Cuando el Imperio Británico empacó sus tacitas de té y sus palos de críquet y disolvió el Raj británico, en 1947, se puso fin a una ocupación de casi un siglo del subcontinente, pero al mismo tiempo se dio inicio a una de las mayores rivalidades de la historia entre dos entidades políticas que nacieron del ex territorio británico: India y Pakistán.
Seguramente lo habrán oído recientemente y ahora les contaremos qué está pasando, incluyendo algo de historia y lo que podría suceder en las próximas semanas.
Para una descripción más completa, pueden dirigirse a este artículo de El Definido en que lo cubrimos en profundidad, pero en pocas palabras:
Es complicado. Cuando los británicos se fueron post Segunda Guerra Mundial, Cachemira era un territorio con hindúes, budistas, una mayoría de musulmanes y dos líderes que proponían cosas distintas: unión con India (hindúes) y unión con Pakistán (musulmanes).
Cachemira era y es de todo menos un territorio homogéneo, por lo que comenzaron a haber disputas entre sus regiones, con algunos apoyando a India, otros a Pakistán y otros que creían ser lo suficientemente maduros como para mandarse solos.
Todo se “resolvió” con una división entre India, Pakistán y China (cuyo papel ha sido de muy bajo perfil, dado que sus territorios son poco habitados) y el establecimiento de una línea militarizada entre los terrenos pakistaníes e indios.
Es alrededor de esta frontera donde se han vivido olas de conflictos con el paso de los años, ganándose la reputación de ser la zona “más peligrosa del mundo”, a inicios de este siglo. En 2018, más de 500 personas civiles, militantes de ambas causas y militares de ambos países, han fallecido en relación al conflicto, siendo la cifra más alta en la última década.
Dicen que el tiempo lo cura todo, pero no en Cachemira. Las guerrillas separatistas de la Cachemira india han sido la principal flama del conflicto en las últimas décadas, al ser protagonistas de varios ataques a autoridades y edificios gubernamentales en territorio indio (tanto dentro de Cachemira como fuera).
Las intervenciones indias han sido, principalmente, para atacar a estos grupos considerados terroristas por la ley india y que, según ellos, cuentan con apoyo militar y económico de Pakistán. No ayuda el hecho de que ciudadanos paquistaníes han estado, en ocasiones, envueltos en estos ataques. El país musulmán ya ha sido anteriormente culpable de revolver el gallinero, cuando en 1965 infiltró fuerzas en la Cachemira india con el objetivo de estimular a la insurgencia local, acto que gatilló la guerra indo-paquistaní de aquel año.
La intervención india en sus territorios en Cachemira, con el pretexto de antiterrorismo, ha creado un ambiente de alienación entre los locales, sobre todo los musulmanes, que son seducidos fácilmente por la causa del separatismo. Un oficial cachemir describía a la juventud del territorio como “educada, talentosa y consumida por el odio contra el estado indio”.
La actual tensión comenzó el 14 de febrero, cuando un ataque con auto bomba terminó con la vida de 40 policías paramilitares en la Cachemira india. El ataque fue reclamado por Jaish-e Mohammad, un grupo terrorista islamista con un largo haber de ataques en la zona.
Si bien el grupo terrorista también está ilegalizado en Pakistán, India ha acusado a su vecino en varias ocasiones de hacer la vista gorda y permitir que opere en su territorio. El 26 de febrero, India, por primera vez en casi 50 años, realizó un bombardeo preventivo en suelo pakistaní, en zonas donde, supuestamente, se ubicarían instalaciones de Jaish-e Mohammad. El gobierno indio señaló que los bombardeos eran “absolutamente necesarios”.
Al día siguiente, en un confuso incidente, dos aviones indios habrían cruzado el borde entre las Cachemiras de ambos países, en respuesta a bombardeos paquistaníes en el lado indio (en zonas despobladas, señala Pakistán). Uno de los aviones habría sido derribado (aunque Pakistán señala que fueron dos), y su piloto capturado.
India demandó su liberación y, felizmente, el piloto fue devuelto a su país el pasado viernes, en lo que Pakistán describe como un “gesto de paz”. En un video, el militar elogió el profesionalismo y trato de sus pares paquistaníes y señala que lo salvaron de ser linchado por locales. También agregó que su té era “fantástico”.
El piloto Abhinandan Varthaman, amante del té y poseedor de un magnifico bigote, cruza la frontera. Fuente: Xinhua |
Los enfrentamientos, sin embargo, han continuado. El viernes pasado hubo muertos civiles y militares en ambos lados de Cachemira.
Un dato no menor es que este conflicto histórico ha sido el principal argumento para el desarrollo nuclear de ambos países. Hablamos de dos naciones que habían sido recién concebidas y con economías muy limitadas, y que tuvieron que invertir durante décadas cientos de millones de dólares en armas para tener algo de tranquilidad en caso de una intensificación del conflicto. A día de hoy, ambos países poseen cerca de 150 armas nucleares capaces de borrar a ambos territorios del mapa.
Preocupa, especialmente, la posición desfavorable de Pakistán en términos militares, dado que su arsenal nuclear es el único medio que tiene para disuadir a India de escalar el conflicto. “Las represalias paquistaníes en el escenario actual podrían provocar una respuesta destructiva de la India. Si sucede, hay que empezara preocuparse de cara a un escenario nuclear”, señala Michael Kugelman, especialista en política exterior de Asia.
El primer ministro paquistaní, Imran Khan, señaló en un discurso que ni India ni Pakistán pueden permitirse errores, considerando el potencial destructivo que poseen. “Si esto avanza, las cosas escaparán de nuestro control”, agregó.
Pese a los tratados y ceses de fuego que se han firmado entre ambos países, nunca ha habido realmente paz en Cachemira y es poco probable que exista en el corto plazo.
Lo que sí puede haber, es una vuelta a condiciones más estables. Es así como lo quiere Khan, quien, junto con anunciar la liberación del piloto capturado, llamó a su par indio, Narendra Modi, a un diálogo por la paz. Modi se ha mostrado más duro, señalando que la liberación del piloto simplemente responde a protocolos de la convención de Ginebra.
Modi se encuentra ad-portas de una posible reelección y su actuar en esta crisis está siendo juzgado por millones de votantes. La primera incursión india en Pakistán en casi 50 años, no fue producto del azar, sino una señal de decisión y poder que agradará a muchos que creen que sus vecinos no están haciendo su tarea contra el terrorismo.
Modi ha "reforzado su imagen como alguien que no va a comprometerse en lo que se refiere a cuestiones de seguridad nacional”, señala su biógrafo.
La comunidad internacional podría jugar un papel vital. Tanto Estados Unidos como Europa y China han llamado a ambos países a actuar con moderación y a abrir oportunidades de diálogo y cooperación. ¿Quizá partir con una tacita de té?