¿Te parece justo que el voto de cada chileno no valga lo mismo? ¿Qué prefieres: Gobernabilidad o proporcionalidad? ¿Te parece justo que alguien con más votos pierda ante otro que sacó menos votos?
Con estas simples preguntas de entrada, ya te podrás dar cuenta que tanto el sistema electoral actual, como las ofertas que andan dando vuelta, tienen todas conflictos difíciles de resolver, por lo que antes de adentrarnos en esta propuesta, la idea es partir tratando de encontrar los puntos de encuentro.
Esta propuesta también tiene problemas y estamos conscientes que no existe una solución perfecta, porque mientras un sistema 100% mayoritario puede no respetar las minorías, otro 100% proporcional puede generar crisis de gobernabilidad, pero la gracia de esta propuesta, es que al menos propone un método, partir por lo que nos une y de ahí ir avanzando paso a paso.
Creemos que hay ciertas cosas en las que estamos todos de acuerdo, pero que por si las moscas, las destacaremos en rojo para que cada uno pueda votar si está de acuerdo o no. Partamos:
1. El que gana, gana: Un sistema electoral debiera ser simple de entender, es decir, la cantidad de votos se debiera traducir fácilmente en ganadores y perdedores.
Para lograr esta simpleza, nuestra propuesta es que en cada distrito o circunscripción (sin entrar aun en la definición de cuántos de estos habrán), sólo sea elegida la primera mayoría (uninominal), pero no la mayoría simple, sino que el elegido deba obtener al menos el 50% + 1 de los votos, es decir, mayoría absoluta.
Esto implica forzar a segundas vueltas si fuera necesario, para que todo parlamentario que esté en el congreso, tenga el respaldo y legitimidad de los votos; lo que en la práctica transformaría a las elecciones parlamentarias en una gran primaria abierta y nacional, que en cada circunscripción y distrito, elegiría a los dos candidatos que pasan a la segunda vuelta, para ver quién gana en la segunda, a no ser que alguno saque personalmente y a la primera, el 50% + 1 de los votos, en cuyo caso, él sería el claro ganador…
2. Gobierno de mayoría, pero respetando a las minorías: Aquí también creemos estar todos de acuerdo, en que, si bien es bueno premiar a la primera mayoría con una proporción que le permita gobernar (cosa que un sistema uninominal mayoritario como el que se propone hace por definición), también es importante que se respete a la minoría, más aun si esta llegara a alcanzar una votación cercana a la primera mayoría.
En ese sentido, primero hay que entender lo que tenemos hoy, el binominal, cuyo equilibrio de largo plazo incentiva la construcción de grandes bloques que facilitan la gobernabilidad y promueve la existencia de una oposición empoderada (¡ambas buenas cosas!), pero tiende a sobre-representar a la segunda mayoría (¡mala cosa!).
Entonces, el desafío es: Cómo hacemos un sistema que conserve lo bueno del binominal, es decir, el incentivo a la construcción de grandes bloques que garanticen gobernabilidad y que nos aleje de los vicios de los sistemas 100% proporcionales, premiando a la primera mayoría, pero sin olvidarse de respetar al menos a la segunda mayoría.
Desafío que no asoma fácil en un sistema mayoritario y uninominal con segunda vuelta como el que proponemos (que por definición siempre premiará a la primera mayoría), por lo que planteamos la siguiente solución: Un sistema por pactos, que deje ciertos escaños flexibles para aumentar los cupos de cada cámara, para que el pacto nacional que haya alcanzado la segunda mayoría, pueda sumar cierto número de escaños extras que le permitan corregir parcialmente y con las restricciones que acordemos, su sub-representación, eligiendo a un número determinado de los candidatos más votados de su pacto que no hayan alcanzado a ganar su zona. Este beneficio se le entregaría sólo al pacto con segunda mayoría nacional, ya que de lo contrario, terminaríamos con un sistema proporcional y sus consiguientes problemas de gobernabilidad.
Con respecto a la cantidad de candidatos que quiera llevar cada pacto por distrito y circunscripción, esta es libre, pero como pasan a segunda vuelta las dos primeras mayorías simples, se incentiva el orden y los acuerdos.
3. Favorecer el recambio y facilitar la entrada de nuevos actores: Este es otro punto en el que creo que estamos todos de acuerdo: No queremos políticos apernados, queremos más competencia y crear límites razonables a la reelección.
Para hacernos cargo de este acuerdo, se proponen dos cosas: i) Que cada cargo parlamentario se pueda ejercer un máximo de 2 veces (una sola reelección) y ii) que si bien serán los partidos los que formarán los pactos, la inscripción de los candidatos para la primera vuelta pueda quedar en manos de todos los militantes de cada partido o pacto ¿Cómo? Generando un sistema de puntos de inscripción electoral donde los militantes, concejales, alcaldes, diputados y senadores de cada partido miembro de un pacto, tengan poder para inscribir directamente y sin necesidad de consultarle a las cúpulas, candidaturas en su zona (Los puntos de inscripción electoral que tendría cada persona serían: Militante: 1, concejal: 100, alcalde: 500, diputado: 1.000 y senador: 3.000 puntos).
Con esto, la idea es que si un independiente afín a un partido logra el apoyo de 2 alcaldes del pacto (u otra combinación que le consiga los 1.000 puntos para inscribirse), pueda directamente registrar su candidatura a diputado por el pacto o a senador si consigue los 3.000 puntos para ello.
Obviamente las directivas de los partidos tendrían derecho a inscribir otras postulaciones dentro del pacto si no les gustara la elección a través de los puntos zonales, pero todos los postulantes suman al pacto y después el pueblo decide democráticamente con su voto.
Los independientes que no logren acordar un puesto con un pacto, obviamente podrán inscribir sus candidaturas con el apoyo de puntos electorales independientes o de las firmas equivalentes (1 firma = 1 punto).
Con respecto a la duración de los cargos, proponemos que sean todos de 5 años (también para presidentes y consejos comunales), y si se optara por mantener la alternancia de zonas en senadores, entonces que ellos duren 10 años.
Si bien imaginamos que todos estamos a favor de que las regiones tengan representación parlamentaria propia, también creemos estar de acuerdo en que el voto de cada chileno debiera valer lo mismo. Y aquí, si estás de acuerdo con las dos frases como nosotros lo estamos, ya tienes el primer dilema a resolver, ya que hoy hay circunscripciones que eligen 2 senadores con 40.000 votos y otras que eligen los mismos 2 senadores con 1.000.000 de votos, lo que ha llevado a que los candidatos de zonas más pobladas se vayan a postular a otras zonas, cosa que no encontramos ni justa ni buena. Todos dilemas que se resuelven fijando dónde y cuántas serán las circunscripciones y distritos. Por lo tanto:
4. Para Asegurar la representación regional, la propuesta dispone que en cada región haya al menos una circunscripción senatorial y tres distritos para diputaciones, prohibiendo además las candidaturas de personas ajenas a la región. ¡Pero en serio!
5. Y para mejorar la representatividad justa de cada voto, la propuesta dispone que en cada región se crearán nuevas circunscripciones por cada 400.000 habitantes, circunscripciones que a su vez, se separarán en tres distritos cada una. Lo que llevaría a una cantidad total de escaños similar a la de hoy. Todo en zonas más pequeñas, para tener un mayor contacto del parlamentario con sus electores.
Con esto, si bien regiones como la metropolitana seguirían estando sub-representadas, sumarían varios escaños más y el voto de un santiaguino valdría algo más parecido a otras zonas que hoy tienen hasta 25 veces más poder.
Recuerda que esta es sólo una propuesta inicial y que tus opiniones y comentarios, seguramente podemos construir algo mejor que empujemos entre todos. ¡Participa!