Una blusa de seda protegida por una ruana de alpaca 100% orgánica es lo que modela Elizabeth. Junta ella, "Watchiturro" posa con una camisa de algodón prima, la que tiene bordada en su espalda la frase "No miracles here" (Ningún milagro aquí). Ambos, son reclusos de dos de las cárceles más peligrosas de Perú, y además de ser modelos de ropa, ellos mismos son los creadores de las prendas. Los ingresos que reciben por trabajar para la exclusiva marca Pietá, les permiten comprar papel higiénico, pasta de dientes, comida más rica en la cárcel y tener un colchón para cuando cumplan su condena.

La idea fue de un joven francés llamado Thomas Jacob. A los 26 años dejó su trabajo en Chanel, abandonó Paris y se trasladó a Lima para incorporarse a una marca de ropa europea que presumía de la buena relación con los proveedores de materias primas de nuestro país vecino. Sin embargo, Jacob vio cómo no se respetaban los derechos laborales, y cómo las prendas, que no quedaban tan bien como podían, se vendían a precios muy caros. Esto hizo que el francés se independizara y partiera su propia marca donde se respetara a los trabajadores, se crearan productos de primera calidad, y se cobrara acorde a eso.

La fábrica de Jacob apareció en el lugar menos pensado. Una vez acompañó a una amiga que trabajaba en la cárcel de mujeres de Santa Mónica, donde vio máquinas de cocer en desuso y a las reclusas sin mucho que hacer, lo que lo iluminó respecto a crear Pietá, una marca de ropa, donde los mismos presos confeccionaran las prendas, utilizaran solo productos 100% orgánicos de primera, y ganaran un monto de dinero para que cuando salieran en libertad, tuvieran un respaldo económico.

Además, en Perú existe la ley que promulga que cualquier preso que trabaje, ya sea cocinando, haciendo cerámica, tejiendo para una marca textil, tiene una rebaja de condena de un día por cada cuatro trabajados. Cuando partió Pietá era un día por un día, pero cambió la legislación. Aún así, es una tremenda motivación para los presos, que además de sentirse útiles, aprender nuevos oficios, ven cada vez más cerca la posibilidad de reinsertarse en la sociedad.

Luego de un año de pruebas, Pietá salió al mercado el 2012. "No quería que fuese una marca cualquiera con una historia potente pero con un producto de segunda. Había que demostrar, además, que estos chicos eran capaces de hacer ropa que pudiese competir con cualquier estudio de costura en cuanto a calidad", dijo Jacob cuando presentó el trabajo.

Cashmere, alpaca, seda, algodón pima, son los materiales de la tradición textil peruana con que trabajan los más de 30 presos, provenientes de tres cárceles distintas. Cada prenda es numerada y firmada por el recluso que la confeccionó con su nombre. Hacen ropa a pedido para no irse a pérdida, en general con stock de 3.000 prendas por temporada. Sus principales compradores provienen de Estados Unidos, Francia y Alemania y ahora la idea es expandirse, para que no sea una marca de nicho, sino masificada y que beneficie cada vez más a un grupo mayor de reclusos.

Por hacer zapatillas, poleras, camisas, chaquetas, accesorios, los reclusos ganan por sobre el sueldo mínimo fijado en Perú ($174.721), lo que a los más necesitados, les permite comprar productos de higiene que muchas veces son escasos (papel higiénico, pasta de dientes, cepillo), o acceder a una mejor comida en la cárcel. Todos también ahorran para tener un colchón económico cuando salgan de prisión. Muchas veces Jacob contrata a quien cumple su condena.

El nombre de la marca, Pietá, se basa en la obra de Miguel Ángel, quien retrató la última etapa de Jesucristo antes de la resurrección. Jacob quiso hacer la analogía con estos presos que están previos a salir y empezar de nuevo.

Si quieres saber más del proyecto o los valores de las prendas, puedes escribir a hola@projectpieta.com

¿Crees que Pietá es un proyecto que puede mejorar la reinserción social de los reos? ¿Qué otras iniciativas conoces?