*Esta nota fue originalmente publicada el 15 de junio de 2018.
Podemos ver cómo ha aumentado el porcentaje de mujeres que deciden ser madres sin tener pareja, cómo crece la tendencia a entender que una mujer puede criar a sus hijos sola, y, al mismo tiempo, ser testigos de cómo aumenta la participación laboral de nuestro género.
Pero, a pesar de todos estos cambios que estamos viviendo, el rol del papá en la crianza de los hijos sigue siendo clave (¡clave!), especialmente para el desarrollo de sus hijas, según la ciencia. ¿Vas a ser prontamente papá y estás esperando a una niña? ¿Tienes una hija adolescente y te maravillas con sus cambios? ¿Tienes una hija adulta y crees que tu relación con ella es única? Lee a continuación esta nota especialmente escrita para ellos. Ojo, que pueden haber lagrimones de por medio.
En general hablamos más del rol de las mamás con sus hijas o del papá con sus hijos, pero en El Definido nos quisimos cuestionar el del papá con su hija, sobre todo porque cada vez vivimos más en un mundo en el que la mujer es más independiente y protagonista de sus propias decisiones. ¡Nos parece genial que sea así! Pero es importante también detenerse para cuestionarse cómo las personas a nuestro alrededor nos van moldeando, especialmente nuestros padres.
Primero veamos cómo trata un papá a una hija en comparación con un hijo, según este estudio científico realizado el 2017, publicado en la revista estadounidense Behavioral Neuroscience.
Para la investigación, ellos analizaron los datos de 52 papás de niños pequeños de Atlanta, Estados Unidos, que usaron un dispositivo electrónico en sus cinturones por dos días. Cada nueve minutos, este se encendía y grababa el sonido durante 50 segundos. Con los datos pudieron sacar tres grandes conclusiones
1. Los papás con hijas son más comprometidos y receptivos:
Los papás con hijas mujeres suelen ser más comprometidos y receptivos a sus necesidades -en comparación con los que tienen hijos hombres- así como también más abiertos a hablar con ellas sobre sus emociones, especialmente la tristeza. Puede ser algo cultural o no, pero todo indica que los padres de niñas, tienen la ternura a flor de piel <3.
Por ejemplo, mientras con los hijos juegan a actividades más bruscas y revoltosas (como el fútbol), con las hijas son más de cantar juntos y silbar (obviamente y como en todo, hay muchas niñas que aman los juegos activos o el fútbol, es solo una tendencia captada por el estudio).
Esto sugeriría, según el estudio, que los papás con hijas mujeres están más presentes y atentos en sus interacciones interpersonales, lo que a su vez facilita que ellas puedan desarrollar mejor su capacidad de empatizar con otras personas.
2. Los papás con hijas usan un lenguaje analítico y que hace referencia al cuerpo:
Los papás con hijas suelen usar con ellas un lenguaje amoroso que hace referencia al cuerpo, como "guatita", "patita" y "manitos".
Los padres con hijos, por otro lado, como son más de jugar rudamente, usan un lenguaje más relacionado a los logros, como “orgullo”, “ganar” o “primero”.
Claramente en este caso se trata de un rasgo cultural, y que no estaría nada mal homogenizar: decirle a las niñas que es también es importante ponerse metas y ganar, y tratar a la vez a los niños con un lenguaje más tierno y amoroso.
Así también, quienes tienen hijas mujeres usan un lenguaje más analítico con ellas, lo que, según este artículo, podría vincularse con el éxito académico y profesional que ellas tengan a futuro. Incluso, investigaciones anteriores han destacado lo importante que es el lenguaje que emplean los papás con sus hijos e hijas para ir dando forma a las habilidades verbales que necesitan para el futuro.
3. Neuronalmente los papás responden distinto a la sonrisa de una hija o un hijo:
Los investigadores de este estudio también llegaron a la conclusión de que los papás con hijas responden más activamente a la sonrisa de sus hijas mujeres.
Específicamente, ellos presentaron una respuesta mayor en las áreas de procesamiento visual del cerebro, probablemente entregándoles mayor atención a ellas. Además, la región del cerebro que involucra a las emociones positivas, también se activó.
El estudio indicaría que los papás con hijas mujeres experimentan un mayor placer cuando ven la felicidad en sus caras, que en la de sus hijos varones (niños, no se alarmen, que sus papás también son felices al verlos reír pero, por alguna misteriosa razón, un pelín menos según este estudio).
Una buena relación con el papá evita que la niña desarrolle ansiedad o depresión
Todo lo mencionado afecta en gran medida el desarrollo de las mujeres: su autoestima, empatía, desarrollo verbal, entre otros.
Pero sucede que a cierta edad, cuando empieza a llegar la pubertad, muchos papás se sienten más cómodos relacionándose con sus hijos hombres, porque les es más fácil. Michael Gurian, filósofo social estadounidense especialista en la crianza de niños, cree que tanto el padre como la madre aportan perspectivas diferentes en la crianza durante la adolescencia.
“Las chicas, por su tendencia a la intimidad y a experimentar la vida a través de muchos vínculos, a menudo se encuentran atrapadas en dramas sentimentales y conflictos emocionales que pueden ser muy dañinos para ellas. Aunque es sano que las mujeres procesen las emociones y elaboren lo que les pasa, es igualmente importante que aprendan a cortar con la emoción y puedan pasar a la acción. Muchos papás no saben que ellos pueden enseñarles eso y muchas otras cosas más", dice Gurian.
Además, según este estudio, las niñas que tienen buenas relaciones con sus papás son menos propensas a desarrollar ansiedad y depresión, y son mejores manejando el estrés del día a día. También se sienten mucho más cómodas hablando de sus sentimientos, lo que les permitirá construir mejores relaciones a futuro. ¡Una buena relación con tu papá es clave!
La relación que cada papá tiene con su hija es esencial y única. Complementada con el importante rol que tiene también la mamá, pueden ir ayudándola a desarrollarse y desenvolverse en este mundo que cambia a pasos agigantados. No carguemos la mano a las madres y tengamos figuras paternas empáticas con sus hijas, que las guíen y encaminen a convertirse en mujeres valientes y seguras (¡ellos mismos acabarán beneficiándose!).