Preguntar si amas a los animales es como preguntar si te gusta la pizza con piña. Obvio que sí, mil veces sí. Es cosa de tomarse unos minutos para mirar una lagartija, un perro, un pájaro o un elefante, y no tardarán en maravillarte en algún sentido.
Sin duda son seres complejos, mucho más de lo que creemos. Aunque nos guste ver su lado “humano”, los animales responden a instintos y necesidades de maneras poco “sofisticadas” a nuestros ojos. Algunos de estos comportamientos se explican en temas de supervivencia, otros aún complican a científicos.
A continuación, te contaremos del lado oscuro del mundo animal, ese que definitivamente fue censurado de libros escolares.
Puede que enamoren con sus piruetas e inteligencia, pero estos cetáceos, específicamente los nariz de botella, dejan mucho que desear a ojos de la moral humana.
Se han observado casos de delfines matando marsopas y sus crías, tanto en el Atlántico como en el Pacífico. Los ataques son brutales. Los delfines utilizan ecolocación para ubicar los órganos vitales de la víctima y, en grupos, las embisten hasta la muerte. Aquí los científicos dicen que no se trata de competición (por el alimento, por ejemplo), sino simplemente es una forma de ventilar frustración sexual en delfines jóvenes.
Y tampoco son nada tímidos para embestir humanos:
También se sabe que los delfines nariz de botella, como otros mamíferos acuáticos, pueden llegar a cometer infanticidio. Hace pocos años, investigadores registraron un caso en vivo. Una hembra a punto de dar a luz fue seguida por dos machos, quienes trataron de matar a la cría apenas nació. Científicos creen que se trata de una maniobra para hacer que la hembra esté sexualmente disponible antes de tiempo, ya que cuidar a su cría la obligaría a varios años de indisponibilidad.
Otros “pecados” de estos no tan “tiernos” animales son: acoso de hembras por grupos de machos (y en algunos casos fertilización forzada) y también relaciones sexuales entre parientes.
Ah, por cierto, Los Simpsons ya nos habían prevenido sobre ellos:
Guardamos buenos recuerdos de ellas gracias a su mejor embajador: Timón, la suricata de El Rey León. Sin embargo, la cruda realidad nos indica que tienen algo más en mente que comer viscosos pero sabrosos bichos (¿o ese era su amigo Pumba?).
Las suricatas viven en grupos dominados por una hembra alfa (sí, Timón era un perkin), quien reparte los roles de trabajo y reproducción. Si una hembra “inferior” osa tener una camada sin su permiso, la respuesta de la hembra alfa es brutal. Luego de matar a todas las crías, le da dos opciones a la hembra rebelde, según científicos: exilio o proveer de leche y cuidar a su propia camada.
Investigadores creen que así la hembra alfa obtiene dos ventajas evolutivas: reduce su competencia y asegura el cuidado de sus crías. ¿Y por qué las hembras “inferiores” aceptan estas condiciones? Científicos hipotetizan que el costo de vivir -en términos de seguridad, estrés- bajo el férreo matriarcado, es menor que vivir por cuenta propia.
Las nutrias, con sus “manitos” flotando de espaldas, habrán provocado más de un “awwww”, pero científicos señalan que pueden ser realmente malvadas, nivel Charles Manson.
Investigadores han observado que las nutrias machos pueden ser las protagonistas de una situación de rehenes. Un macho se acerca a una cría cuya madre se encuentra recolectando alimento, y comienza a ahogarla. Una vez que la madre se hace visible, el macho roba su alimento y se aleja. Niños, no lo hagan en casa.
Las nutrias también son reconocidas por copular con una violencia inusitada. De hecho, no es poco común que heridas derivadas del proceso sean causa de muerte. Y quizá el peor crimen de las nutrias macho: pueden “confundir” crías de foca con una hembra y forzarlas a copular con resultados fatales para las pobres crías.
Sí, también los pingüinos tienen su lugar en esta lista de bastardos. Más exactamente, los pingüinos emperador.
Científicos han observado un comportamiento algo alarmante en madres que han perdido a su cría: secuestran a otra. Así, tal cual. Secuestran a una cría de otra mamá-pingüino y se la llevan por algunas horas o, a veces, hasta semanas. Una vez que pierden el interés, dejan a la cría robada a su suerte. Muchas veces se muere, literalmente, de frío.
Un estudio señala que se trata de un subidón de prolactina, una hormona que empuja al comportamiento parental y que lleva a las mamás pingüinos a lidiar con la muerte de su cría de esta forma tan peculiar.
Un animal tan similar a nosotros, algo de la malicia humana tendrá (incluso podrían superarnos en ciertos aspectos, aunque en otros son totalmente adorables).
El canibalismo ocurre con frecuencia en el mundo animal y, aunque los chimpancés lo hacen raramente, los detalles son escalofriantes. Se han registrado casos de chimpancés matando crías recién nacidas y devorándolas frente a los ojos de su madre. Esto ocurre con cierta frecuencia entre grupos “enemigos” de chimpancés, pero también ocurre dentro de un mismo grupo.
Los científicos todavía no encuentran la razón evolutiva. Matar a un miembro del propio grupo, es contraproducente para el futuro del colectivo y el valor nutricional de la cría, no parece valer la pena.
Estudios señalan que los chimpancés son capaces de comportamiento psicopático, por lo que podría deberse a un comportamiento anómalo de un individuo específico. Es decir, a un monito que le falta un tornillo.
No especialmente tiernos, pero sin duda majestuosos, y ahora veremos, macabros. Hace unos años, la temporada de caza fue tan buena para el búho nevado, que decidió celebrarlo construyendo un nido… con los cadáveres de sus víctimas.
En el invierno boreal de 2013-2014, un inusual peak en la población de leminos (roedores también llamados lemmings) generó un festín de caza para la población de estos búhos. El banquete llegó a niveles donde las aves se pusieron en onda diseñador de exteriores y comenzaron a usarlos para hacer sus nidos. Investigadores llegaron a notar hasta 70 cuerpos formándolos.
Créditos: Christine Blais-Souc.
La curiosa decisión tiene razones evidentes. Los cadáveres proveen de calor y alimento de fácil acceso a las crías de los búhos. De hecho, el peak de lemmings provocó consecuentemente un crecimiento notorio en la población de estas majestuosas aves.
¡Es broma! Los perros son perfectos. ¿Quién es un buen chico? ¿Quién?
Por último, no está de más recordar que juzgar a los animales de “buenos” o “malos” es absurdo, porque estos conceptos fueron diseñados por y para los seres humanos y no juegan un rol en el mundo animal. Por muy chocantes que sean estos comportamientos, es muy probable que jueguen algún tipo de rol e intervenir en ellos podría incluso dañar a las especies.