En 1965, fui invitado por Paul McCartney para grabar un solo de tuba en una de sus composiciones para el álbum Revolver. Finalmente, la canción no quedó en la placa y esa grabación se perdió. Al narrar esto, mis nietos se ríen de mí, mis amigos lo olvidaron con el tiempo y la gente me llama viejo decrépito.