Todos lloramos. Unos más que otros, pero todos al fin y al cabo. Desde el nacimiento, como un signo de vitalidad y luego durante el transcurso de nuestras vidas, nos caen lágrimas de pena, rabia, dolor, angustia, miedo e incluso de alegría.
Llorar es un, podríamos decir, ¿privilegio único de los seres humanos? Si bien existen varios animales que efectivamente producen lágrimas, como los cocodrilos, eso no significa que puedan llorar a moco tendido como nosotros, porque en su caso se trata de una respuesta fisiológica y no emocional.
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Las lágrimas son mucho más interesantes que simples gotas de agua que caen desde nuestros ojos. Existen tres tipos y cada una tiene su razón de existir. Dentro de las que derramamos los seres humanos, están las basales, las reflejo y las emocionales.
Cada lágrima que derrama tu ojo, tiene distintas capas, así que no creas que se trata simplemente de agua. De hecho, tienen una estructura muy parecida a la de la saliva, ya que contienen enzimas (las que ayudan a matar los gérmenes), lípidos, metabolitos y electrolitos.
En primer lugar, encontramos una capa mucosa interna, que es la que mantiene la lágrima adherida al ojo. Luego, una capa gruesa intermedia, que es acuosa para mantener el ojo hidratado, repeler las bacterias y proteger la córnea. Por último, tienen una capa externa oleosa que ayuda a mantener la superficie de la lágrima suave, lo que le permite al ojo poder ver a través de ella y además, ayuda que no se evaporen las otras capas, previniendo que el ojo se seque.
No hay una respuesta clara para esto, ya que hay personas que después de llorar se sienten mejor, pero también hay otras que no y, evidentemente, tampoco es buen llorar todo el tiempo.
La psicóloga e investigadora de la Universidad de Pittsburgh, Lauren Bylsma, ha participado en varios estudios sobre el llanto, concluyendo que muchas personas que se sienten mejor después de llorar, es cuando han recibido apoyo de otra persona en ese momento. Sin embargo, dice que si uno intenta contener las lágrimas o llora en un entorno donde no cuenta con el apoyo social necesario, probablemente no ayudará a sentirse mejor.
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Con el pasar de los años, la producción de lágrimas basales va siendo más lenta, lo que puede llevar al desarrollo del ojo seco, un problema común en las personas que pasan por cambios hormonales. Por ejemplo, cuando las mujeres están embarazadas o durante la menopausia. También, se puede desarrollar por el uso de lentes de contacto o como efecto del tabaquismo.
Así es, las investigaciones han concluido que las mujeres lloran con más frecuencia que los hombres y esto tiene una explicación biológica. ¿Cuál?
La testosterona (hormona con mayor presencia en los hombres) puede inhibir el llanto y la hormona prolactina (con niveles más altos en las mujeres), puede promoverlo.
Aunque esa no es la única explicación, porque también la frecuencia del llanto puede depender de factores sociales, culturales y del valor que le damos a este. Por ejemplo, es probable que muchos hombres casi no lloren, porque como sociedad nos hemos “encargado” de decirles, desde muy chicos, que llorar “es de niñitas”.
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En inglés, ya existe un nombre para aquellas películas que nos hacen llorar, y las llaman tearjekers. En realidad basta con googlear “películas para llorar”, y en menos de un segundo, tendrás disponibles cientos de artículos con listados de películas que te harán derramar más de una lágrima.
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¿Quién no lloró con El Rey León o con Coco? Lo que ocurre con este tipo de películas, es que la hormona oxitocina, que liberamos al llorar, no distingue entre seres humanos de carne y hueso, y los personajes en una pantalla de televisión. Entonces, al ver este tipo de películas que nos hacen empatizar con la situación, es difícil que no caiga una lágrima por tus ojos, ya que tu cerebro responde como si fuera una situación real. (Una recomendación personal: si tienes ganas de llorar con una película, tienes que ver 100 metros).
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Aunque todavía no se sabe por qué lloramos con emociones fuertes, para muchos es un alivio explotar en llanto ante ciertas situaciones. La clave está en dejar que fluya sin vergüenza, mientras sea sano y sin utilizarlo como una herramienta para conseguir lo que quieres. Sin embargo, si crees que estás llorando más de lo común, siempre es bueno pedir ayuda a un cercano o a un profesional.