Giselle, Zorba el Griego, La Flauta Mágica, El Lago de los Cisnes pueden ser obras famosísimas alrededor del mundo, pero para un niño (y muchos adultos) son difíciles de identificar.  

Sacar la cultura de los esquemas clásicos y conquistar a un público infantil, que está acostumbrado los estímulos de la tecnología, fue uno de los desafíos que tomó el Teatro Municipal de Santiago hace 9 años, para acercarlos a estos espectáculos imperdibles que merece la pena disfrutar por el resto de la vida.

La idea comenzó tímidamente, con una programación sencilla, pequeñas orquestas y conciertos del grupo Mazapán.  Hoy el proyecto es una marca, atrae a 40.000 personas por temporada, únicamente porque no tienen más capacidad y están buscando más maneras de expandirse. El Pequeño Municipal logró transformar la cultura de la ópera, el ballet, los conciertos en algo atractivo para los niños. 

Alejandra Martí es Gerente de Nuevos Proyectos en el Teatro Municipal y trabaja hace años desarrollando áreas que buscan su innovación y desarrollo, teniendo siempre como objetivo apuntar a nuevas audiencias. Desde el 2008 comenzó a potenciar la cartelera infantil y nos cuenta los pasos que condujeron al éxito de este proyecto y los nuevos desafíos de la cultura para los niños de hoy. 

Cuando se trata de niños y espectáculos, hay que ponerse en sus zapatos. ¿Qué es lo que han tenido siempre en cuenta para responder a este público diferente? Alejandra nos cuenta el marco sobre el cual trabajan en la adaptación, que considera lo siguiente: 

Narrador: Si es una obra Todo Espectador, donde hay niños pequeños, se debe incluir un narrador que haga de mediador en la historia, así ellos son capaces de entender al menos un 80% de la obra por sí solos. 

Estímulos visuales: Debe ser atractiva visualmente. "Que tenga elementos escénicos súper lúcidos, una muy entretenida escenografía y vestuario. Que tenga material audiovisual, por ejemplo en la línea de conciertos. En esa categoría competimos con el cine, con los videojuegos como el PlayStation, con el tablet, con el celular. Son niños acostumbrados a un exceso de estimulación, a muchas pantallas, entonces tiene que ser un espectáculo dinámico, con mucho ritmo", dice Alejandra.

Duración breve: Máximo una hora, siempre. La concentración y participación no dura más que eso, de otro modo, aunque sea muy atractivo, se aburrirían. 

Horarios cómodos: Los niños no se mueven por sí solos, así que las funciones deben estar adaptadas principalmente a la posibilidad de los padres y de los colegios. Hay que vincular a los padres al espectáculo y tener en cuenta que ellos también son público.

Material pedagógico y de sala: ¿A dónde vamos? ¿Qué vamos a ver? Es fundamental que el niño tenga una idea previa de la obra qué va a observar y del lugar al que va a ir. Por eso hay material para los padres (un programa que explica la obra) y también material pedagógico para los profesores, alineado con el currículum MINEDUC, para hacer una clase antes y otras después del espectáculo. 

"Si la Iglesia Católica ya no hace la misa en latín y de espalda al público, por ejemplo, ¿cómo no se va a poder modificar una ópera o un ballet? El tema de modificar los formatos es clave en esto, entonces, las artes escénicas se tienen que adaptar también, para seguir existiendo. Y no solamente en cuanto a su performance o su puesta en escena, sino en la duración… tiene que adaptarse. Y eso ha sido la clave del éxito del Pequeño Municipal", asegura Alejandra. 

Así, han logrado llenar el salón principal a tope con 1.200 personas, a pesar de haber duplicado la función del domingo. Algunas de estas adaptaciones ya existen y se replican en Chile, otras se fabrican acá, con equipos artísticos y pedagógicos.  Las obras pueden repetirse con la temporada oficial, si es que son adaptables, u ofrecer títulos completamente distintos. Como por ejemplo, los conciertos dramatizados, una línea nueva donde se acompaña la música con representaciones teatrales trabajadas con la compañía de Horacio Videla. 

El Pequeño Municipal ofrece así un programa familiar de fin de semana y otro para colegios, donde niños de hasta 12 años pueden disfrutar de obras Todo Espectador con mayores elementos de mediación y otras de Edades Recomendadas, un poco más complejas.  

No es lo mismo saber cuándo y por qué se creó una obra y cómo se monta una presentación antes de verla, que llegar sin idea alguna. La información, la comprensión, el contexto, son elementos fundamentales para disfrutar de la riqueza de un espectáculo. 

El área de audiencia que trabaja Alejandra, tiene dentro de sus áreas es "Servicio Educativo". Es todo el respaldo pedagógico del Pequeño Municipal:  los programas, el material, las capacitaciones a los profesores de los colegios que asisten. En el caso del programa escolar, les ofrecen a los docentes una visita guiada por el Teatro, donde conocen todo el backstage, la sala principal y en 45 minutos les enseñan a usar el material pedagógico con sus alumnos. Además, un video con el tour, para que lo muestren a los niños y ellos sepan dónde van a estar. La activación de conocimiento es muy importante: qué  vienen a ver, cuándo se aplaude, etc. 

"Son códigos importantes de conocer porque son barreras de entrada que después el adulto o el joven tiene y que le impedirán venir… no saber cómo vestirse, comportarse, son barreras de entrada potentes", destaca Martí. 

Ir a ver un concierto, un ballet o una ópera es un panorama entretenido para la mayoría de los niños, sobre todo con estas adaptaciones. Pero mientras ellos se quedan con ese recuerdo, hay un aprendizaje más profundo de la experiencia. 

"Un niño estimulado a través del arte, es un niño que tiene sus canales mucho más abiertos. La creatividad hoy en día es la base del aprendizaje, un niño que tiene creatividad, es alguien que va a poder reaccionar frente a los cambios de manera mucho más positiva, abierta y propositiva. Y hoy en día lo que tenemos es puro cambio. En dos años cambia todo, en un año, seis meses (…) Para mí tiene que ver con una base del aprendizaje súper potente y eso te lo da traerlo a estos espectáculos. Los colegios que están con los niños, preocupados full de matemáticas y otras cosas y no los traen a este programa, es una pérdida".

Si pensamos que esto está enfocado solamente para una elite que puede costear la visita, estamos equivocados. Además de que los precios del convenio escolar o las funciones familiares son accesibles para una gran parte de la población, el Teatro Municipal tiene proyectos sociales, para quienes no pueden pagar. Financiados por la Fundación Luksic,  trabajan con 20.000 personas: liceos técnicos profesionales en un 80% y científico-humanista en un 20%. En el ámbito escolar hay cupos disponibles para quienes no pueden pagar. También cuentan con un programa de inclusión para fundaciones de niños con Síndrome de Down, niños o adultos ciegos u otras discapacidades. 

El proyecto sigue desarrollándose, las ideas son múltiples y en este momento hay tres desafíos concretos para Alejandra. Primero, la música de cámara para niños. "De Bach a Batman" fue un caso de éxito rotundo y esperan presentar nuevas funciones en noviembre. Son en la Sala Arrau, para 200 personas: "En la medida en que generes más intimidad entre el artista y el espectador, la experiencia es mucho más potente. En esta sala los niños están sentados en cojines, a dos metros del instrumento, con una narradora, se ambienta la sala (…) La música de cámara en su origen era en los living de las casas, en ambientes familiares. Queremos recrear eso y obviamente es un aprendizaje mucho más directo". 

Luego, mejorar aún más la información y el material pedagógico, vinculándolo a lo digital. "Queremos que sea más contundente y más entretenido y lúdico para el niño (…) Si no puedes contra ellos, úneteles. La tecnología es parte de un recurso que nosotros podemos utilizar para que ellos aprendan. Es parte de la estrategia", dice Martí.

Por último, los adolescentes. Alejandra ve ahí una proyección, porque falta un eslabón de la cadena cultural. Los niños van hasta los 12 años (con suerte) al Pequeño Municipal, pero luego dejan de interesarse y ahí hay un salto hasta los 18, cuando los universitarios compran abonos con el descuento joven para ir con amigos, como un panorama. Hay que buscar una manera de motivarlos, para que aprendan a valorar este tipo de espectáculos y cuando sean adultos asistan a diferentes funciones.