*Esta nota fue originalmente publicada en 2013.
Propinas: la satisfacción de unos es el sueldo de otros (en algunas partes)
¿Te gustó la comida, el servicio estuvo bueno y la velada fantástica? El mesero o mesera se lleva un bello 10% de propina o quizás un poco más, si se lo merece. Hay algunos restaurantes que incluyen el 10% de servicio, pero uno puede escoger no pagarlo (si es que se está insatisfecho con la atención) y hay otros que ponen un ítem llamado "propina sugerida". Esta es la realidad de Chile y, en cierta medida, en la mayoría de los países del mundo occidental.
Hay pequeñas excepciones, eso sí: en Australia y Nueva Zelandia no se acostumbra dejar propina, puesto que a los meseros se les paga relativamente bien (5 mil pesos la hora por lo bajo) y hay un 10% ya incluido en la boleta, pero en cafés y bares hay jarros de vidrio para dejar monedas o billetes extra. En el caso de repartidores, a lo sumo se aplica aquello de "quédese con el cambio". Y en Italia, a diferencia del resto de Europa, dejar propina no es bien visto. pues es como si insinuaras que no le están pagando lo suficiente a sus empleados. A lo más se "redondea" la cuenta hacia arriba para dejarles un par de euros, pero nada más.
Al otro extremo, se puede decir que Estados Unidos es el rey de los agasajos: la norma en restaurantes es del 10% si es que el cliente está insatisfecho, pero lo "normal" es entre 15 y 20% o incluso 25%, si el servicio estuvo muy bueno. De ahí que en muchos otros países se peleen los turistas americanos, puesto que son estereotípicamente vistos como generosos dadores de dinero.
Asia, en muchos sentidos, tiende a ser el "mundo al revés". Si bien en China los sueldos son famosamente bajos (no en vano hasta hoy sigue siendo la gran factoría del mundo), no hay una cultura de propinas como la conocemos. Sólo restaurantes finos le agregan un 10% a la cuenta, pero por lo general uno paga sólo por lo que consume y nada más. A lo sumo, un par de dólares para el guía turístico.
En Corea del Sur, al igual que en Japón, dejar propina puede llegar a ser un insulto: culturalmente, si uno está satisfecho con el servicio, la recompensa que se le da al restaurant es volver a ir y recomendarlo a más personas. Dejar dinero a cambio de buen servicio es visto como una "prostitución" del sistema. Por lo que si dejas un billete o unas monedas, van a hacer lo posible por devolvértelos, aunque signifique salir a la calle corriendo detrás de ti.
En un artículo anterior aclaramos la importancia que tiene para las fundaciones benéficas el vuelto que donamos en el supermercado, buscando disipar la desconfianza que desde hace años se ha ido acumulando respecto al sistema. Este tipo de micro donaciones en tiendas y supermercados también se encuentra en países como Argentina, Perú y Estados Unidos (de donde, muy probablemente, es originario) y cumple dos funciones: uno, aprovechar el "molidillo" de monedas que a menudo es un poco incómodo reutilizar, a no ser que se tenga una buena alcancía o monedero, y dos (la más importante), ayudar a fundaciones y gente que lo necesita.
Pero si alguna vez creíste que este sistema abusaba de tu confianza, te indignaría saber que en Brasil te hacen "donar" el vuelto sin siquiera preguntarte y en beneficio de la fundación "para mi bolsillo". Desde el año 2004 que ya no se hacen monedas de un centavo (salía más caro hacerlas de lo que valían), por lo que en una gran cantidad de supermercados y tiendas simplemente no te dan los centavos de vuelta: redondean el precio hacia arriba, quedándose de frentón con los centavos extras.
Algo en principio similar ocurre en Australia y Nueva Zelanda, donde tampoco existen monedas de un centavo de dólar (por el mismo motivo que Brasil), sólo que se redondea hacia arriba o hacia abajo: uno o dos centavos se redondean hacia abajo y tres o cuatro centavos hacia arriba. Lo cual es un pasatiempo para muchos asiáticos asiduos de las compras y descuentos: van al supermercado con calculadora en mano para asegurarse de tener esos dos centavos "extra" al final de la compra.
En Japón son prolijamente buenos para darte hasta el último yen, sin excepciones. De hecho, en las cajas de algunas tiendas tienen recipientes donde hay monedas de un yen y puedes utilizarlas para "redondear" tu propia compra hacia arriba. Y, si tienes yenes de sobra, puedes dejarlos en dicho recipiente para que la próxima persona pueda utilizarlos con el mismo fin. Lo más curioso es que estos recipientes nunca están vacíos: siempre tienen yenes para la próxima persona.
¿Comprar un chicle con un billete grande? No importa dónde estés en el occidente, lo más probable es que el cajero, almacenero o dueño de la tienda te mire con cara de pocos amigos. ¿En Asia? Te lo aceptan sin siquiera chistar, pues dinero es dinero y siempre tienen vuelto.
Nuestro sistema de propinas, a diferencia de los países donde ya está incluida en la cuenta, nos habilita para "premiar" o "castigar" a quien nos está proveyendo un servicio, pero al mismo tiempo deja al descubierto una incómoda realidad: bajas remuneraciones. Esto es latente incluso en Estados Unidos, donde se sabe que a los meseros se les explota con la promesa de obtener buenas propinas, pero éstas no siempre dependen de su buen desempeño, sino del estado de ánimo del cliente.
¿Y qué hay de los vueltos? Los chilenos distamos de ser los habitantes más ricos del planeta, pero observando cómo otros países manejan los vueltos, es emocionante ver que incluso personas humildes decidan donar el cambio en nuestro país, ya sea por comodidad o porque realmente hay otros quienes pueden necesitarlo más que ellos.