¿Recuerdan a ese compañero de curso que las tenía todas? Ese que su mayor problema era no saber qué estudiar porque era rápido con las matemáticas, amante de la literatura, una bala para biología y su voz parecía salida del soundtrack de Los Coristas. Bueno, eso mismo pasa con las ciudades. Hay unas que se destacan en un solo ámbitos y si nos ponemos generosos en dos, pero hay otras que no destiñen en casi ni un área y son oficialmente las mateas del mundo. Aunque por supuesto que si nos ponemos a escarbar, tienen sus debilidades. Como el compañero capo, que era un cero a la izquierda cuando se trataba de improvisar payas para el 18 de septiembre.
Desde hace algunos años que el Centro de Globalización y Estrategia del IESE y el Departamento de Estrategia del IESE Business School, juegan al rol del inspector del curso y evalúan las ciudades del mundo para ver cómo se están portando en los diferentes frentes. Este año, aumentó su campo de investigación y estudió 148 ciudades a partir de un modelo teórico que tiene en cuenta 50 indicadores de 10 áreas diferentes. De eso, salieron 25 ciudades ejemplares, de las cuales quince son europeas, cinco norteamericanas, cuatro asiáticas y una de Oceanía... pobre Latinoamérica, es como el que se sentaba atrás y todos querían jugar con él en el recreo pero le hacían el quite cuando había que hacer trabajos en grupo.
El objetivo de IESE Cities, en todo caso, está muy lejos de querer humillar a las que van más atrás. Por el contrario, la idea es fomentar el modelo Cities in Motion, basado en cuatro factores principales: ecosistema sostenible, actividades innovadoras, equidad entre ciudadanos y territorio conectado.
Para poder promover estos pilares, las 10 áreas que se estudian por ciudad y así se les hace una comparación lo más objetiva posible. Son las siguientes:
1. Gobernanza. El ciudadano es el punto de encuentro para solucionar todos los retos de las ciudades. Cuentan factores como el nivel de participación ciudadana o la capacidad de las autoridades para involucrar a los líderes empresariales y agentes locales. En esta dimensión Birmingham (Reino Unido) ocupa el primer puesto.
2. Gestión pública. Se trata de las acciones destinadas a mejorar la eficiencia de la administración, incluyendo el diseño de nuevos modelos organizativos y de gestión. En este apartado se abren grandes oportunidades para la iniciativa privada, que puede aportar una mayor eficiencia. En este caso Londres, Inglaterra, se ubica en primer lugar.
3. Planificación urbana. Para mejorar la habitabilidad de cualquier territorio, es necesario tener en cuenta los planes maestros locales, el diseño de zonas verdes y espacios de uso público, así como apostar por un crecimiento inteligente. Los nuevos métodos de urbanismo deben centrarse en crear ciudades compactas, bien conectadas y con servicios públicos accesibles. Oslo (Noruega) ocupa el primer puesto.
4. Tecnología. Aunque no sólo de la tecnología viven las ciudades, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son parte de la espina dorsal de cualquier sociedad que quiera llamarse inteligente. Hong Kong (China) es la ciudad que se encuentra en la cima de este ranking.
5. Medio ambiente. Mejorar la sostenibilidad medioambiental a través del apoyo a los edificios verdes y las energías alternativas, una gestión eficiente del agua y de políticas que ayuden a contrarrestar los efectos del cambio climático es imprescindible. Las ciudades que mejor se posicionan en esta dimensión son Zúrich, Ginebra y Helsinki.
6. Proyección internacional. Las ciudades que quieran progresar deben lograr un puesto predominante en la escena mundial. Cuidar la proyección internacional pasa por mejorar la marca de la ciudad a través de planes estratégicos de turismo, atracción de inversión extranjera y representatividad en el exterior. Paris (Francia) es la ciudad que ocupa el primer puesto.
7. Cohesión social. La preocupación por el entorno social requiere el análisis de factores como la inmigración, el desarrollo de las comunidades, el cuidado de los mayores, las desigualdades, la eficacia del sistema de salud y la seguridad ciudadana. Doha (Qatar) se hace con la mejor calificación.
8. Movilidad y transporte. Dos grandes retos para las urbes son facilitar el desplazamiento dentro de las ciudades, muchas veces de grandes dimensiones y facilitar el acceso a los servicios públicos. La ciudad de Frankfurt (Alemania) es la primera de este ranking.
9. Capital humano. El principal objetivo de toda ciudad debería ser mejorar su capital humano. Por tanto, debe ser capaz de atraer y retener talento, crear planes para mejorar la educación e impulsar la creatividad y la investigación. La ciudad que ocupa el primer puesto en esta dimensión es Londres, Inglaterra.
10. Economía. Incluye todos aquellos aspectos que promueven el desarrollo económico de un territorio, como los planes de promoción de la económica local, los de transición y los industriales estratégicos, la generación de clústeres y la innovación. La ciudad que encabeza el ranking en economía es Nueva York, Estados Unidos.
Promediando cada ítem, la ciudad más inteligente del mundo bajo estos criterios es Londres, seguida por Nueva York y en tercer lugar Seúl, en Corea del Sur. Las otras siete ciudades que se ubican en el top ten son: París, Ámsterdam, Viena, Ginebra y Munich dentro de las europeas y Tokio y Singapur en representación de las asiáticas.
En cuanto a Santiago, figura en el puesto número 86 (al igual que el 2013), pero ojo, que es la ciudad más inteligente de Latinoamérica dentro de las estudiadas, así que no todo es tan malo. Nos sigue Buenos Aires, Argentina (91), el D.F. de México (95) y Bogotá, Colombia (97). Nuestra mejor calificación a nivel global estuvo en gestión pública, donde nos encontramos en el puesto 24. Estas cifras hay que analizarlas como lo hizo el estudio: tanto América Latina como África tienen mucho margen de mejora y hay que hacer uso de él.
Los profesores Joan Enric Ricart y Pascual Berrone son quienes están a cargo del estudio y sacaron ocho enseñanzas claves de todas las cifras que arrojó la investigación:
1. No existe un modelo de éxito único.
Las ciudades que encabezan el ranking no son idénticas, sino que priorizan distintas dimensiones. Existen variados caminos a través de los cuales una urbe puede llegar a ubicarse en lo más alto del índice. Esto significa que las ciudades deben escapar del enfoque one-size-fits-all. El primer paso para ser una ciudad mejor es definir qué tipo de ciudad se quiere ser y en qué dimensiones se quiere mejorar.
2. No basta con ser bueno en una sola dimensión.
Ciertas ciudades se sitúan en la cima del ranking en determinadas dimensiones, cuando en el ranking general están en puestos más allá del 70. Esas ciudades son las que llaman desequilibradas. La recomendación para estas es que si pretender jugar en la liga de los campeones, deberán alcanzar mínimos aceptables en el conjunto de dimensiones.
3. Es importante tener en cuenta el conjunto.
En relación con el punto anterior y de acuerdo con el modelo propuesto, es importante infundir una visión de conjunto al proceso de gestión urbana. La separación de las diez dimensiones es útil como herramienta que facilita el análisis, pero en la práctica los elementos están vinculados. Una de las principales responsabilidades de los gestores urbanos consiste en entender cuáles son las interrelaciones entre las diferentes dimensiones que constituyen una ciudad, así como las ventajas y desventajas que conllevan.
4. La ciudad perfecta no existe.
Es muy difícil que una ciudad maximice todas las dimensiones. Aun aquellas que se ubican en los primeros puestos del ranking tienen puntos débiles. Por ejemplo, ciudades como Londres o Nueva York tienen un largo camino por recorrer en la dimensión de cohesión social. A estas ciudades, calificadas como diferenciadas, se les recomienda que aprovechen las ventajas en las dimensiones que son líderes para avanzar en las posiciones en que quedan rezagadas. Por ejemplo, una ciudad puede aprovechar su liderazgo tecnológico para mejorar su dimensión de medioambiente.
5. Los cambios son lentos para la mayoría de las ciudades.
Si bien el análisis indica que existen ciudades que pueden hacer grandes progresos en relativamente poco tiempo, como Singapur, Boston o Barcelona, en general indica que para la mayoría, las modificaciones de las posiciones no han sido significativas de un año a otro. Esto se debe, en gran media, al tiempo que los proyectos de envergadura necesitan para cristalizar. Existen muchas ciudades que tienen problemas para enfrentarse a los principales desafíos por falta de colaboración entre las entidades públicas y privadas, las instituciones cívicas y los ciudadanos.
6. El uso del ICIM como herramienta de planificación.
Para poder definir la ciudad del futuro, es decir, la visión de la ciudad, es importante partir de un buen diagnostico. Este informe ofrece un marco conceptual y evidencias empíricas que pueden servir de ayuda tanto a las ciudades incluidas, como a las que se han quedado fuera. Para las primeras, se ofrece una radiografía de su estado actual y para las segundas, les permite identificar las dimensiones que cabe considerar en su planificación urbana.
7. Las ciudades no siempre tienen la reputación que merecen.
El ICIM y la percepción que el público en general tiene de la ciudad constata que existen ciudades que deben funcionar mejor a la hora de comunicar sus virtudes (por ejemplo Singapur se sitúa en el top ten del ICIM y 77 en la percepción de sus ciudadanos). También pasa esta situación a la inversa.
8. Las ciudades no operan de forma aislada.
Cada ciudad es diferente, pero ninguna funciona de forma aislada a la realidad de su país. Si bien es cierto que inversionistas, talentos y turistas tienen la tendencia a comparar y decidir entre ciudades, estas decisiones no son ajenas a las condiciones que ofrecen los países donde se ubican estas ciudades. El gestor urbano debe ser capaz de identificar las amenazas y las oportunidades que el contexto nacional ofrece para blindarse de las primera y aprovechar las segundas.