Estado, organización, burocracia, empresas, política, ideología, diseño
Imagen: César Mejías

La ineficiencia del Estado no es un problema de ideología, sino de diseño (parte II)

Hay 4 razones principales de por qué al aparato estatal le cuesta tanto ser eficiente. Aquí vamos con los últimos dos vicios que Joaquín Barañao pudo identificar trabajando como funcionario del Estado.

Por Joaquín Barañao | 2017-11-16 | 10:30
Tags | Estado, organización, burocracia, empresas, política, ideología, diseño
"La ausencia de una transición paulatina en ocasiones provoca, incluso, la literal pérdida de información"
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Ya hablamos, en la primera parte de este artículo, de que la necesidad de velar por el buen uso de los recursos y el hecho de que las reparticiones públicas no pueden quebrar, son dos de las razones que explican por qué el Estado es, por diseño, ineficiente. La primera de estas cualidades obliga a cualquier iniciativa estatal a pasar por eternos y engorrosos procesos de aprobación de recursos y rendición de cuentas, mientras que la segunda permite la eternización de las más insólitas ineficiencias. Pero… ¿hay más aún?

Sí. Retomamos el tema en esta segunda parte para cerrar con otros dos motivos. Pase a ver, y si no ha leído aún la parte uno, puede hacerlo aquí.

3. La fricción productiva de los ciclos políticos

a. Falta de incentivos para el largo plazo: como la dirigencia completa sabe que estará en el puesto cuatro años, es difícil empujar proyectos de largo aliento, sobre todo durante la segunda mitad del periodo. Hay funcionarios de carrera, sí, pero nunca en las más altas esferas de decisión. En empresas privadas hay también gerentes con los ojos puestos en otros lados, pero nunca la plana completa.

b. Inexistencia de traslape funcionario: marzo de 2014 me pilló empujando un nuevo software para el pago de remuneraciones, otro software de autoselección de visas, la traducción de la web de extranjería al inglés y francés, y un largo listado de proyectos de carácter puramente instrumental, que nada tienen que ver con la visión de país o la posición política de cada uno. El subsecretario ordenó a todos quienes nos desempeñábamos en su cartera una meticulosa entrega del material, para facilitar cuanto fuera posible la continuidad de las iniciativas. Lo hicimos. Pero es muy diferente a un traspaso cara a cara, implementado a lo largo de un periodo de transición. La manera adecuada de traspasar responsabilidades es el trabajo codo a codo de quien llega con quien se va a lo largo de un periodo acotado. La lógica del Estado dificulta enormemente esta posibilidad. La persona que me reemplazó tuvo que bucear en solitario al interior de una montaña de documentos, en lugar de heredar las responsabilidades de forma gradual y armónica de manos de su antecesor.

c. Partida en bloque en lugar de proceso continuo: en todas las instituciones hay renovación del personal. La gente busca nuevos desafíos y acepta pastos más verdes cuando se les ofrecen. La diferencia en el mundo público es que, cada cuatro años, debe reemplazar bloques completos de una vez, en lugar de la renovación continua que experimenta la esfera privada. La persona que asumió el software de autoselección de visas no solo me perdió a mí, sino además a todo el equipo asociado. Cuando llegó a su nuevo escritorio, no había nadie a su lado para explicar el estado de las cosas y para transmitir la utilidad del software. Una herramienta desprovista de consideraciones políticas, cuyo éxito interesa desde el Partido Comunista hasta la UDI, se vio truncado por esta dinámica.

La ausencia de una transición paulatina en ocasiones provoca incluso la literal pérdida de información. Por ejemplo, un informe sobre concesiones marítimas encargado por el Ministerio de Defensa a una consultora internacional –de esas que no cobran barato- se perdió en el ciclo Lagos-Bachelet-Piñera. Cuando se intentó consultarlo, nadie sabía a dónde habían ido a parar esas decenas de miles de dólares.

d. Incentivos y energías puestos en la reelección: en un mundo ideal, el ministro de transportes se dedicaría solo a optimizar el flujo de los ciudadanos y serían sus obras las que hablarían por él el día de la elección. En el mundo real, las autoridades políticas deben escamotear bloques en su agenda propiamente sectorial para cumplir con ese segundo gran objetivo subyacente a todo el quehacer político: ganar la reelección de la coalición a la que pertenece. No es poco el esfuerzo. El CEO de una aerolínea, en cambio, puede focalizar toda su atención en su giro, el transporte de pasajeros. Más grave, los incentivos de la autoridad política están en la implementación de medidas efectistas por sobre efectivas. A veces efectividad y efectismo coinciden, pero a muchas veces no.

e. Desembolso para operadores políticos: debido a ese objetivo transversal que es ganar la elección, las reparticiones públicas deben hacer un espacio en su planilla funcionaria para acomodar los sueldos de los operadores políticos. Esto de “operador político” le puede sonar a contubernios oscuros, propios de la familia Corleone. No es así. Es una práctica mucho más mundana, rutinaria y transparente. Son personas dedicadas a la actividad política desde un puesto en el Ejecutivo. Un fabricante de salchichas nunca se verá compelido a solventar salarios de esa naturaleza.

4. Personal y configuración del estatuto administrativo

a. El ajedrez político empeora la asignación de recursos humanos: a la hora de resolver un problema de optimización, cada restricción adicional empeora la solución final. Imagine que debe encontrar la ruta óptima para repartir diez paquetes a lo largo de la ciudad. Una vez que la ha definido, le informan que no puede utilizar calles cuyo nombre empieza con una vocal. Tendrá que redibujar el trazado, el que necesariamente será inferior al anterior. Los compromisos con las militancias partidistas generan una restricción similar en la asignación de cargos públicos. A la que podría ser la distribución óptima de funciones de acuerdo con los talentos y capacidades de cada cual, se sobrepone una serie de obligaciones con los partidos. El resultado es necesariamente peor al que se lograría si no existiese compromiso alguno. Los privados nunca conocen esta restricción.

b. Los invulnerables de planta: por alguna razón, se decidió que los funcionarios de planta son cuasi-inexpulsables. Despedir a quien alcanza ese estatus no es imposible, pero casi. Muchas de estas personas desempeñan su labor con genuino sentido del deber y amor por el trabajo bien hecho, pero muchas otras abusan de esta suerte de fuero funcionario y calientan asientos a sabiendas de que pisan sobre seguro. La rigidez de este arreglo ha derivado en cada vez más contrataciones a contrata y a honorarios, originando una suerte de sistema de “castas fiscales”.

c. Incentivos mal puestos: se premia la antigüedad por sí sola, como si más años implicara mejor rendimiento. La consecuencia es que quien trabaja bien solo ve aumentar su carga laboral. La estrategia óptima para los funcionarios sin escrúpulos (que no son todos, pero que los hay) es rendir lo mínimo y sentarse a ver el paso de las estaciones.

d. Engorroso proceso de programas de mejoramiento de gestión (PMG) y evaluación de desempeño: como no es posible ceñirse a la rentabilidad del negocio para definir los aumentos de salario, se ha instaurado un detallado mecanismo de cumplimiento de objetivos. Esto implica llenar un sinnúmero de informes y formularios, lo que requiere de la dedicación exclusiva de muchos para administrarlos y de la dedicación parcial de todos para completarlos. En 2016, el 100% de los servicios obtuvo un 100% de bonificación. ¿Es consistente con su experiencia que todas y cada una de las ramas del Estado exhiban rendimiento inmejorable, o esto se ha transformado más bien en una pesada formalidad?

A esto se suma la Evaluación del Desempeño, que se aplica trimestralmente sólo a funcionarios de planta y contrata. En la práctica, un castigo a las jefaturas que osan poner calificaciones no perfectas a sus subordinados. Una completa pérdida de tiempo. En un caso real, a un funcionario se le asignó 171 de 180 puntos y estalló en llantos. El SERVIU del Biobío aplicó una vez las calificaciones que correspondían, pero perjudicó a sus empleados en comparación a sus colegas de otras regiones a la hora de postular a la tan esperada mejora de grados, así que nunca más lo hicieron.

e. Imposibilidad de cierre de programas deficitarios: la presión solidaria de los trabajadores imposibilita el cierre de programas deficitarios. Numerosas líneas de acción han sido evaluadas como deficitarias por parte de funcionarios de carrera en base a criterios estrictamente técnicos, pero los gobiernos prefieren comprensiblemente mantener un gasto injustificado a enfrentar una paralización más amplia. Los privados también enfrentan huelgas y muchas veces los trabajadores tienen buenas razones para ello, pero la presión solo surte efecto cuando afecta actividades rentables. A la hora que hay que cerrar sucursales, yacimientos o filiales deficitarias, la decisión se toma sin más.

f. Días administrativos: hasta hace dos décadas, para pagar la cuenta del agua o reservar una hora al médico había que ir en forma personal a las oficinas. Para eso se instauraron seis días administrativos cada año. Hoy, la mayor parte de esas actividades se hacen desde el escritorio, pero los días administrativos no se han reducido ni un minuto. No para todos, pero para muchos esto se transforma en la práctica en un 40% de incremento de vacaciones respecto a los quince días reglamentarios. Algunas empresas otorgan días administrativos también, pero solo algunas y jamás seis días. Ojo, quizás sea conveniente como país tomar la decisión de extender las vacaciones, nadie está argumentando que 21 días de asueto sea demasiado, pero lo que es indiscutible es que es un beneficio más generoso que en el mundo privado.

¿Qué hacemos entonces con nuestros pozos de petróleo en Plaza Italia? Después de esta (abrumadora) lectura, algunos pensarán: “incluso si fuera cierto que el Estado acumula grasa por diseño, sigue siendo mejor que las utilidades, aunque sean menores a las que obtendría un privado, se repartan entre toda la sociedad en lugar de entre unos pocos privilegiados”. Esa reflexión parece tan de sentido común que solo pronunciar “ingreso de capitales externos” a menos de diez kilómetros de las oficinas de CODELCO causa pánico colectivo. Pero es errada, por una razón muy simple: la comparación relevante no es “utilidades para unos pocos empresarios” versus “utilidades para todos”. La evaluación correcta es “recaudación que genera un sistema de impuestos/royalties bien pensando” versus “utilidades que genera una operación estatal”.

Todo lo que acabo de compartir no es fruto de una preconcepción ideológica. Al asumir mi puesto en el gobierno, no me planteé de antemano el objetivo de confirmar mis convicciones. Solo sufrí a diario con todo esto. En serio. No digo que los privados sean infalibles, sino que dejemos que el Estado haga lo que los privados no pueden hacer, que no es poco. Para lo demás, evitemos este desfile de camisas de fuerza.

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Comentarios
Ricardo Portillo | 2017-11-16 | 13:49
2
No vivo en Chile, soy de Panamá pero tu artículo es casi un calco del sistema Estatal Panameño tenemos los mismo problemas y esperamos las soluciones.

Desde mi punto de vista el problema recae en leyes creadas siempre con un sonido político y legal. Sin dejar de lado que muchas fueron planteadas por gente que tiene poco o la menor idea de tecnología.

En el caso nuestro debemos crear una nueva Constitución para empezar a realizar los cambios y colocar en la carta magna que los procesos burocráticos deben ser diseñados solo para proteger el dinero de todos pero no hacer el procesos menos eficiente.
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Pedro Hargous | 2017-11-16 | 14:11
0
Estimado César,

Copio aquí lo que escribí en la primera parte, pues me parece un asunto muy importante por razones más de fondo que de eficiencia.

En parte estás en lo correcto, el estado es ineficiente por un problema de diseño, pero creo que hace falta elaborar razones más profundas:

El estado no está diseñado para administrar negocios, y está bien que sea así pues las instituciones democráticas tienen otras funciones más importantes : resguardar la libertad, la justicia, la paz y seguridad interna, la propiedad privada.

Caes en un error al teorizar en un principio sobre que si el estado se embarca en un proyecto minero se beneficia toda la sociedad, y esto no es así: sólo se beneficia el estado y quienes trabajen para él.

En una sociedad libre el estado no administra los negocios de los hombres, administra justicia entre hombres que administran sus propios negocios.

En la historia humana y aún en la actualidad hay numerosos ejemplos de las tristes consecuencias de la intervención del estado en el control de la economía.

Todas las personas tienen opiniones distintas, las instituciones democráticas están diseñadas para que el estado se haga cargo sólo de aquellas cosas en las cuales hay consenso sobre la forma en que se debe enfrentar un problema. En la medida en que el estado aumenta su esfera de poder y abarca más funciones, éste consenso se hace imposible y la única manera en que el estado logre algo sobre lo que no hay concenso es cercenando la libertad mediante la coerción. Por esto en la medida que el estado aumenta su tamaño, su esfera de poder y funciones, se va acercando cada vez más a un estado totalitario.

En particular en tu ejemplo, el estado está obligando a los ciudadanos a invertir dinero de sus impuestos en un proyecto y si fuera eficiente (no lo es) le reportaría utilidades al estado, para que el gobierno de turno pueda gastar de forma arbitraria.

Quiero señalar también el gran error de considerar que un negocio o inversión estatal reporte más beneficios a la sociedad que la inversión privada. Toda la evidencia muestra lo contrario. Te invito a revisar el google public data para comparar para distintos países, y verás que aquellos que tienen un menor gasto fiscal como proporción de su PIB crecen más. La razón es que una empresa estatal como menciones tienen muchas barreras que la desconectan de la necesidad de adaptarse a las necesidades de los consumidores y de las condiciones del momento, y son poco rentables: terminan en una situación de estancamiento. Las empresas privadas son más rentables y ésto es bueno para la sociedad: los dueños en su afán de ganar más y más invertirán estas ganancias en nuevas empresas generando más empleo.

Los ingresos de las personas dependen de los ingresos de las empresas privadas. El estado debe limitarse a sus funciones naturales : resguardar la libertad, la justicia, la seguridad, la paz interna, la propiedad privada.
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Joaquín Barañao | Colaborador | 2017-11-16 | 15:31
0
¿A quién diriges esto Pedro?
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Pedro Hargous | 2017-11-16 | 16:07
0
Discúlpame Joaquín, acabo de notar que César era el autor del dibujo solamente.

Debí empezar mi post con "estimado Joaquín"
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Joaquín Barañao | Colaborador | 2017-11-16 | 18:05
0
Pedro, da la impresión que no leíste el texto completo. La conclusión termina justamente en que convendría concesionar ese pozo de petróleo a privados, porque concuerdo contigo que el Estado debe hacer solo lo que le es exclusivo.

Ahora, me parece que anti-estatismo es un injustificadamente extremo. Dices:

"Caes en un error al teorizar en un principio sobre que si el estado se embarca en un proyecto minero se beneficia toda la sociedad, y esto no es así: sólo se beneficia el estado y quienes trabajen para él."

Esto no es cierto. Por ejemplo, cada año, CODELCO entrega cientos de millones de dólares en excedentes. Concuerdo contigo en que en manos de privados nos iría aún mejor a todos, pero de ahí a no reconocer ni siquiera eso carece de sustento.
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Pedro Hargous | 2017-11-16 | 22:05
1
Estimado Joaquín,

Encantado de explicarme mejor: tu argumento habla del cómo funciona el estado, yo hablo del porqué de la (no) intervención del estado en los negocios.

Debo precisar mi afirmación anterior : las ganancias del estado no necesariamente benefician a la sociedad, ésto depende del uso que le de el gobierno de turno. Por ejemplo, las ganancias de Codelco: hay un concenso mas bien generalizado de que es necesario financiar fuerzas armadas, policías, jueces; pero pocos estarían de acuerdo en un sueldo millonario para el hijo de la presidente para una práctica profesional en una repartición pública para que pueda tener una colección de autos de lujo.

Para clarificar mi punto, tu indicas con justa razón que es preferible la inversión privada a la estatal pues el estado tiene un problema de diseño. Esto es correcto en parte, pues hay razones más profundas :

Alguien podría concluir que basta con corregir todos esos procesos del estado para arreglar este 'problema' (alguien sugirió cambiar la constitución ) para que el estado pueda administrar negocios (aunque tú mismo indicaste que al tratarse de recursos públicos hay controles que no pueden eliminarse). Justamente éste es el mayor peligro: alterar las instituciones democráticas para que tomen funciones que no les corresponden.

Mi punto es que el estado no debe involucrarse en negocios, no sólo porque sea ineficiente, sino porque un estado democrático no está diseñado para administrar negocios. Está diseñado para actuar sobre lo que hay consenso entre los ciudadanos. Éste consenso está limitado a determinados aspectos de la sociedad. Un Estado que actúa en aspectos en los que no hay consenso le está imponiendo sus decisiones a la parte de la población que no está de acuerdo, y lo hace con el dinero de esos ciudadanos también, dinero que obtiene por la fuerza. Así de fácil un estado que se involucra más y más en los negocios se va transormando en un estado totalitario.

Francamente no hay buenos motivos para que el estado se involucre directamente en la administración de un negocio. Si hay alguna necesidad particular de los ciudadanos que sea importante asegurar lo mejor es dar subvenciones para que los ciudadanos puedan tomar sus propias decisiones.

Un estado democrático donde funcione el estado de derecho necesita funcionar en base a reglas generales y claras para garantizar la libertad de sus ciudadanos. Una empresa no puede funcionar así, necesita arbitrariedad para poder ajustarse a las circunstancias cambiantes e impredecibles.

Ya lo decía Friedrich Hayek (nobel de economía ) en su famoso libro Camino de Servidumbre (1944): "se puede decir que nuestra generación habla mucho de democracia y muy poco de los fines a los que ésta sirve". En él describe el triste proceso que han vivido tantos países y que ha vivido y vive Chile hoy, siguiendo un movimiento estatista contrario al que había vivido la sociedad occidental antes del siglo 20 de cada vez mayor libertad y que había permitido un progreso material del que gozamos hoy. En forma muy democrática y con la mejor de las intenciones los ciudadanos, impacientes porque a pesar del enorme progreso económico sin precedentes aún persistían ciertos problemas que tardan en resolverse por la economía, acuerdan que el estado se haga cargo de A, B y C, pero no logran ponerse de acuerdo acerca de la estrategia particular para cada problema. Las discusiones que antes se daban en los directorios de empresas y juntas de accionistas se trasladan al poder legislativo, y al volverse tan engorrosa la operación de las organizaciones estatales, se comienzan a aprobar leyes e incluso cambios de constitución que otorguen poderes arbitrarios a las distintas jerarquías de la administración estatal. Así, Alemania ya había formado una estructura estatal que la hacía una dictadura de hecho varios años antes de la llegada al poder del partido Nazi. Lo único que tuvo que hacer Hitler fue ganar algunas elecciones democráticas para aprovechar los enormes poderes del estado y hacerse del poder total.

Tal vez mi advertencia pueda considerarse exagerada por muchos, pero no hay que olvidar que a la elección de esta semana se presentan varios candidatos (algunos con apoyo de porciones importantes de la ciudadanía ) que proponen expropiar una serie de empresas para dejar bajo el control del estado a amplios sectores de la economía.

Espero haber aclarado mi punto. No fue mi intención contradecir sino complementar tu argumento, pues la intervención del estado en la economía no sólo es ineficiente sino también potencialmente peligrosa.

Saludos
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Federico Errázuriz | 2017-11-16 | 22:18
3
Excelente columna Joaquín. ¿Se viene la Historia Freak del Aparataje Estatal?

El resumen es que el Estado no está diseñado para la eficiencia y a veces es hasta mal vista con argumentos mediocres que siempre dan para sospechar si la verdadera intención no es beneficiar a alguien en particular.

Viví algunos casos como el del Servicio publico que, a través de un diseño bien pensado, logro ahorrar MIL MILLONES ANUALES en arriendo de vehículos, sin dejar de contar con los vehículos necesarios para su funcionamiento y mejorando el estándar de seguridad, con GPS, control de velocidad máxima, optimización de horas de uso, etc... el Director fue increpado por la asociación de funcionarios, y llevado incluso a la comisión de diputados a dar explicaciones por tamaña irresponsabilidad (!?). O recuerdo las gestiones de un Subsecretario para consolidar la licitación de compra de 3 servicios que dependían de él y necesitaban comprar lo mismo (ejemplo, sistema de videoconferencia, computadores, etc.), con lo que se hubiera conseguido un mejor precio, es decir, ahorro fiscal. Pues bien, hacer eso no se podía, no era ilegal pero el sistema de compras simplemente no tenía esa opción disponible.

Pienso que la solución no es menos Estado, sino menos Gobierno. Necesitamos instituciones públicas autónomas, que no dependan de un ministro político (todos lo son). ¿Por que el INE, SII, Aduanas, etc. deben depender del gobierno de turno?. Con eso erradicamos algunos de los males que señalas... esperemos madurar como país.

Saludos,
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Don David | 2017-11-17 | 01:43
0
Estimado Joaquin, estoy de acuerdo con lo planteado, pero esperaba ver propuestas para mejorar la eficiencia y eficacia del sector publico. Rescato tu idea de apoyar y mejorar la transicion de funcionarias(os) por cambio de gobierno (induccion laboral), espero la tercera parte?

Creeria que automatizando procesos (estandarizacion), ofreciendo atencion las 24hrs (via web, chat, call center), dejando la toma de decisiones pre-configurada, transparentando indicadores y transacciones economicas, utilizando el personal solo para resolver y automatizar tramites manuales, anticipando tramites (ej al momento de informar la perdida de la cedula de identidad, que se gestione la reposicion de la misma), cambiando la logica de los incentivos (lograr mas, utilizando menos recursos), fusionando organismos publicos hasta que solo sea uno, se lograria mejorar la eficiencia y eficacia. Esto generara bastante cesantia en el sector publico, por lo que tambien hay que agregar un programa de reinsercion laboral para que esta transicion no sea tan dramatica.
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Joaquín Barañao | Colaborador | 2017-11-18 | 12:41
1
Algunas cosas se pueden mejorar, pero la mayoría es consustancial al juego de la democracia y la lógica estatal. Mi propuesta es reducir el alcance del Estado más que aspirar a que pueda competir de igual a igual con los privados. Por eso no habrá tercera parte :)
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JCL | 2017-11-17 | 12:57
1
Muy bueno el articulo, pero no veo que nadie mencione uno de los mayores problemas, "El sistema judicial", no me refiero a la "puerta giratoria" ni nada de eso, sino que más bien (de todos modos, igual ligado al sistema constitucional), es el hecho de que la justicia como tal sea en base a la forma y no el fondo. Encuentro que de todos los sistemas dependientes del estado, el judicial se lleva el premio a ser el mas ineficiente, al depender mucho de la burocracia y del papeleo, no hace mucho los jueces aún pedían certificado de nacimiento "original" cuando alguien presentaba uno electrónico, (que era totalmente validable), siendo eso un ejemplo de cómo tal ejercicio entorpece cualquier proceso o intención de mejora, por el simple hecho de que hay que apegarse a la forma correspondiente.

Es increíble como hasta el estado a caído en su propia torpeza al querer elaborar automatización y gobierno electrónico, hasta han hecho programas de "Chile sin papeles" y cuanto diablo, cuando fué la pura venta de pomaá y negocio redondo para las empresas digitalizadoras de documentos, que lo único que pueden hacer es indexar todo ese papeleo escaneandolo y almacenarlo en bodegas (si!, además hay que pagar la mantención o arriendo de ese bodegaje), porque el papelito contiene el "Sello de agua", "el timbre de", "la huella de", "la firma de" y "la anotación de puño y letra de", POR FAVORRR!!! osea de "Sin papeles" nada, menos de "sistema electrónico". Si seguimos así nunca vamos a ser un país eficiente, donde los mismos pocos beneficios que entrega hoy en día podría hacerlo sin que la gente lo tenga que pedir o postular, ya que sería el propio estado el que sabría a quien le hace falta cual cosa, por tener toda la información estructurada de acceso digital y analizable. (solo imaginenlo, en vez de pedir una mañana entera para hacer un trámite, ese tiempo lo podrías utilizar para estar con tu familia cuando de repente llega un funcionario estatal, feliz de no tener que cargar pesados archivadores donde las lesiones de espalda no se las cubre la mutual por ser que su función no es de bodeguero ni nada similar, llega y te notifica de que has recibido una pensión para medicamentos, para el tratamiento de tu enfermedad que se consideró prioritaria, además de un subsidio para modificar tu vivienda con tal de que sea funcional para tu vejez próxima a cumplirse. (Japón funciona mas o menos así)

Otro ejemplo es como los delincuentes, que tienen varios procesos de experiencia, se saben al revez y al derecho todas las "formas", que en conjunto a sus abogados salen airosos para volver a delinquir, en cambio una persona que le pegó a un delincuente en defensa propia, que no nunca en su vida había pasado por un proceso indagatorio por no haber realizado ningún ilícito alguna vez en su honrada vida, queda preso de inmediato por motivo de esa falta de expertise y de interés de su abogados que por cierto creen que aún enseñan educación cívica en los colegios y que ese documento que se demoró en elaborar y que por tardío perdió el juicio, es culpa de su defendido por no tener los antecedentes como corresponden.

Pero lo peor de todo reitero, es que el sistema aludido en los párrafos anteriores, es del cual dependen todas las aristas del gobierno lamentablemente.

Quizás suena muy utópico, también estoy conciente que en un gobierno de 4 años no se logra un cambio así (por el hecho de que el gobierno siguiente no quiere seguir con lo del anterior por ser de un partido o ideología distinta, aunque sea un bien común), pero les juro que si en las actuales campañas electorales un candidato lo menciona, aunque sea mentira, con gráficos chantas, corpóreos ridículos o damas perreando, votaría por él a ojos cerrados y no nulo como lo haré este domingo, solo por el hecho de que lo mencione me haría saber que el sabe, está consciente del real problema, o alguien le dijo pero sabe, aunque no haga nada al respecto sabe, aunque no crea sabe y eso para mi ya es algo, es como un pequeño brillo de esperanza.
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Pedro Hargous | 2017-11-22 | 21:30
0
Me parece conveniente aprender de la experiencia de Suecia, cuyos socialistas fueron sin duda los mejores intencionados, más eficientes y más moderados del mundo, y aún así terminaron el año noventa con un gigantesco estado en quiebra y con una terrible crisis política, económica y social.

La historia del socialismo sueco contada por Mauricio Rojas, ex-integrante del MIR y exciliado en Suecia:

http://ellibero.cl/ideas-libres/suecia-y-la-utopia-socialdemocrata-de-la-sociedad-racional/
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