Todos tenemos una amiga (o amigo) a quien nunca le echamos el ojo. Es simpática y bien intencionada, pero simplemente le falta onda como para moverte algo por dentro. Ahora imagínate que esa persona llega un día totalmente enchulada y desbordando encanto y sin darte cuenta caes rendido a sus pies. Eso fue lo que me pasó a mí, pero no con una mujer, sino con Star Trek. Probablemente se trataba de una interesantísima franquicia llena de historias interesantes, pero me resultaba tan poco atractiva que nunca pude ver un capítulo completo… hasta que se hizo el fashion emergency y definitivamente me enamoró.
Nunca vi las series de Star Trek (o Viaje a las Estrellas), pero entiendo que se trata de algo así como unos exploradores diplomáticos que solucionan problemas mientras vagan por la galaxia. Recuerdo haber intentado muchas veces ver al menos un capítulo de la serie pero me resultaba insoportable. Lo más genial de la serie es que se asumía tan somnífera, que hasta los protagonistas vestían pijamas. Ahora, a pesar de lo aburrida que a mí me resultaba, la serie se las arreglaba para mantener a un grupo de fanáticos lo suficientemente interesados como para sacar nuevas series y películas constantemente, sin importarles que este barbón los despreciara por fomes. Pero el 2009 todo cambió.
Recuerdo que mi hermana llegó del cine y me dijo seriamente: Alfredo, tienes que ir a ver la nueva Star Trek. Yo la miré con cara de “no me hagas esto” y le quise argumentar, pero ella no lo permitió. Simplemente agregó: Olvídate que es Star Trek y anda a verla. Y como siempre, mi hermana tenía razón. Resulta que la película del 2009 cayó en manos de J.J. Abrams y sus amiguitos, los mismos responsables de la (polémica) serie Lost, y juntos lograron lo imposible: manteniendo los pijamas de los personajes, no solo lograron que yo no me durmiera en el cine, además consiguieron que lo pasara fenomenal. Y aunque la película no era perfecta, salí alucinando… sin poder creer que estaba alucinando con Star Trek.
Este jueves se estrenó la secuela de la película del 2009, a cargo del mismo equipo (tanto en actuación, dirección y producción), en probablemente el estreno más atrasado del 2013, ya que en USA se estrenó en Mayo. En mi (nunca tan) humilde opinión, se trata del mejor blockbuster del año.
Kirk es un jovencillo heroico e irresponsable, encargado de capitanear la nave Enterprise. Luego de una misión fallida, comienza a tener problemas con su amigo, medio humano, medio vulcano y con problemas de peinado, Spock, quien colapsa al ver que su capitán no es capaz de seguir las reglas al pie de la letra. En este clima de discordia se produce un atentado terrorista en una biblioteca en Londres que los obligará a involucrarse en un problema de proporciones mayores a las que ellos se imaginan.
La primera Star Trek de Abrams, a pesar de ser muy entretenida, tenía algunos problemas. Trabajando con historias de viajes en el tiempo, rara vez se logra un relato redondo y esa primera entrega tenía algunos problemas de consistencia. Esta vez, en cambio, la película fluye a la perfección. Se trata de una historia entretenida, bien actuada, con personajes carismáticos y mucha acción. A ratos la historia puede sentirse un poco forzada y algunas resoluciones un poco predecibles, pero si la comparamos con los otros estrenos taquilleros del año, me parece que entrega entretención de un gran nivel, calibrando muy bien entre acción, efectos especiales, actuación e intriga.
Si quieres ir a ver una muy buena película de entretención, Star Trek: En la oscuridad es una excelente alternativa, pero te recomiendo ver antes la película del 2009. Ahora, aunque disfrutes a concho ambas películas, no me atrevería a recomendarte ver alguna de las series anteriores… a menos, claro, que estés sufriendo de insomnio.