En 1922, Rebecca Latimer Felton hizo historia al convertirse en el primer miembro femenino del Senado, en el Congreso norteamericano. Su puesto como senadora sería sólo por un día, pues se trataba sólo de un reemplazo, pero marcó un precedente para las mujeres que aspirarían a ocupar una silla en el futuro.

80 años después, nos encontramos con un récord histórico en la Cámara Alta. Veinte mujeres ocupando escaños, cuatro de ellas del partido republicano y 16 del demócrata.

"El progreso toma tiempo. Si miras hacia atrás en la historia, fue sólo ayer cuando las mujeres obtuvieron su derecho a votar. Pero hemos conseguido mucho progreso hasta hoy, con 20 mujeres en el senado, y creo que no hay nada que frene ese progreso", aseguró a El Definido, la senadora demócrata por el estado de California, Bárbara Boxer.

Y no sólo eso. Nueve de ellas lideran comisiones, otro récord. Algunas de ellas incluso están a cargo de comisiones históricamente masculinas, como el comité de Apropiaciones, a cargo de la demócrata Bárbara A. Mikulski.  Unos cinco años atrás, aseguran las propias legisladoras, era muy difícil ver a una mujer liderando una comisión, por menos poderosa que ésta fuera.

"Las mujeres han cambiado el ambiente del Senado de sólo de hombres a uno en que las mujeres juegan un rol clave de liderazgo y donde también lideran y son miembros de importantes comités", asegura el profesor de Ciencias Políticas de Loyola University Chicago, Alan R. Gitelson.

Siendo una característica usual el biparditismo en el Congreso norteamericano, las mujeres han dejado de lado sus partidos para formar coaliciones que han sorprendido a todos. 

En 2012 la senadora demócrata Kirsten E. Gillibrand y la senadora republicana Susan Collins, trabajaron juntas en una legislación para permitir a los gays servir abiertamente en el Ejército. 

Y el mes pasado, las senadoras republicanas estuvieron en desacuerdo con el partido y apoyaron a los senadores demócratas para reautorizar el Acta de Violencia contra la Mujer.

"Creo que están evolucionando en una fuerza representativa del Senado.

Usualmente traen perspectivas que pueden no estar representadas por los senadores hombre,

y representan ciertos temas (situaciones conflictivas por ejemplo), con mayor determinación y entendimiento", asegura Gitelson.

El baño es chico, pero el corazón es grande.

El aumento de las senadoras ha provocado problemas domésticos que, sin embargo, han sabido ser bien aprovechados. Por ejemplo, hay sólo dos baños de mujeres en el Senado, lo que significa que las legisladoras deben hacer fila para usarlos. 

Lo que podría ser una molestia, se ha transformado en una ventaja, según han declarado a distintos medios, ya que se está convirtiendo en un lugar estratégico para realizar planes.

Además de esas instancias, comen juntas una vez al mes para "crear lazos" y conversar con mayor tranquilidad de distintas políticas.

"No es que las mujeres son mejores que los hombres, eso no es lo que estamos diciendo. Sólo que llegamos a la mesa con diferentes antecedentes, experiencias diferentes, y es importante que exista esa mezcla cuando se trata de abordar los temas más importantes que nosotros como país enfrentamos y que también enfrentamos las mujeres", explica la senadora Boxer, quien también admite que aún hay mucho por hacer.

"Las mujeres aún somos poco representadas en el Senado, creo que será así hasta que lleguemos a las 50 mujeres allí, por lo que aún tenemos que luchar para incluir las voces femeninas, porque aún es un tema. Espero que en mi vida vea un Senado en que sea mitad hombres y mitad mujeres", asegura la senadora Boxer.

Los analistas concuerdan en que esta tendencia se incrementará en el futuro, no sólo con un aumento en el porcentaje de ellas en importantes posiciones políticas, sino que también se vea reflejada, por ejemplo, en una presidencia.

"A medida que pasa el tiempo, cada vez más mujeres van a encontrar su camino en el Senado. La mayoría de la resistencia tiende a existir a nivel de Estado, aunque eso está cambiando y cada vez más mujeres se están presentando a cargos locales y estatales, un camino que eventualmente las llevará a competir por un escaño en el Senado, y por qué no, también a la presidencia", asegura Gitelson.