A medida que las ciudades crecen, los hábitats naturales disminuyen y poblaciones de ciertos animales deben migrar o ajustarse al nuevo entorno que el desarrollo humano les impone. Esto ha llevado a un fenómeno cada vez más generalizado: animales salvajes viviendo en la ciudad.
Hay casos donde su presencia ha resultado en una excelente atractivo turístico, mientras en otros se han convertido en un verdadero dolor de cabeza.
En partes de las ciudades japonesas de Nara e Hiroshima, los cientos de ciervos mansos que deambulan abiertamente por las calles son una atracción que lleva a cientos de miles de turistas al año. Según el sintoísmo, los ciervos son mensajeros de los dioses; hoy en día, inspiran ternura en niños y adultos que tienen la oportunidad de verlos.
El único peligro es que, como todo animal salvaje que ha sido alimentado por el hombre, si no se les da comida pueden atacar a las personas (aunque es poco frecuente). Esto incluye todo desde cornadas frontales a mordiscones a traición, repartidos indiscriminadamente entre turistas y habitantes locales. Dicho esto, también se pueden encontrar ciervos que agachan la cabeza a modo de reverencia para recibir comida.
Si bien las ardillas en los parques te dan una adorable bienvenida a algunas ciudades de Estados Unidos y Canadá, hay otros inquilinos salvajes un poco menos amistosos. Se estima que solo en el área metropolitana de Chicago, al norte de Estados Unidos, hay aproximadamente 2.000 coyotes salvajes. Se les puede ver de noche deambulando por las calles y comiendo de basureros e incluso cruzando en pasos peatonales, cual quiltro bien educado.
Por otro lado, se estima que en Londres hay alrededor de 10.000 zorros rojos, y se pueden ver tanto en el día como en la noche. Hay quienes los consideran plaga y otros que los alimentan y cuidan, pues sienten que le dan un sentido de identidad a la ciudad. Los ataques a bebés, ruidos nocturnos y el fuerte olor que dejan, tienen a los zorros en el tapete de discusión, pero no se puede negar que pueden llegar a ser tiernísimos.
En India, los macacos y vacas son sagrados. Desde tiempos inmemoriales, las vacas se han paseado a sus anchas por donde quieren: es común ver a una sentada en la mitad de la calle, con el tránsito circulando alrededor de ella. Si causan un taco, causan un taco y punto. Pero lo que está causando cada vez más problemas son las poblaciones de macacos “vándalos”.
Tanto en Delhi como otras ciudades indias, hay crecientes hordas de macacos que roban, atacan y le hacen la vida imposible a los habitantes. A tal punto que National Geographic sacó una serie llamada “Monos Ladrones”, donde siguen a una banda de estos mamíferos en la ciudad de Jaipur, famosa por los ataques simiescos. Tanto habitantes como turistas tienen que cuidar todas sus pertenencias, puesto que los inteligentes animales son capaces de robar prácticamente cualquier cosa (a excepción de autos y cajeros automáticos).
Australia rebosa de fauna indómita (y muchas veces mortífera, como les contamos hace un tiempo) y a menudo comparte lugar con los seres humanos. Es común ver todo desde equidnas, koalas y canguros circulando por las calles de suburbios en ciudades pequeñas, a serpientes y sapos venenosos escondidos en el patio.
En muchas de las ciudades hay enormes bandadas de loros y caturras que deleitan a turistas y habitantes con sus lindos plumajes y sirven de despertador para quienes tienen la "suerte" de estar cerca de un nido (¿Eso de los pajaritos cantando a las cuatro de la mañana? En Australia son alaridos más potentes que un despertador).
Foto: Richard Taylor / Flickr
¿Que los ratones te comieron las plantas? En Australia las zarigüeyas (comúnmente conocidas como “pósum”) se lo comen todo. Velas, cojines, plantas, almácigos y toda la basura que puedan encontrar. Caminando por las noches, es común ver estos marsupiales rechonchos andando por los cables eléctricos, incluso en el centro de ciudades como Sydney, Melbourne y Brisbane. Para su desgracia, no son muy buenas cruzando al calle, así que suelen aparecer aplastadas en el camino. Tan acostumbrados están a verlos en este estado, que ya se venden peluches temáticos al respecto.
En Lilongwe, la capital de Malawi (al sureste de África), han comenzado a aparecer hienas en los últimos años. Son raras de ver, pero por lo que cuentan habitantes y turistas, se escuchan en varias partes de la ciudad por las noches.
En la mitad de Guayaquil, la ciudad más grande de Ecuador, se encuentra el parque Seminario. Lo que a primera vista se ve como una apacible plaza junto a la Catedral Metropolitana, se transforma en un paraíso reptiliano una vez que se está dentro: cientos de iguanas merodean a sus anchas dentro de este pequeño recinto, felices de recibir comida de los miles de turistas que visitan el parque al año.
Foto: Windell Oskay / Flickr
El elefante es el animal nacional de Tailandia y es común verlos caminando por las calles de Bangkok, la capital. A pesar de que fueron prohibidos en la ciudad, todavía se puede ver a estos grandes paquidermos con sus cuidadores vendiendo artesanías y alimento para elefantes, con tal de lograr subsistir. Estos mamíferos son pacíficos, pero al estar en un medio con mucho ruido y estrés, ha habido varios casos donde se han registrado ataques a personas y autos.
Foto: Wikipedia
En Anchorage, capital del estado norteamericano de Alaska, los habitantes conviven en la ciudad con lobos, osos y alces. A pesar de que todos estos animales pueden ser peligrosos (especialmente los alces, cuando están con cría), el 92% de los habitantes afirmó en una encuesta que la fauna era parte importante de su comunidad. El 86% dijo que los encuentros con estos animales, en desmedro del peligro, hacían que la vida en la ciudad fuera más interesante y especial.
Foto: Cherielindquist / Tumblr
¿Quién es el que tiene el derecho a vivir dónde? En muchos de los casos listados anteriormente, la proliferación de animales salvajes en la ciudad se ha visto acrecentada por hábitos humanos, como dejar la basura desprotegida o el abandono indiscriminado de mascotas. Ni hablar que la deforestación causada por el hombre ha dejado muchas especies sin hábitat natural y han tenido que adaptarse a los espacios urbanos. ¿Cuál es la solución?
Ciudades como Anchorage logran convivir en relativa armonía con la naturaleza autóctona, pero las poblaciones animales introducidas (como los perros callejeros, caturras argentinas o chaquetas amarillas, en el caso de nuestro país) son un problema difícil de resolver en prácticamente todos los rincones del mundo. Peor aún, muchas veces los animales salvajes son acusados injustamente de la muerte de animales de granja y son exterminados incluso contra la ley, como es el caso con cóndores y gatos monteses en Chile.
Las soluciones que distintas organizaciones, gobiernos y personas proponen son variadas, pero coinciden en algunos puntos: información y trato responsable. En el caso de los perros, implementar planes de información y esterilización extensivos (puesto que los sacrificios son crueles y no solucionan el problema); para el resto, preocuparse de resguardar bien la basura y no alimentar a los animales salvajes. Nuevamente, estas son solamente líneas generales: cada problema necesita ser analizado exhaustivamente para encontrar las soluciones más adecuadas.