Cárcel, Reinserción, Fondo Esperanza
Imagen: Gojko Franulic

Emprendiendo tras las rejas

Trabajo en producción de muebles y artesanías para presos es lo que está desarrollando Fondo Esperanza a través de un Banco Comunal de microcréditos que busca apoyar a los reclusos y a sus familias a través del emprendimiento.

Por Macarena Fernández | 2015-05-19 | 05:00
Tags | Cárcel, Reinserción, Fondo Esperanza

¿Qué pasa con la economía de las familias de los presos, mientras se cumple la condena? ¿Te lo habías preguntado? Imagínate que un padre o una madre es el único sustento económico de su familia y que, por distintas razones, un día cae preso. ¿Cómo vive la familia durante ese tiempo?

Esta fue una de las principales razones por la que Fondo Esperanza (FE)- institución de desarrollo social, que tiene como misión apoyar el emprendimiento de mujeres y hombres emprendedores de sectores vulnerables a través de servicios microfinancieros, capacitación y redes de apoyo, con el objetivo de aportar al mejoramiento de sus condiciones de vida, la de sus familias y comunidades - decidió desarrollar este proyecto de emprendimiento, con el fin de que los reclusos puedan emprender y aportar al desarrollo económico de sus familias, demostrando que se puede salir adelante a pesar de estar privado de libertad.

El proyecto funciona a través de un Banco Comunal, un grupo de 21 a 25 personas que viven y/o trabajan en un mismo sector y que se unen voluntariamente para obtener microcréditos, capacitación y fortalecer sus redes y para fomentar la organización y la solidaridad en las personas para el logro de objetivos comunes.

Actualmente ya están trabajando en tres Centros Penitenciarios, el de Osorno, Linares y Limache, y debido al éxito que han tenido, esperan expandirse rápidamente a otras cárceles.

Respecto a los beneficios de esta iniciativa,Verónica Toro, encargada de Banco Comunal, cuenta a El Definido que “genera una reinserción económica y social, porque pasan a ser parte del sistema, ya que pueden elaborar y vender sus productos, contar con una red de apoyo, tener clientes para que una vez que salgan en libertad, puedan usar esa experiencia, saliendo mejor preparados en el área de negocios, para que puedan llevar sus emprendimiento de manera independiente”.

Cómo nace este proyecto

La historia comenzó el 2013 en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Osorno, donde un grupo de internos aceptó el desafío de confiar en sus pares, en FE y en sus habilidades manuales para emprender.

Tras meses de arduo trabajo, lograron conformar el Banco Comunal “Unión, Emprendimiento y Trabajo” (UET), el que actualmente está compuesto por 26 hombres y cinco mujeres que trabajan en la producción de muebles y artesanías en madera y cuero.

Luego de los exitosos resultados obtenidos, la institución dio un paso más y, en junio pasado, replicó este ambicioso proyecto en la VII Región del Maule. “Creciendo juntos” es el nombre del grupo solidario que reúne a 17 internos. Tal como sucedió en Osorno y Linares, desde fines del 2014 se encuentra funcionando el primer Banco Comunal del Centro de Detención Preventiva de Limache, denominados “Los cumplidos”.

Cómo funciona un Banco Comunal

Los emprendedores que participan del piloto son seleccionados en conjunto con el área laboral de Gendarmería de los tres recintos penitenciarios, quienes se fijan en el interés que muestran los postulantes y luego seleccionan a los con mejor comportamiento y a quienes participan regularmente de los talleres laborales del recinto.

Luego, Fondo Esperanza, a través de un plan de educación dirigido a adultos, imparte talleres durante las reuniones de cada Banco Comunal, que pueden ser semanales, quincenales o mensuales. Quien lidera las reuniones es el Asesor Banco Comunal, que es la persona de FE a cargo del proyecto, quien mantiene una relación cercana con los reclusos.

Las clases que se imparten son de mueblería y artesanía en cueros; y asesorías para que el emprendimiento funcione, por lo que cada clase es distinta, dependiendo de las dudas que tengan los participantes.

Para vender sus productos, los internos deben generar redes. Aquí los gendarmes cumplen un rol importante: por ejemplo, realizan ferias de venta de productos y recaudan fondos para cada interno.

Las ganancias casi en su totalidad son traspasadas por los internos a sus familiares directos o también en algunos casos les permiten a los internos abrir una cuenta de ahorro para guardar el 15% de sus ganancias; para que llegado el día que cumplan con su condena, cuenten con dinero disponible para que se puedan reinsertar en la sociedad.

La experiencia ha sido muy gratificante, no solo para Fondo Esperanza, sino que también para los reclusos y para Gendarmería. Según nos cuenta Carolina Delquén, Jefa de Oficina de Osorno, “antes de la llegada de FE a la cárcel de Osorno había muy pocos internos con un buen nivel de ventas. Cuando llegó Fondo Esperanza cambió esa realidad, porque los internos participantes del Banco Comunal ahora tienen recursos y gendarmería los apoya en todo para vender sus productos. Los internos agradecen mucho la oportunidad que les permite colaborar y ser un aporte económico en sus casas, porque muchas veces, por estar en la cárcel, no pueden ayudar a sus hijos, parejas y padres”.

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Comentarios
Marco Canepa | Editor | 2015-05-19 | 11:52
3
Hace rato pienso que eso que se plantea al inicio es justamente uno de los más grandes puntos ciegos de nuestro sistema penitenciario: cuando metes preso al proveedor de la familia, obligas a su pareja a continuar el "negocio" delictual para subsistir y mantener a sus hijos. Luego la pareja cae presa y quedan los niños a cargo del Sename. Y luego ellos delinquen.

Además de ayudar a emprender a la persona que cae presa -y ojalá optar por medidas alternativas al encarcelamiento cuando sea posible-, debería pensarse un modelo de intervención integral al grupo familiar del reo. De lo contrario, por cada persona que metes a la cárcel creas varios nuevos delincuentes.
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