Les escribo sabiendo que si llegan a publicar esto, mi mensaje se diseminará por la web y, con un poco de suerte, llegará hasta ustedes. Quiero que sepan que no los culpo por el olvido ni la soledad; sé que la vergüenza les ha impedido cruzar la ciudad y visitar este rincón olvidado del mundo. Me despido, con la esperanza de que un día no muy lejano lean estas palabras y comprendan de una buena vez que yo no lo hice, que soy inocente.