Está comprobado que tanto los videntes, como los no videntes, al cruzar la meta en una competencia física, estiran los brazos al máximo formando una V y alzan la cabeza. Es algo que no necesitan aprender de otros, un impulso intrínseco a la hora de celebrar el ser ganador. Por el contrario, cuando una persona fracasa, el cuerpo se encierra y se hace pequeño. Estos dos casos muestran cómo el cuerpo puede comunicar lo que nos pasa interiormente. Algo crucial, pues nuestra postura nos acompaña en todas las situaciones de la vida, no sólo en las carreras, comunicando información que puede ser crucial para encontrar trabajo o hasta conseguir una cita.
No se mueva. Siga leyendo en la posición en que está en su silla, ¿Está inclinado con la espalda curva y la cabeza hundida, o su columna está derecha y los hombros creando una apertura en el pecho? Por comodidad o costumbre, lo más probable es que sea la primera. Ahora pruebe cambiar su postura hasta que termine de leer el artículo, estírese. Esto provocará un cambio interno que usted no verá, pero que está comprobado científicamente: aumentará la testosterona, que es la hormona de la dominación, haciéndolo sentirse más poderoso y bajará el cortisol, la hormona del estrés.
Amy Cuddy, psicóloga social, especializada en el lenguaje corporal, se ha hecho conocida mundialmente por sus estudios de comunicación no verbal y estimulación hormonal a través de la postura. Su teoría es que la postura corporal no sólo cambia la percepción que se forma el resto de nosotros, sino también nuestra propia química interna. Entonces esa postura ganadora del competidor de la carrera, si nosotros la imitamos durante un par de minutos, genera internamente en nosotros la misma sensación de poder que la del deportista en ese momento y no sólo el sentimiento, sino también el pensamiento.
Cuddy investigó el cerebro de las personas poderosas y de los que no tienen poder. En una popular charla TED dio a conocer los resultados, los cuales arrojaron, como era de esperarse, que los poderosos tienden a ser más positivos, a tener más confianza y ser más optimistas. Piensan que pueden ganar inclusive en juegos de azar, son más arriesgados. Fisiológicamente hablando, los principales cambios se ven en la testosterona y el cortisol. Cuando hablamos de poder sólo pensamos en el grado de dominación de la persona, pero el poder también se relaciona con cómo reaccionamos al estrés. La testosterona de una persona que asume un nuevo cargo en el trabajo por ejemplo, se eleva sustancialmente y su cortisol baja igualmente. El cuerpo puede moldear la mente, así como también el nuevo papel asumido.
Amy Cuddy decidió investigar el cerebro de personas comunes y corrientes a través de posiciones que debían adoptar. Durante dos minutos hizo que los investigados se estirarán o pusieran sus pies sobre la mesa echados para atrás o enderezaran la postura de su espalda, luego los hizo apostar. A su vez, le pidió a otro grupo de gente que adoptara posiciones de debilidad, encorvamiento, que se tocaran el cuello (símbolo de protección), que se hicieran pequeños y luego, los hizo apostar también. Después de los ejercicios tomó una muestra de saliva de cada persona.
Quienes habían asumido posiciones de poder se arriesgaron a apostar 86%, mientras que el grupo que había adoptado posiciones de debilidad, sólo el 60%. En cuanto a la testosterona, el grupo de poderosos experimentaron un incremento del 20%, mientras que los débiles una diminución del 10%. Este cambió se generó en sólo dos minutos de tomar las diferentes posiciones.
En cuanto al cortisol, los más poderosos experimentaron un 25% de disminución, mientras que los más débiles un aumento del 15%. Esos dos minutos de posturas lograron cambios hormonales que configuraron el cerebro, volviéndolo más positivo, seguro, cómodo, o en el caso del segundo grupo, más sujeto al estrés y apagado en el primer grupo.
Finalmente estos cambios de posiciones, traducidos en cambios de mentalidad, te pueden ayudar a conseguir un trabajo, un ascenso, volverte más atractivo para una persona, etc. Cuddy recomienda hacer las posturas en los ascensores, en el baño o cualquier otro lado donde nos sea posible hacerlo. Son sólo dos minutos y pueden realmente cambiarte la vida.
Durante 15 años los doctores le diagnosticaron a Arthur que nunca volvería a caminar correctamente y sin ayuda de sus muletas. La falta de ejercicio y el sedentarismo lo llevaron a ganar mucho peso. Sin embargo, hoy es una persona que puede caminar sin ayuda e incluso correr. ¿Qué hizo entremedio? La respuesta está en este video (preparen pañuelitos).
A todo esto, ¿logró permanecer con una postura abierta durante la lectura de todo el artículo?