De chicos seguramente escuchamos la sentencia "NO es NO", pero un poco más crecidos, empezamos a oír eso de que "el que calla, otorga" o "cuando la mujer dice que no, quiere decir sí". Bueno, en universidades como Harvard, Princeton y Berkeley, podrían empezar a enseñar algo distinto: "sí" significa "sí" (Yes means yes) y la ausencia de un "no", no es un "sí". Se trata de la ley contra delitos sexuales aprobada en California, donde si no hay un consentimiento afirmativo a la hora del acto sexual, hay problemas.
En Estados Unidos se han tomado el tema de las violaciones bien en serio. La proporción de mujeres víctimas de violación o asalto sexual ha caído 64% entre 1995 y 2005, y se redujo un poco más para el 2010, a 1,1 por cada 1.000 mujeres por año. Ahora el foco está en las universidades. Si bien no hay registro en la Oficina de Estadísticas Judicial de que sucedan más violaciones a mujeres de entre 18 y 24 años dentro de estos establecimiento que fuera de ellos, los esfuerzos se están poniendo ahí. Una de las medidas del presidente Barak Obama para combatir el tema fue hacer públicas las investigaciones por casos de violación en más de 70 colegios y universidades, cuando anteriormente todos estos casos se resolvían con las puertas cerradas y los micrófonos apagados.
Este mes, el Senado aprobó de forma unánime la norma SB 967, según la cual todas las instituciones postsecundarias, públicas y privadas, que adopten la política de "sí significa sí", recibirán aporte estatal destinado a los estudiantes. La ley es la primera en determinar un lenguaje claroa la hora de diferenciar una relación consentida de una agresión o violación en un campus universitario. A partir de ahora, antes de tener relacione sexuales, se debe tener un acuerdo afirmativo, consciente y voluntario de las partes, para que no sea delito.
La pasividad y el silencio no cuentan como consentimiento, el que debe ser constante y puede revocarse en cualquier momento. Decir sí a un beso apasionado, tampoco da a entender que se quiere tener un acto sexual con la otra persona. Que no haya resistencia, tampoco. Y es que, según los impulsores de esta norma, la victima puede tener miedo por su integridad personal y por eso no detiene a la otra persona. Los más defensores de la normativa aseguran que no hay porqué esperar que la persona sea agredida, para que tenga validez su rechazo.
Con esta ley, nadie que esté borracho, drogado, inconsciente o dormido (suponemos), podrá dar consentimiento a relaciones sexuales.
Las universidades en que se aplicará, están obligadas a entrenarse en cuanto a cómo tratar las querellas y no hacerles preguntas inapropiadas a las víctimas. Además, se debe educar a los alumnos en cuanto a la naturaleza del consentimiento y el vocabulario explicito para utilizar previo al acto sexual. Así también, los establecimientos tienen que contar con acceso a consejería, servicios médicos y otros recursos por parte de los involucrados.
A pesar de que ya se dictaminó la norma y hay varias universidades que ya la están poniendo en práctica ―entre ellas, la Universidad de California y la Universidad Estatal de California—, hay varias organizaciones que han levantado una voz contraria respecto al funcionamiento de la ley.
La Coalición Nacional de Hombres se mostró contraria, por considerarla una ley discriminatoria hacia los varones, abriendo la puerta a que se hagan falsas acusaciones e incrementando el peligro de demandas infundadas.
Otros críticos, aseguran que es ponerle una camisa de fuerza a la sexualidad humana, es tener al Estado diciéndote cómo debes comportarte en un encuentro sexual. Joe Cohn, de la Fundación para los Derechos Individuales en la Educación, ha mostrado su rechazo asegurando que la ley "no es consistente con la forma en que actúan los adultos."
Incluso los evangelistas han presentado sus reparos ante la nueva ley, ya que el "preguntar primero y preguntar a menudo", que es la idea que buscan inculcar los talleres de sexualidad que promocionan esta política, puede ser vista como torpe dentro de la pareja o hasta "mata las pasiones". Los mismos terapeutas sexuales recomiendan dejarse ir en el acto sexual y darle espontaneidad e incluso algo de misterio a la relación.
Pero las defensoras feministas dicen que las personas estarán más atentas a si ambos se sienten entusiasmados con la experiencia sexual y que vale la pena parecer torpe o generar algo de incomodidad previo al acto, si es para resguardar que no se cometa una agresión.
De todas formas, hay legisladores que aprueban la ley, pero que señalan que el consentimiento puede ser no verbal, relajando un poco las cosas. Por su parte, hay universidades que han establecido políticas similares de precaución, pero también considerando consentimiento asentir con la cabeza o acercarse a una persona. Las instituciones lo adaptan a sus modelos, pero solo el tiempo dirá si es posible regular una de las facetas más complejas y privadas de la experiencia humana.