En 1999 el estudiante norteamericano Casey Fenton tenía en sus manos un pasaje de bajo costo desde Boston a Islandia para pasar un fin de semana largo, pero había dos problemas: Primero, quería conocer el país a fondo y no como un turista, y segundo -y tal vez lo más importante- no tenía dónde quedarse.
Se le ocurrió la idea de enviarle correos electrónicos a más de 1.500 estudiantes en Reikjavik, la capital islandesa, preguntándoles si podía alojar en sus sillones.
Más de cincuenta estudiantes le contestaron. Tras un par de intercambios, tenía muchos islandeses interesados en mostrarle la ciudad. Un fin de semana increíble después, decidió nunca más quedarse en un hotel, sino que optar por exóticos colchones.
Fenton, estudiante de Ciencias de la Computación, pensó durante todo el vuelo de vuelta en cómo transformar esta experiencia en un proyecto. Así nació Couchsurfing, el año 2004.
Hoy es una comunidad de más de seis millones de miembros, en 100 mil ciudades de casi todo el mundo que "comparten sofás", colchones, piezas y camas a viajeros de todas partes.
"Couchsurfing conecta a los viajeros con locales que conocen muy bien su lugar de origen y que pueden llevar a los miembros a una experiencia de que otra forma no serían capaces de encontrar. Los anfitriones de Couchsurfing invitan a sus huespedes a compartir con ellos un período corto de tiempo, que a menudo crea amistades duraderas en el proceso", asegura a El Definido la vocera de Couchsurfing, Colleen Sollars.
¿Cómo funciona?
Primero te haces una cuenta, en la página www.couchsurfing.org y según el lugar donde quieras ir, buscas perfiles de distintas personas dispuestas a alojarte en sus casas. La estadía es por un tiempo determinado, normalmente breve (dos a tres días) y de manera totalmente gratuita.
Hay varias pasos a seguir para asegurarse de no caer en el colchón equivocado. Primero, los mismo usuarios evalúan y tienen feedback tanto de los lugares en que alojaron, como de las personas que ellos recibieron. Es muy importante leer bien el perfil de las personas, ya que ahí se detalla su personalidad, intereses y experiencias. La idea es que el viajero busque a alguien que calce con su propio perfil. También hay una galería de fotos. Existe además la opción de realizar una verificación de domicilio. Mientras las personas puedan saber de manera más fácil que eres auténtico, más invitaciones de hospedaje recibirás.
El proceso se completa enviando una solicitud a los potenciales huéspedes y, una vez que te aceptan, coordinando un punto de encuentro. A partir de allí, todo es contacto humano. Una vez concluida la estadía, se escribe una reseña mutua de la experiencia, para referencia de futuros couchsurfers.
Si quieres ser un Couchsurfer educado, sólo tienes que seguir cuatro simples normas de comportamiento. No sólo te servirá para tener una buena relación con quien lo está recibiendo, sino que también ayudará a que tu perfil este mejor valorado, lo que siempre será útil para futuros viajes.
1. Ser transparente: los perfiles más completos son los más solicitados. No sólo porque generan confianza sino también porque en ellos se pueden ver los gustos e intereses de las personas. Para la vocera de Couchsurfing, la confianza es el tema clave: "Es lo que hace que los miembros estén dispuestos a invitar a la gente a sus casas y crear conexiones que de otro modo serían imposibles".
2. Comunicarse: Nunca olvidar que a pesar de la buena voluntad de las personas que ofrecen alojamiento, uno está pidiendo un gran favor. Por lo mismo hay que solicitarlo de manera amable, ojalá bien explicativa de quiénes son y por qué queremos ir a tal lugar. Mostrar que no sólo buscamos un lugar donde quedarnos, sino también una experiencia cultural.
3. Ser un invitado, no un huésped: Recordar que a pesar de que no conocemos a esa persona, de cierta manera nos está invitando a ser su amigo y parte de su comunidad. Por lo mismo hay que esforzarse en interactuar con el anfitrión y sacarle el jugo a la oportunidad de conocer una ciudad con sus habitantes locales.
4. Retribuir el gesto: Puede ser un regalo llevado desde el país de origen, algo que sea parte de nuestra cultura, o tal vez un libro. Algunas personas también devuelven el favor con otro favor, por ejemplo: lavando los platos, cocinando alguna comida local, cantando para ellos, cualquier cosa.
Cuando a Paula Balbontín, ingeniera comercial de 24 años, le recomendaron Couchsurfing, pensó que era ideal para buscar un alojamiento en Estados Unidos.
"Lo encontré buenísimo porque puedes quedarte gratis y es una comunidad que se basa en la confianza y en la buena onda", cuenta Paula.
Antes de viajar, pensó la ingeniera, probaría la idea en su propio sillón primero. "Para tener mayor seguridad de conseguir allá alojamiento, recibí a una gringa de Washington, de esa forma si todo iba bien, ella me daría una referencia que sirve para "validarte" como alguien confiable en la comunidad", cuenta.
Paula se fijó principalmente en que las fotos y el perfil de la estadounidense que invitó reflejaban a alguien con intereses similares a los suyos, y además esa persona, tenía varias referencias positivas de otros miembros de la comunidad.
"Fue una experiencia muy entretenida. Aproveché de practicar mi inglés, conocer otra cultura. La llevé a conocer Bellavista, el Parque Forestal. Incluso conocí partes de Santiago que son de interés de extranjeros pero a nosotros no nos llama la atención", cuenta Paula.
La página no sólo es usada por los usuarios para ofrecer y buscar alojamiento, también es usada para organizar eventos, viajes, compartir un café o simplemente conocerse en distintos rincones del mundo. A veces simplemente la utilizan para ofrecer un lugar.
"Una vez vi en la página a una chilena que tenía un departamento en Santiago y que por viaje se iba fuera de Chile un mes completo. Preguntaba por alguien que quisiera cuidar su departamento y su gatito gratis. Eso en Chile es muy raro verlo, y me pareció que esta plataforma te da la confianza para hacerlo. Creo que es una tendencia que si bien en Chile está poco desarrollada, está llegando con fuerza y se basa en creer en las otras personas y la buena intención de compartir recursos que muchas veces sobran y pueden ayudar a otros. Interconectarse", cuenta Paula.
Sebastián Arriagada, periodista de 25 años tenía pensado irse 47 días a Brasil este verano. No tenía mucho presupuesto. Tampoco iba acompañado. "En principio opté por Couchsurfing por ahorrarme unas lucas y conocer Brasil", asegura. "Hacer un viaje solo es complicado porque no conoces a nadie".
Por seguridad asegura Sebastián, elige casas de mujeres. Ojalá que hayan alojado anteriormente a un número significativo de personas. Nunca ha tenido una mala experiencia.
"Es conocer las cosas que no son turísticas de manera más interesante y entretenida. En una casa que llegué hubo una fiesta, habían cincuenta personas, me hice muchos amigos", cuenta.
Este año él prestó su sillón para recibir a dos brasileros. "Los fui a buscar al aeropuerto, los llevé a carretear, fue una muy buena experiencia". Lo sorprendió el concepto. "Para mí es creer en la bondad de la gente. Sigue habiendo gente desinteresada", explica.