Permítanme partir este artículo hablando a título personal: ver a los lectores pedir un “bis” al final de un artículo, como si fuera un concierto, es quizá una de las cosas más satisfactorias de este trabajo. Desde el fondo de mi kokoro, muchas gracias por eso.

En este artículo, publicado hace algunas semanas, hablamos de locuras que ocurrieron en estudios de grabación y que condujeron a la creación de canciones increíbles. Historias como la de Bob Dylan drogando a sus músicos para grabar una canción sobre la marihuana, o el disco de reunión de The Libertines, que fue grabado sobre un nido de serpientes para presionar a la banda a sacarlo rápido (o de lo contrario morirían).

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Hoy, a pedido del público, venimos con tres historias más, en las que la genialidad (o el desquicio, según se le mire) propiciaron la creación de música memorable.

Earl Sweatshirt & Na-kel: muerte y LSD

Probar LSD puede ser una de las experiencias más placenteras y enriquecedoras para quien desee explorar los rincones de su propia mente, aunque su consumo también puede desencadenar ansiedad, insomnio y hasta esquizofrenia, y claramente la medicina no lo recomienda. Sin embargo, quienes lo han probado coinciden en que un buen viaje permite explorar la propia mente más allá de sus barreras, facilitando experiencias terapéuticas o significativas para el individuo.

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Para garantizar esto, sin embargo, es vital que el sujeto se proteja de la exposición a estrés o emociones negativas, idealmente durante varios días antes de viajar. El cerebro bajo los efectos de psicotrópicos es especialmente vulnerable a situaciones de angustia, ansiedad y pánico, y es importante resguardarlo de tales peligros (y los malos viajes suelen ser tan memorables, negativamente hablando, como los buenos).

Con esto en mente, imagina la montaña rusa de emociones por las que estaba pasando el rapero Na-kel Smith al momento de recibir la noticia de que su mejor amigo fue asesinado, apenas 15 minutos después de haber tomado una estampilla de LSD.

Todo ocurrió durante una aparición como invitado en un tema del rapero Earl Sweatshirt, durante la producción de su disco I Don't Like Shit, I Don't Go Outside: An Album by Earl Sweatshirt (2015).

La creación de canciones en el rap suele ser bastante espontánea, y no es inusual que los artistas escriban las letras en el mismo estudio, minutos antes de entrar a grabarlas.

Precisamente esto es lo que Earl Sweatshirt le aconsejó a Na’kel al verlo sobrepasado por el dolor en el estudio. Escribir algo que le permitiera canalizar toda la devastación, y grabarlo de inmediato.

El resultado fue D.N.A., un oscuro track cargado de dolor y rabia.

“Podríamos tener un combate de boxeo.

Japón, Australia, sé que estarías orgulloso de eso.

Tengo un par de quejas, no voy a mentir sobre eso.

Sé que estás en un mejor lugar, ni siquiera puedo llorar por eso.

Cuando miro a las nubes, sé que me estás mirando desde arriba,

Justo al lado de la abuela, y el resto de quienes quieren verme feliz.”

La intervención de Na-kel empieza en el 1:45.

Nine Inch Nails: grabando desde la casa de los asesinatos

El álbum The Downward Spiral (1994) sigue siendo hasta hoy una obra célebre dentro del catálogo musical de los años ’90. La genialidad de Trent Reznor, el multiinstrumentalista líder de la banda de rock industrial Nine Inch Nails, encontró su madurez en este, su segundo álbum.

Tras la decadencia del rock de los ’80, en la que bandas como Mötley Crüe y Poison dominaron la escena con canciones sacadas de una fábrica de salchichas, Nine Inch Nails trajo un refrescante ímpetu, muy acorde a los cambios culturales que cargaron de nihilismo y oscuridad a la música anglo de los años ’90.

Para la grabación del disco, Trent Reznor se mudó a una mansión ubicada en 10050 Cielo Drive, Hollywood. La casa, que llevaba tiempo desocupada, es famosa por ser el lugar en el que Charles Manson y su secta cometieron el brutal asesinato de la actriz y modelo Sharon Tate, que se encontraba embar azada de ocho meses, en 1969.

Aunque en principio negó que hubiera un interés de explotar el morbo de los asesinatos para el disco, Reznor eventualmente reconoció que el lugar le llamaba por su relevancia histórica. Poco después de la grabación del disco, sin embargo, abandonó la casa argumentando que el lugar tenía demasiada historia.

Con la carga emocional del lugar, sumada a la depresión por la que estaba pasando para entonces, Reznor supo plasmar sus oscuros sentimientos a través de la experimentación. Varias canciones son, de hecho, el resultado de un trabajo de collage en el que las pistas grabadas fueron cortadas, pegadas o sobrepuestas unas sobre otras. La colaboración de personajes notables como el guitarrista Adrian Belew y el ingeniero Mark “Flood” Ellis, contribuyó a hacerlo una obra compleja pero impecable en la técnica.

Así, The Downward Spiral resultó en una ambiciosa producción de 14 canciones, cargada de densas atmósferas y texturas contrastantes al servicio de la oscuridad. Canciones memorables como la famosa Hurt, que posteriormente sería popularizada por Johnny Cash, se desprenden de este álbum.

El mismo que fue grabado en la escena de uno de los asesinatos más crueles y mediáticos del siglo XX.

Eduardo Gatti: guitarra, voz y calefont

Al final del día, los instrumentos no son más que objetos. El cajón peruano, por ejemplo, no fue más que una caja de mercadería hasta el momento en que un esclavo afroperuano se dio cuenta de que podía tocarlo como un tambor y hacer ritmos con él.

Pensando fuera de la caja, y replanteándose las definiciones de qué es un “instrumento musical”, es que Eduardo Gatti llegó al sonido característico de su canción Cántaro roto, presente en su álbum Loba, de 1987.

En el registro de un concierto realizado en Valparaíso en 2012, el cantautor nacional narra cómo fue que dieron con este peculiar sonido.

“ Todavía hay gente que me pregunta cómo se toca un calefont. Lo que pasó es lo siguiente: no es que hayamos transformado un calefont en una tuba, así como Les Luthiers, por ejemplo. Lo que pasó es que estábamos buscando en el estudio, con el productor y el ingeniero del disco, un sonido que tuviera una cierta característica musical, pero a la vez industrial […]

Yo estaba tranquilamente en mi casa, tres o cuatro días después. Una casa antiquísima que arrendamos con mi mujer durante doce años, en la comuna de La Reina. De esas casas que uno necesita un manual para abrir cada ventana: todo tiene maña. Y bueno, la cosa es que estaba sentado en el living un domingo en la tarde, y empiezo a sentir exactamente el sonido que andaba buscando, pero lejos. Empiezo a seguirlo, y llego al calefont. Este calefont tenía la siguiente particularidad: cuando alguien en la casa abría una llave de agua fría a concho, se producía adentro del calefont un sonido maravilloso. Era como estar en la caverna de los antepasados.

Así que pedí un buen micrófono, una buena grabadora, y grabé el calefont”.

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El resultado puedes escucharlo aquí. El sonido del calefont entra alrededor del 0:38.

¿Qué otra buena historia en estudios de grabación conoces?