portaban revólveres. Yo traté de razonar con ellos y les dije que era pobre y, si me dejaban sin dinero (no llevaba muchos dólares, de todos modos), me sería muy difícil salir de esa situación y regresar a España. Entonces me condujeron a un poblado llamado Valencia para que discutiera mi caso con sus jefes. Ese pueblo era en aquellos tiempos una base de las FARC. Un joven llamado Víctor, de la ciudad de Bucaramanga, me hizo preguntas personales y, al comunicarle que era viajero y que había viajado en el tren Transiberiano, me empezó a hablar en ruso, lengua que yo también hablo fluidamente, lo que le hizo solidarizarse con mi situación y me dejaron marchar sin robarme nada. Años más tarde me encontraría con este Víctor en Moscú. Hoy está casado con una ucraniana y vive en Kiev.
Como experto en viajes, Jorge tiene muchos tips para recorrer el mundo con pocos pesos, recomendar las formas de conocer cada país, dónde dormir, qué comer, cuánto tiempo permanecer por lugar para conocerlo bien, cuáles son las paradas imprescindibles, etc.
Que sea adaptable a todo tipo de circunstancias durante el viaje, que sea determinado y que aprenda a amar todo lo que vea, todos los pueblos, todos los países, y que intente aprender, o al menos chapurrear, las seis lenguas oficiales de las Naciones Unidas, pues le serán muy útiles para viajar por todo el mundo. Estas seis lenguas, de las más habladas por la humanidad, son: chino, español, inglés, francés, árabe y ruso.
Ser comedido en los gastos. No fumo y no suelo beber alcohol, así que prácticamente todo el dinero que gano realizando algún trabajo (casi siempre me desempeño fregando platos en los hoteles o restaurantes de zonas turísticas) lo invierto en viajar.
Antes trabajaba en los países ricos en dinero que atravesaba durante mis viajes, como han sido Australia, Estados Unidos, Canadá, etcétera. Pero en la actualidad, a mi edad, es más difícil encontrar trabajo en el extranjero, por lo que trabajo en España, ahorro y, cuando considero que he ganado lo suficiente, emprendo el vuelo.
Sí, hay gente que vive de los viajes. Muchos relatan en una web algunas pequeñas aventuras que le han sucedido en algún viaje y vende billetes de avión o habitaciones de hoteles, seguros de viaje, etcétera, o bien ejerce de guía turístico aprovechando su experiencia viajera, o hasta acepta lo que se denomina FAM trip a cambio de escribir favorablemente sobre el destino adonde le envían gratis, o hasta percibiendo algún estipendio.
Pero para mí esas personas no son viajeros, sino viajantes, que es muy distinto. El verdadero viajero se paga sus viajes con el sudor de su frente y no se desplaza adonde le envían empresas comerciales, sino que es libre y dueño de sus viajes, y viaja donde le apetece.
Durante mis viajes he tenido que desempeñarme de jugador de ajedrez en las islas Filipinas y en Indonesia (con éxito), y en apuestas callejeras por poco dinero, pero he ganado lo suficiente para pasar el día. También he sido buscador de oro en Madre de Dios, Perú. He fregado muchos platos en restaurantes de Australia, Canadá, Estados Unidos y España, etc.
Lo mejor es todo lo que aprendes viajando, que te ayuda a elevar el ser. Lo más difícil es a veces estar mucho tiempo sin ver a tus seres queridos.
Como mencionamos anteriormente, el encuentro se realizará el 21 de noviembre a partir de las 15 horas en el Centro Arte Alameda (Avenida Libertador Bernardo O’Higgins 139, Santiago).
El ciclo cuenta con cuatro historias de vida de importantes viajeros, reconocidos a nivel mundial por haber recorrido el mundo coleccionando anécdotas de todo tipo, siendo fieles reflejos de que los viajes cambian la vida y de que son sin duda una de las mejores inversiones que se pueden hacer.
Jorge Sánchez (España): Con seis vueltas al mundo no sólo conoce cada territorio del planeta, sino que también se ha convertido en uno de los diez viajeros más importantes a nivel internacional. Entre sus mejores anécdotas figuran haber sido capturado por las FARC, confundido con un mafioso en las Bermudas y condenado a cinco años de cárcel en Kabul por “espía”.
Emilio Scotto (Argentina): A pesar de que no salió de su país hasta los 30 años, hoy tiene un récord Guiness por el viaje en moto más largo de la historia. Esto, sumado a que conoce 279 países y territorios del planeta, lo tiene hoy como el único vivo en la lista de los 40 exploradores más importantes de la historia, junto con Cristóbal Colón, Hernando de Magallanes y Marco Polo.
Felipe Howard (Chile): Desde niño fue un explorador, y en 1989 se convirtió en la primera persona en recorrer las Torres del Paine en bicicleta. Así, decidió convertir su pasión por los viajes, la naturaleza y vida outdoor en su fuente de ingresos, creando Latitud 90, una reconocida agencia que promueve los viajes al aire libre en Chile.
Eugenio Cox (Chile): Su afición por los viajes lo ha llevado a recorrer el mundo de diversas formas, una de ellas como conductor de las tres temporadas del programa Mundo ad Portas emitido por canal 13C. A los 56 años decidió dejarlo todo para hacer su primer viaje solo, conociendo Oriente, el Sudeste Asiático, Europa y Norteamérica.
Las entradas son gratuitas y pueden conseguirse escribiendo a equipo@faro.travel.