Tenemos más que claro que las plantas necesitan dióxido de carbono para funcionar. Es biología básica: la fotosíntesis -el típico proceso que nos han enseñado desde chicos-, en el cual las plantas absorben agua y dióxido de carbono de la atmósfera, lo convierten en oxígeno y lo liberan al aire. Así, sería lógico pensar que mientras más dióxido de carbono haya en el aire, mejor para las plantas, ¿no?
Pero en los últimos años, los investigadores se han empezado a dar cuenta de que no es así, que el dióxido de carbono en exceso, además de estar calentando el planeta, está haciendo que los cultivos sean menos nutritivos.
Especialmente en el caso del arroz, un fenómeno que a largo plazo afectaría a las más de dos mil millones de personas alrededor del mundo que dependen directamente de este para nutrirse y alimentarse diariamente.
¿Esto significa que en unos años un delicioso plato de arroz con huevo, ya no será lo mismo? ¿Nos podría hacer daño? ¿Qué se puede hacer para prevenirlo? Aquí te contamos.
La composición química de una planta depende del equilibrio existente entre el dióxido de carbono absorbido desde el aire y de los nutrientes absorbidos del suelo. Si alteramos ese equilibrio, la planta cambia. En el caso del arroz, lo hace de maneras aún inesperadas para nosotros, pues no se habían hecho grandes estudios en torno a este tema. Se había investigado cómo se ve afectada su producción con el cambio climático, no su calidad nutritiva. Hasta ahora.
Según un estudio publicado este año por un grupo de investigadores de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, las plantas de arroz que crecen en un ambiente con mucho dióxido de carbono se vuelven muchísimo menos nutritivas. Así, el arroz se iría transformando en algo totalmente distinto al que conocemos hoy.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores hicieron un experimento en el que simularon la concentración de dióxido de carbono que supuestamente habrá en nuestro planeta el 2100, versus la concentración actual, con 18 de las principales variedades de arroz. Una de las autoras del estudio y la directora del Centro para la Salud y el Medio Ambiente Global de la Universidad de Washington (EE UU), Kristie Ebi, explica Al medio estadounidense The Conversation, cómo cada nutriente se vio afectado (el promedio de las 18 variedades) y sus consecuencias. Vayamos por parte.
- Vitamina B: los cultivos expuestos a una mayor cantidad de dióxido de carbono contenían un 17% menos de vitamina B1 (tiamina), 17% menos de vitamina B2 (riboflavina), 13% menos de vitamina B5 (ácido pantoténico) y 30% menos de vitamina B9 (folato).
Esto porque una alta concentración de carbono en las plantas reduce la cantidad de nitrógeno producido, lo que afecta directamente la formación de vitaminas B. Y estas nos sirven por ejemplo, para la regulación de nuestros sistemas nerviosos, para convertir los alimentos en energía y para combatir las infecciones.
Además, el folato (vitamina B9, que es la más se ve reducida ante altas concentraciones de dióxido de carbono) es un nutriente clave para las mujeres embarazadas, esencial para el desarrollo fetal. La falta de esta puede provocar defectos en el cerebro, la columna vertebral o la médula espinal de las guaguas al nacer.
- Proteínas: los experimentos mostraron también una reducción del 10% en las proteínas en los cultivos expuestos a más dióxido de carbono. Estas son las que hacen la mayor parte del trabajo dentro de las células de nuestro cuerpo y son necesarias para la estructura, función y regulación de los tejidos y órganos del cuerpo.
- Hierro: también se redujo un 8%. Su insuficiencia en la dieta puede llevar a una anemia (condición en la que hay deficiencia de glóbulos rojos, que son los encargados de transportar el oxígeno por nuestro cuerpo). Puede llegar a causar, además, fatiga, dificultad para respirar o dolor en el pecho, o complicaciones más graves, como insuficiencia cardíaca o retrasos en el desarrollo de los niños.
- Zinc: se redujo en un 5%. La deficiencia de este en la dieta pueden llevar a una pérdida de apetito, disminución del olfato, menor cicatrización de heridas y debilitación del sistema inmune. El zinc también influye en nuestro crecimiento y desarrollo, y su consumo es muy importante en mujeres embarazadas y niños.
- Los únicos que se mantuvieron intactos y no presentaron cambios, fueron la vitamina B6 (que ayuda al funcionamiento de enzimas, sistema inmune y desarrollo cerebral durante el embarazo e infancia) y el calcio (mantiene los huesos fuertes, junto con otras funciones importantes). Además, se produjo un aumento de la vitamina E (antioxidante e impulsor del sistema inmune) en la mayoría de las variedades de arroz.
Para los fanáticos del arroz, del sushi y todos sus derivados, esto puede sonar como una tragedia de magnitudes (me incluyo). Cómo vamos a vivir sin arroz, ¿no? Para un porcentaje bastante grande de la población, esta pregunta es real y debería importarnos, porque decenas de países, principalmente en Asia, dependen del arroz para sobrevivir, pues es un componente esencial de su dieta alimenticia.
Un cuarto de las calorías a nivel global es proporcionado por los granos de arroz, según el estudio. Además, aproximadamente 600 millones de personas, principalmente del sudeste asiático (lo que incluye a Bangladesh, Cambodia, Indonesia, República Democrática Popular de Lao, Madagascar, Myanmar y Vietnam), obtienen más del 50% de sus calorías y/o energía directamente del arroz. Las consecuencias de este fenómeno para ellos serían grandes.
Los cambios nutricionales que analizamos más arriba pueden tener efectos importantes sobre su salud, si es que no cambia el escenario. Hoy ya hay millones de personas que viven en la pobreza y sufren problemas nutricionales, porque dependen solamente de un alimento que les proporciona las proteínas, vitaminas y otros nutrientes necesarios para vivir. Y si ese alimento cambia su composición, estos problemas podrían acentuarse. "Los cambios en la cantidad de nutrientes son potencialmente importantes para aquellos cuya dieta no tiene alternativas a estas vitaminas y minerales esenciales", asegura Kristie Ebi.
La situación puede parecer un poco catastrófica, pero siempre hay cosas que se pueden hacer para revertir o aminorar este tipo de problemas. En El Definido sobran los ejemplos sobre cómo podemos enfrentar el cambio climático.
Una de las acciones que pueden tomar los productores, por ejemplo, según el estudio, es seleccionar los cultivos para producir arroces nutricionalmente superiores, ya sea a través de su reproducción o de su modificación genética. Otra opción sería aplicarle fertilizantes minerales o fortificarlos biológicamente después de la cosecha.
Y como consumidores, lo que podemos hacer, es informarnos sobre los efectos que puede tener el cambio climático en nuestra nutrición, para educar a otros también. Y lo más obvio: cuidar nuestro medioambiente, para evitar que el dióxido de carbono nos invada.
Porque como dijo el escritor uruguayo Eduardo Galeano, "mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo".