Para los amantes de las letras, no hay sensación mejor que perderse en un laberinto de libros y maravillarse con cada descubrimiento, desde el de historia del siglo XIX hasta el de psicología para perros. Todos, a su manera, son un regalo al mundo.
Esta visión romántica dura hasta que nos encontramos con una pila de libros sin leer, ocupando valioso espacio y acumulando polvo y mucho, mucho arrepentimiento. Ya no son más hermosos ni más útiles que un bloque de ladrillos. Aunque parezca increíble, los japoneses tienen un nombre para precisamente este fenómeno, tsundoku, cuya traducción libre sería algo así como "apilar libros".
Del mismo país nipón, nace una forma de remediar el fenómeno y que interviene al lugar de origen: la librería. Se trata de un lugar donde, en vez de enredar en una jungla de tinta y hojas, se busca crear una relación íntima entre lector y libro, una vez por semana.
En septiembre de 2014, el extravagante empresario japonés Masamichi Toyama realizaba una charla en la firma de diseño Takram sobre la generación de nuevos negocios. Como parte del evento, las personas podían presentar sus ideas de emprendimiento brevemente. Aquellas que convencieran a Toyama, recibirían su apoyo financiero.
Yoshiyuki Morioka, un antiguo vendedor de libros y dueño de una pequeña librería-galería, decidió probar suerte y presentó una única diapositiva con las siguiente frase:
"La regeneración del átomo del vendedor de libros -> una librería con un solo libro".
Lo que dijo entonces solo podemos imaginarlo, lo que sí sabemos es que la idea convenció al público y, más importante, a Toyama, quien se comprometió a invertir en esta muy particular librería que abrió en mayo de 2015.
Morioka Shoten ("La librería de Marioka") se ubica en una tranquila calle secundaria del distrito de Ginza, en Tokio. En su privilegiada ubicación, en la primera planta de un edificio histórico, la pequeña librería tiene una decoración espartana, con paredes y techo blancos, suelo de concreto "al natural", y un mesón-escritorio donde el vendedor atiende, el único mueble del lugar. De los artículos a la venta, descontando la ocasional colección de cuadros y fotografías que adornan la los muros, se destaca uno solo: el libro que ocupa el espacio central del lugar.
Cada semana, de martes a domingo, el curador Yoshiyuki Morioka pone a la venta un único libro que ha sido cuidadosamente seleccionado por él. "Él cree que un único libro ofrecerá una comprensión más profunda, una relación más cercana con el lector y el esencial placer de leer un libro" explica la firma de diseño Takram, que diseñó el espacio y la imagen de marca de la librería.
Morioka Shoten se trata, entonces, no sólo de vender un libro físico, y para ello cada noche alberga un pequeño evento que gira alrededor del libro de la semana. La idea nació de su anterior librería, donde armaba ocasionalmente charlas y presentaciones de escritores que eran muy bien recibidas. Se trata básicamente de continuar haciéndolo, pero de a un libro –y por lo tanto, autor– por semana.
Difícil decir si será un hit en términos financieros, pero al menos está llamando bastante la atención, siendo la antítesis de Amazon y su inventario de cerca de 3 millones y medio de libros (y se estima que cada 5 minutos hay uno nuevo). Cuando la vida ya es bastante ajetreada, se aprecia el esfuerzo de simplificar el siempre placentero acto de leer y revivir la importancia que todo libro, hasta el de psicología para perros, puede tener.
Un dato que no ha sido difundido es qué libros se han destacado hasta la fecha ¡Eso se lo dejamos a su imaginación!
Una curiosa librería que tuvo una idea similar es la de Uroens Bookhandel ("la librería del desasosiego"), un lugar que abrió por apenas unos días entre marzo y abril del año pasado en Oslo, Noruega, con un inventario limitado a un título. "Libro del desasosiego" del poeta portugués Fernando Pessoa.
¡Desasosiéguense! Fuente: Librópatas
La idea fue del artista noruego Christian Kjelstrup, de quien no sabemos nada excepto que le gusta mucho Pessoa.