Todos conocemos a alguien que consideramos que tiene suerte, porque todo le resulta bien, se gana premios en los bingos o porque según nosotros, la vida le tiene preparadas puras cosas buenas. Pero, ¿es tan así?
● Te puede interesar: Envidia: por qué la sentimos y qué hacer para superarla
Según la profesora del Departamento de Ciencias de la Administración e Ingeniería en la Universidad de Stanford, Tina Seelig, no. Ella asegura que hemos confundido los significados de suerte, azar y fortuna, y que eso nos hace creer que la suerte es algo que llega o no llega. O, en lenguaje criollo, “un golpe de suerte” que esperamos “despiertos”, como diría Lucho Jara.
¿Hay gente suertuda que no hace nada por conseguirlo? Hoy revelamos todos los secretos de la suerte (pero sin bola de cristal, sino de la mano de la ciencia).
Seelig aclara que suerte, azar y fortuna son conceptos que tienen su propio significado y que no los debemos mezclar.
La fortuna, por ejemplo, es algo que le sucede a cada persona y que no se puede manejar, como por ejemplo, nacer en una familia unida. Un ejemplo de mala fortuna, es que te atropellen mientras cruzas la calle por un paso de cebra o cuando tienes luz verde. En buen chileno, “mala pata” (por no decir “malacue…”).
Dice que el azar, por otro lado, requiere de una acción de nuestra parte y que implica correr algún riesgo, como tirar los dados en un juego, comprar un boleto del Kino o pedirle a alguien una reunión de la que podría salir algo bueno, explica.
Por último, asegura que la suerte se "hace" identificando y desarrollando oportunidades. Sostiene que está estrechamente conectada con el comportamiento de cada persona. Ella dice que una persona tiene suerte cuando le ofrecen un buen trabajo, porque hay un esfuerzo personal involucrado, como postular al puesto y tener un buen desempeño en la entrevista, a pesar de que no todo depende de uno.
Si sientes que la suerte no está de tu lado y que todo te sale mal, quizás sea necesario que salgas de tu zona de confort, dice Seelig, porque atraparla depende de lo que hagas para conseguirla. La nube negra, amigo, no llega ni se va sola.
La profesora de Stanford, asegura que si miramos bien, alrededor de cada persona hay muchas maneras posibles de aumentar la suerte. “La clave es entender que raramente [la suerte] es un rayo, aislado y dramático, sino que es un viento que sopla constantemente” (Lucho Jara, tu “golpe de suerte”, mejor espéralo sentado).
Ella usa la metáfora del soplido del viento para explicar esto: “A veces los ‘vientos de la suerte’ soplan ligeramente, a veces en ráfagas y, a veces, en direcciones que no esperabas. Por lo tanto, necesitas construir una vela, compuesta de pequeños comportamientos, para atraparlos”. Pero, ¿cómo se pueden atrapar? Tina Seelig tiene algunos consejos.
Según Seelig, para construir la vela, hay que tomar pequeños riesgos de todo tipo: físicos, sociales, emocionales, financieros, políticos e intelectuales. Ella cuenta que le pide a sus alumnos que tracen su perfil de riesgo en un riesgómetro, calificando su nivel de comodidad con distintos tipos de riesgo, como muestra la imagen de más abajo.
● Te puede interesar: Los ocultos y sorprendentes beneficios de estar incómodo
La idea es que cada uno se esfuerce por “estirar” su riesgómetro saliendo de su zona de confort, es decir, asumiendo riesgos. Pero calma, no te asustes, nadie te pide que te tires en bicicleta desde la punta de un cerro o que arriesgues tu vida en alguna actividad extrema. Estamos hablando de riesgos que muchas veces parecen ser casi insignificantes, pero que pueden dar paso a un mundo de posibilidades.
Riesgómetro de Tina Seelig |
Estos son algunos de los ejemplos que propone para presionar los límites del riesgómetro de cada uno:
● Riesgo social: hablarle a la persona que se sienta junto a ti en la micro.
● Riesgo intelectual: abordar un problema que parece desafiante.
● Riesgo emocional: decirle a la persona que te gusta, qué es lo que sientes.
“Un riesgo social, podría conducir a una presentación para un nuevo trabajo, a información sobre un nuevo restaurante genial o a una nueva amistad. Un riesgo intelectual, puede conducir a la solución de un problema importante que genere confianza para la resolución de dificultades futuras. Un riesgo emocional, puede llevar a una conversación significativa que resuelva problemas”, dice Seelig.
De hecho, ella misma cuenta una historia en la que se atrevió a tomar riesgos. Un día estaba en el almacén de su barrio y un hombre le preguntó cómo se preparaba la limonada, ella le explicó y como notó que tenía un acento extraño, se atrevió a preguntarle de dónde era. ¡Y adivinen!
● Te puede interesar: Meter conversa: ¿Por qué no nos gusta hablar con extraños?
¡Era chileno! De Santiago, específicamente. Bueno, la cosa es que Tina le preguntó por qué se encontraba viviendo allá. Él le dijo que había viajado con su familia durante un año para poder aprender sobre el emprendimiento en Silicon Valley. Entonces, ella se atrevió a entregarle su tarjeta de presentación y le contó sobre el centro de emprendimiento de la Escuela de Ingeniería de Stanford. En los meses siguientes, Tina le presentó a varias personas en la comunidad de emprendedores y él quedó muy agradecido. Pero la historia no terminó ahí.
Dos años después, cuando ella vino a Chile, lo contactó (asumiendo otro riesgo) y él la invitó, junto a sus colegas, a un edificio en el centro. ¡Terminaron dando un paseo en helicóptero por Santiago invitados por él!
“¡Fue increíble! Por supuesto, no me presenté y no ayudé a Eduardo porque quería un viaje en helicóptero. Pero la recolección de pequeños riesgos dio sus frutos con gran suerte dos años después”, dice ella.
Steelig explica que debemos entender que todas las personas nos pueden ayudar en la captura de los vientos de la suerte. Demostrar aprecio por quienes hacen algo por nosotros e invierten tiempo en eso, es clave. De lo contrario, podríamos perder oportunidades.
En la charla TED que presentó hace un tiempo, contó que ella administra tres programas de becas en Stanford, y que cuando le envía las cartas a los que no las consiguen, recibe notas de quejas y algunos le preguntan qué podrían hacer para tener más éxito la próxima vez.
Pero solo de vez en cuando, hay personas que le agradecen la oportunidad. Dice que hace siete años un joven le escribió: "Sé que fui rechazado de este programa dos veces, pero quiero agradecerle por la oportunidad. Aprendí mucho durante el proceso de solicitud".
Steelig quedó tan impresionada por la amabilidad del mensaje, que lo invitó para que se conocieran. Cuento corto, ella lo ayudó a comenzar un proyecto que terminó siendo una compañía que le enseña a niños de entornos desfavorecidos a crear las vidas que sueñan vivir.
Una técnica que usa ella para aumentar su aprecio por las personas, es que al finalizar cada día, hace una revisión de todas las personas con las que estuvo, y le envía una nota de agradecimiento a cada una. Asegura que esto la hace sentir mejor: “les prometo que ha aumentado mi suerte”, dice.
La profesora postula que no hay ideas buenas o malas, sino que la diferencia es mucho más matizada. Y que muchas veces si se le da una vuelta a ideas que parecen ser terribles, pueden surgir propuestas muy buenas.
Ella explica que muchas empresas han comenzado como ideas locas, que la gente “tira para abajo”, diciendo: “Eso es una locura, nunca funcionará". ¡Como lo que les pasó a los cuatro fundadores de El Definido cuando iniciaron el proyecto!
Cuando empezaron a contar la idea que tenían de crear un diario de buenas noticias, “todos quienes entendían de comunicaciones (con sincera preocupación por nosotros y nuestro departamento), nos decían que íbamos a quebrar y que las buenas noticias no son noticia ni tienen rating, por lo que la recomendación final de los que sabían, era la de no perder el tiempo ni la plata en esto”, contó Cristián Mackenna hace un tiempo, cuando reveló una parte desconocida de nuestra historia.
¡Pero nos ha ido bien! Entonces, hay que dejar de lado la mala costumbre que tenemos de separar las ideas en buenas o malas, porque puede haber ideas increíbles camufladas de “malas ideas”.
Ahora, depende de nosotros arriesgarnos y probar estas técnicas para aumentar nuestra suerte. Aunque es cierto que hay personas que empiezan con gran desventaja en diversos ámbitos de la vida, y que puede que para ellos sea mucho más difícil, “los vientos de la suerte siempre están ahí”, asegura Steelig.