Cuando el somalí Abdifatah tenía 11 años, fue secuestrado junto a su hermano, en medio de la guerra civil que vivía su país. Los soldados rebeldes los detuvieron por meses y los obligaron a trabajar como esclavos, haciendo las tareas de la cocina y limpiando la sangre de los harapos que utilizaban los combatientes del ejército. La historia continúa con Abdifatah luchando por proteger a su pequeño hermano y tratar de disfrazar esa cruda realidad con historias de fantasía.
Suena a la contratapa de un libro o el tráiler de una película. Pero no es más que la historia de un hombre, que si viviéramos en otro país, podría tocarnos en el asiento de al lado de la micro o ser el tipo que nos atiende en el banco. Y es que si no podemos escribir un libro, al menos todos podemos ser uno.
Eso fue lo que pensó un grupo de jóvenes de Copenhague en 1993, buscando una solución para disminuir la violencia luego de que acuchillaran a un amigo de ellos en una discoteca. Pero ¿Cómo se relacionan la literatura y los crímenes? Al igual que los libros, las personas se pueden clasificar por género: feministas, anarquistas, policías, homosexuales, católicos, budistas, docentes, alumnos y así una categoría para cada quien. Ahora, cuando existe la instancia para el diálogo, para "leer" al otro, se derriban muchos de los prejuicios e ignorancia que existen a la hora de actuar con violencia. Basados en esa teoría, los jóvenes nórdicos crearon The Human Library Organization (HLO).
El proyecto comenzó en Dinamarca con 75 ejemplares. Cada uno era representado por una persona, que al igual que los libros, tenía un título para atraer a los "lectores". El objetivo era concientizar a los jóvenes contra la violencia, a través del intercambio de conocimientos. Uno de los ejemplares más solicitados fue un joven árabe musulmán.
Fue tal la respuesta de la gente, que la biblioteca humana se empezó a reproducir en varios países. Muchas organizaciones mundiales la utilizan para romper con los estereotipos de la sociedad y combatir la exclusión social y la discriminación.
La HLO cuenta con el respaldo del Consejo Nórdico y de la Dirección del Consejo Europeo, entre otras organizaciones. Esto le ha permitido estar en más de 30 países con bibliotecas humanas, siendo Australia uno de los más potentes.