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Imagen: César Mejías

EEUU Vs. China: 6 cosas que debes saber sobre su guerra comercial

Ha sido el tema en boga estas últimas semanas. Las conversaciones entre ambos países parecen limitarse a amenazas de mayores tarifas de tal y cual producto, ¿qué está pasando? Aquí aclaramos todas tus posibles dudas.

Por Francisco J. Lastra @efejotaele | 2018-07-18 | 12:00
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Según la retórica del gobierno estadounidense, China no hace lo suficiente para prevenir que empresas de su país se apropien de tecnologías extranjeras y las exploten a su favor.
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China y Estados Unidos, las dos más grandes economías del mundo (y por lejos), están hasta las mechas. En pocos meses, ambos gobiernos se han subido las tarifas de los impuestos a las importaciones mutuamente, hasta llegar a un 10 y 30%, en productos de los más diversos tipos; desde lavadoras y aviones, hasta frutas.

Aunque puede sonar distante y banal, como dos millonarios tirándose fajos de billetes, la realidad es que una guerra comercial entre estos dos pesos pesados puede tener ramificaciones que impactarían a nivel mundial, sí, incluyendo a cierto delgado país cercado por el mar y la cordillera.

A continuación, lo explicamos todito.

1. Ha sido siempre una relación complicada

Como recordarán de su libro de historia Santillana (capítulo 5, página 56), China y Estados Unidos son algo así como la némesis del otro: capitalismo y comunismo enfrentados.

Han vivido momentos de gran tensión y complejidad en el último siglo. Durante la Guerra de Vietnam, de hecho, se enfrentaron directamente unos a otros, al apoyar a bandos distintos del conflicto. Otros eventos como la rebelión en Tíbet en 1959 y las protestas de la Plaza de Tiananmén en 1989, también generaron condenas públicas de Estados Unidos hacia el actuar del gobierno chino.

Por estas razones, fue recién en el año 2000 cuando se normalizaron las relaciones económicas entre ambos países, mediante un acta firmada por el presidente Bill Clinton. Desde entonces las importaciones y exportaciones se han disparado.

Si en 1997 Estados Unidos exportaba 12.862 millones de dólares a China (más de 8 billones de pesos chilenos) e importaba 62.557 millones de dólares desde China (más de 40 billones), veinte años después las cifras aumentaron a 129.893 (más de 84 billones) y 505.470 (más de 320 billones), respectivamente. Así, China se ha convertido en el segundo mayor partner económico de Estados Unidos, y éste en el más importante para el país asiático.

El periodo de Obama unió aún más a estos países. Según el experto en política exterior Cheng Li, del centro de investigación Brookings Institution:

“Entre los presidentes de la posguerra, Obama ha sido el que ha puesto menor énfasis en la imagen de mandamás de Estados Unidos. En cambio, ha enfatizado la necesidad de que Estados Unidos se integre en un mundo cambiante en lugar de pisotear arrogante y ciegamente”.

China para entonces ya no era un país emergente como en décadas anteriores, sino una potencia económica de largo alcance con la que valía la pena trabajar juntos.

2. Llegó Trump y cambiaron las cosas

Como candidato presidencial, Donald Trump no se cansó de repetir que protegería la industria nacional, aumentaría los empleos y el sueldo de los trabajadores, y que comenzaría cancelando los tratados de comercio actuales, los que, según su campaña, habían traído más daños que beneficios a la industria del país. China fue mencionado específicamente en varias ocasiones, ya que las importaciones chinas superan ampliamente a las exportaciones estadounidenses.

Como presidente, hay que decirlo, fue bastante consecuente. La Casa Blanca ha argumentado, además del déficit comercial (la diferencia entre exportaciones e importaciones), que China también provoca importantes daños económicos por robo de propiedad intelectual.

Según la retórica del gobierno estadounidense, China no hace lo suficiente para prevenir que empresas de su país se apropien de tecnologías extranjeras y las exploten a su favor. Y esto es cierto, pues China obliga a compañías del exterior a entregar su tecnología propietaria para poder hacer negocios con el país y, paralelamente, brinda apoyo a compañías nacionales que buscan hacerse con tecnologías del extranjero.

“Esto resulta en un campo de juego altamente asimétrico donde las compañías estadounidenses enfrentan políticas inmensamente restrictivas en China, mientras que las compañías chinas no están igualmente restringidas en Estados Unidos”, señala Mike Bishop, diputado republicano.

Es con este argumento, que hace algunos meses Trump anunció la aplicación de tarifas a importaciones chinas.

3. Breve resumen de la guerra comercial

A partir de enero de este año, se ha vivido un ir y venir de tarifas de ambos lados. Trump comenzó aplicando tarifas de 30% y 20% a paneles solares y lavadoras, respectivamente. En marzo amplió las medidas con un rango de tarifas para más de 1.300 categorías de productos chinos, equivalentes económicamente a un 10% de las importaciones totales. Esta vez, el presidente especificó que se trataba de una respuesta a las “prácticas (de China) para obtener injustamente propiedad intelectual de Estados Unidos”.

La respuesta de China no tardó. El gobierno presentó una queja contra Estados Unidos en la Organización Mundial del Comercio (OMC), por el aumento tarifario de productos que sería contradictorio a acuerdos firmados previamente bajo el alero de la organización. Paralelamente, anunció tarifas a 128 productos estadounidenses, entre ellos, aluminio, aviones y soja, aunque no fijó una fecha para su aplicación.

Este último punto es importante, porque indica que el presidente Xi tenía por entonces una posición más conciliatoria. “La puerta de apertura de China no se cerrará y solo se abrirá más”, señaló en abril, sin referirse directamente al conflicto económico. Xi también prometió que se tomarían medidas para salvaguardar la propiedad intelectual de empresas extranjeras y que las tarifas de autos importados se reducirían notoriamente este año.

En mayo también hubo más concesiones cuando, luego de negociaciones en Washington, China anunció que aumentarían el número de importaciones desde Estados Unidos para reducir el déficit comercial. "Estamos suspendiendo la guerra comercial, comentó entonces el secretario del tesoro del gobierno de Trump, Steven Mnuchin.

En junio fue cuando, como diría un gringo, the shit hit the fan, es decir, las cosas se pusieron feas.

Trump aprobó una tarifa de 25% a 50 mil millones de dólares en bienes chinos con tecnología industrial (más de 32 billones de pesos chilenos), pese a las advertencias de China de que se retiraría de negociaciones y que respondería con sus propias tarifas a productos estadounidenses. La Casa Blanca contestó que incrementaría el monto a ser tarifado a 200 mil millones de dólares (más de 130 billones) si Pekín implementaba estos planes.

En estas últimas semanas ambos escenarios se cumplieron. El 6 de julio entraron en efecto las tarifas de Trump a 34 mil millones de dólares en importaciones chinas (más de 22 billones de pesos chilenos), que fueron contestadas en el país asiático con una tarifa por el mismo monto. Trump reaccionó apenas unos días después, cumpliendo su promesa: anunció tarifas a 200 mil millones en importaciones chinas (más de 130 billones), equivalentes a alrededor del 40% del total anual y con la amenaza de incrementarlo hasta sobre los 500 mil millones (más de 325 billones).

4. Al parecer, no funcionará para EEUU…

Trump está evidentemente empeñado en “emparejar la cancha” con China mediante esta guerra comercial. En marzo comentó “las guerras comerciales son buenas y son fáciles de ganar”.

¿Pero beneficiará realmente a los trabajadores estadounidenses?, ¿impactará la política china frente al robo de propiedad intelectual? El consenso de expertos indica que no.

Muchas industrias del país dependen en gran medida de su comercio con China y si el país responde con sus propias tarifas, el mercado de estas empresas en Asia declinará. De hecho, granjeros estadounidenses, uno de los grupos que Trump pretendía proteger con estas medidas, ya están reportando cancelaciones de compras chinas. Las industrias que trabajan con acero, como la automotriz, también podrían vivir un declive debido al aumento del precio de la aleación causado por las restricciones.

A los consumidores, por otro lado, también le esperan precios más altos en un incontable número de productos básicos producidos en China.

Analistas también señalan que, si lo que Trump quiere hacer es golpear a China, las tarifas no lo lograrán.

"Si EEUU cree que puede afectar la capacidad de China para ascender en la cadena de valor al restringir las exportaciones, están equivocados. Todavía hay todo un mundo al que China puede vender estos productos”, señala un investigador.

Según el experto en políticas económicas Michael R. Strain, para lidiar con el problema de la propiedad intelectual Trump no debe enfrentarse a China, sino negociar, y ojalá en bloque, en compañía de otros partners económicos, ya que se trata de una situación que afecta a varios otros países.

5. Y hay otras guerras económicas

Aunque el caso de China es, por lejos, el más extremo, Trump lleva paralelamente otros planes tarifarios que incluyen a México, Canadá y Europa, este último el mayor socio económico de Estados Unidos.

El caso de Europa está subiendo de tono. Ya están en marcha tarifas al acero y aluminio europeo exportado a Estados Unidos, lo que incluso afectó el crecimiento económico pronosticado de la UE, reducido de 2,3% a 2,1% recientemente.

La UE se mostró inicialmente cauta, enviando una simple queja a la OMC. Sin embargo, las amenazas de Trump de añadir tarifas a la industria automotriz sí han tocado una fibra sensible en la tierra de los Ferraris, BMWs y Volvos.

"Que se sepa que si somos atacados, reaccionaremos colectivamente y reaccionaremos firmemente", declaró el ministro de finanzas de Francia, Bruno Le Maire.

Un efecto quizá no esperado por Trump es la unión de sus contrincantes. Europa y China se han acercado mucho estos últimos meses, buscando compensar sus pérdidas con Estados Unidos al estrechar lazos entre ellos. China es, por cierto, el segundo mayor socio económico de la UE, aunque bastante más atrás de Estados Unidos, el primero.

6. Las consecuencias para Chile y el mundo

Las mayores economías del mundo están de las mechas, ¿y qué monos pintamos nosotros?

Dada las estrechas relaciones comerciales que se viven entre países, si algo impacta fuertemente a China o Estados Unidos, se vivirá un efecto de rebote en varias otras naciones, sobre todo si las tarifas comienzan a aplicarse a productos de uso diario. Aunque no necesariamente será algo malo.

Tomemos, por ejemplo, la soya. Dado que el precio del producto estadounidense aumentará, pero la demanda china se mantendrá, la lógica indica que el país asiático se dirigirá a otros productores, como América Latina. Lo mismo sucederá con combustibles fósiles, plásticos y una larga lista de productos.

Otra historia sería para países muy dependientes de sus exportaciones a China. Si la demanda de productos chinos se reduce por la pérdida de consumidores en Estados Unidos, esto llevaría a una consiguiente reducción en la importación de componentes para sus fábricas, los que se traen mayormente de otros países asiáticos, como Malasia y Taiwán. Países que dependan de ambas potencias serían los más perjudicados, como Corea del Sur.

La película también se repetiría para empresas internacionales con fábricas en China. Por mucho que una marca sea alemana o italiana, si su industria está en el país asiático, su producción se verá afectada. Esto es el caso de la industria automotriz alemana, todo un símbolo en el país.

En Chile se vivirán ambos lados de la moneda. La industria del cobre está especialmente preocupada, ya que se trata de un elemento muy dependiente del crecimiento mundial y nuestros principales compradores son, precisamente, China y Estados Unidos (46% y 14% de la producción, respectivamente). El precio del cobre, de hecho, ya sufrió una fuerte baja por la simple incertidumbre generada por la guerra comercial.

Por otro lado, la industria del vino podría descorchar ya algunos y celebrar.

Dado que los vinos estadounidenses tendrán un alza en sus precios, es posible que la demanda china se redirija a otras tierras con producción de tradición y calidad.

Los productos chinos también podrían buscar nuevos mercados, sobre todo en Europa y América Latina, lo que ocasionaría una baja en el precio de productos electrónicos y vestuario provenientes del país asiático.

Otras posibles consecuencias solo se verán con el tiempo, mientras esta guerra económica de varios frentes continúe.

¿De qué otras formas crees que esta guerra comercial puede afectarnos?

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Comentarios
carmen concha | 2018-07-20 | 14:06
0
Sube el dólar, baja el cobre, se devalúa el peso y bajan las pensiones.
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