Chile, país de realidades: ¿avances en inclusión escolar?
Por
Jimy Gallardo
| 2015-06-29 | 18:18
<p style="text-align: justify;">Chile es un país de realidades diversas. Sabemos, como país, que necesitamos caminar hacia un futuro en el que todos; los estudiantes, en su diversidad, tengan cabida dentro de una sociedad cada vez más exigente y cambiante, involucrando un esfuerzo que debe dar cuenta no de una suma de trabajos individuales, sino de una visión integrada, en el que el aporte de cada uno contribuya al resultado final que es la educación de todos y todas; pese a esto, en este punto se genera una divergencia importante, puesto que proponemos exactamente lo contrario de lo que necesitamos, tomando una serie de acciones independientes entre sí, que, en ocasiones, desdice los esfuerzos que se han hecho para lograr una educación más inclusiva. El decreto supremo 170 y 83 vienen a dar el marco legal y regulador de una necesidad imperante para avanzar hacia una nueva forma de educación: el integrar de manera real y eficiente a la totalidad de estudiantes que hoy coexisten al interior del aula; pero, pese a la excelente intención detrás de este esfuerzo gubernamental y al avance que significan con respecto a la legislación anterior, siguen presentando debilidades en su contenido que generan una serie de complicaciones al momento de mejorar los procesos de enseñanza de los estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE). </p><p style="text-align: justify;">
Dichos decretos funcionan en la lógica de aumentar la cantidad de recursos disponibles para los estudiantes con NEE y generar adecuaciones curriculares limitadas, brindando herramientas y recursos que deben utilizarse en, por ejemplo, la contratación de profesionales que se hagan cargo de las dificultades de estos estudiantes, a la par de proveer, por un lado, un conjunto de servicios, recursos materiales, humanos, técnicos, y conocimientos especializados, o por otro lado, la modificación del currículum en casos debidamente justificados con el fin de ayudar a atender las necesidades educativas especiales que puedan presentar los estudiantes, ya sea de manera temporal o permanente a lo largo de su escolaridad. Sin embargo, esto no soluciona el problema de fondo que subyace no a un decreto, sino a una forma de ver el sistema educativo: es el estudiante quien debe adaptarse al sistema y no a la inversa. Por ejemplo, estos estudiantes no son considerados, en su individualidad, al momento de “evaluar” mediante pruebas estandarizadas, ya que estas evaluaciones se generan para un “tipo” de estudiante, sin considerar su diversidad, es decir, no se les entiende en su forma de ver, medir y percibir el mundo que les rodea. </p><p style="text-align: justify;">El problema en nuestro sistema educativo no radica solamente en si existen o no los recursos para integrar o incluir a aquellos estudiantes distintos, el problema pasa porque el sistema escolar no se adapta a lo que el estudiante necesita, sino que busca que el estudiante se adapte a los requerimientos del sistema, lo cual reproduce un proceso educativo que coarta y limita al estudiante y su forma de visualizar la sociedad en la que vive; en otras palabras, nuestro sistema escolar no permite la diversidad, por lo que, en consecuencia, tampoco permite la inclusión. </p><p style="text-align: justify;">Ambos decretos implican avances significativos en el proceso educativo de los estudiantes, pero cabe preguntarse: ¿son los avances que necesitamos? En una sociedad dinámica y en constante cambio, en la que cada persona interactúa con otros a partir de las diversas características que cada uno posee y que se producen relaciones particulares e irrepetibles entre una persona y otro, es poco óptimo pensar en que todos tengamos cabida en un sistema escolar poco flexible. Generar una inclusión efectiva en las escuelas pasa por darle mayor flexibilidad y autonomía sistema, de manera tal que cada colegio pueda adaptarse según su realidad y las diversas realidades que atañen a cada estudiante; es necesario para ello que existan los
recursos y que se puedan hacer los ajustes necesarios, pero todo esto no sirve si estos avances no se articulan con la totalidad del proceso escolar de los estudiantes, tanto en el aula como fuera de ella, tanto en las evaluaciones como en la visión que tenemos de los propios estudiantes y sus familias. </p><p style="text-align: justify;">Si no se produce este cambio en nuestro sistema escolar, será imposible generar ese mismo cambio en la sociedad, por lo que todos los esfuerzos individuales serán infructuosos al momento de generar cambios definitivos. Es bueno que Chile sea un país con diversas realidades, pero es aún mejor que haya cabida e inclusión para todos
los realidades posibles; cuando logremos esto, podremos decir que hemos cumplido con todos los estudiantes y no solo con una parte de ellos.</p>