Toda buena película de terror tiene una banda sonora capaz de reforzar, desde la audición, el suspenso y el peligro. Ejemplos sobran a lo largo de la historia: desde los tambores y los violines agitanados de Hans Erdmann para Nosferatu: A Symphony of Horror en 1922, pasando por los violines punzantes compuestos por Bernard Hermann para la película Psychode Alfred Hitchcock en 1960, hasta los tétricos sintetizadores utilizados por Ennio Morricone para The Thing (1982) y la misteriosa atmósfera creada por Mike Oldfield para The Exorcistde William Friedkin en 1973.
El terror ha sido siempre un género cinematográfico que sabe provocar cosas con su música. ¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que hace que la música de terror sea tan (valga la redundancia) terrorífica?
Según un estudio realizado por el experto en biología evolutiva Daniel Blumstein, la explicación estaría en nuestros instintos más primitivos.
Para que la música de terror cumpla con su cometido, esta debe tener dos componentes clave. En primer lugar, debe tener cambios abruptos. Sin sorpresa no hay miedo. Para lograr esto, los compositores escriben sus piezas a partir de largos pasajes instrumentales, que entre altos y bajos van construyendo una creciente tensión musical. Una vez que la música termina de “crear el momento”, viene el quiebre… Y el salto del auditor.
El segundo componente clave es la alta cuota de disonancias y acordes menores que esta clase de obras deben tener. La superposición de notas que no se llevan bien entre sí, generando sonidos poco placenteros en primera instancia, lleva al auditor a una constante incomodidad. Los acordes menores, por su parte, están asociados a estados anímicos oscuros o tristes. Como bien sabían los dementores en Harry Potter, la felicidad no es un estado que propicie el miedo, por lo que estos acordes ayudan enormemente.
De acuerdo a Blumstein, el efecto de estos componentes en los seres humanos está relacionado con nuestro lado más primitivo. Los elementos que él llama no lineales, como lo son las notas disonantes o los cambios abruptos en la música, gatillarían estímulos emocionales negativos similares a los que sufrimos cuando estamos en peligro. El mismo efecto de alerta que genera en otros mamíferos el grito de una cría amenazada por un depredador, o en nosotros el llanto desesperado de un niño asustado, es lo que logra la música de terror al hacernos dar un respingo con un corte inesperado o una nota disonante.
Es indiscutible, nos encontramos en una era dorada de las series. Es probable que en 20 años, la gente mire al pasado y se acuerde de Stranger Things, The OA, Orange Is the New Black y House of Cards con la misma nostalgia con la que nosotros nos acordamos hoy de la moda de los pokemones, la era dorada del cómic o la selección brasileña de principios de la década del 2000.
A diferencia de las megaproducciones de antaño, grabadas con grandes orquestas para estudios multimillonarios, hoy en día el cine ha diversificado sus “proveedores” y se ha vuelto cada vez más común ver a pequeños estudios lanzar producciones de presupuestos austeros en los que la música debe ingeniárselas para impactar más por el talento que por los recursos. Por fortuna, la tecnología de hoy permite crear obras de gran calidad con presupuestos mucho más acotados que hace 20 o 30 años, de modo que muchos jóvenes compositores han salido a la fama con trabajos de gran calidad y hechos con gran ingenio.
Por otra parte, la existencia de plataformas de difusión como Spotify, Netflix y YouTube han permitido que el público pueda acceder a un número cada vez mayor de producciones de distinto tipo. Películas, series, podcasts, son solo algunos de los formatos en los que la música de terror se manifiesta hoy en día.
¿Quieres escuchar ejemplos? ¡Vamos pues!
Stranger Things
Imposible no mencionarla. El rol protagónico que los compositores Kyle Dixon y Michael Stein dieron al sonido de sintetizador ochentero, es el perfecto complemento musical para la ambientación en la que la serie introduce su trama de terror y ciencia ficción. Un acierto tan grande como el éxito de, quizás, la primera temporada más aplaudida de los últimos años.
La música que el polaco Abel Korzeniowski creó para Penny Dreadful retrata a la perfección el contexto en el que la serie se inscribe: Londres, fines de 1800, plena época victoriana.
En cuanto a formato, no es una música particularmente innovadora. De hecho, se vale de elementos bastante tradicionales como las orquestas de cuerda y el piano, pero está tan bien hecha que logra evocar todo lo que la serie muestra en sus imágenes: un relato siniestro, sórdido y misterioso, pero elegante y nostálgico al mismo tiempo, gestado entre viciosos ocultistas y seres del inframundo.
Dirigida por Jonathan Glazer y protagonizada por Scarlett Johansson, la película de ciencia ficción y terror Under the Skin fue estrenada en marzo de 2014. Su banda sonora fue compuesta por Mica Levi, vocalista y líder de la banda de pop experimental Micachu & The Shapes.
Si bien Levi contaba con un abultado currículum para sus –entonces– 28 años, no tenía trabajos anteriores en composición de música para cine. Por ello, nada hacía presagiar que sus composiciones para esta película le significarían importantes premios, como el Premio del Cine Europeo al mejor compositor y un Premio BAFTA a la mejor música original. En 2016 su trabajo en la película Jackie, dirigida por el chileno Pablo Larraín, le dio una nominación al Premio de la Academia en la misma categoría.
La música que Mica Levi hizo para Under the Skin es demasiado perturbadora como para no disfrutarla, y es un ejemplo de cómo un compositor puede inspirarse por lo mejor de dos mundos para hacer una obra maestra: sintetizadores por un lado, cuerdas por el otro, todo mezclado en una inquietante textura sonora que levantará hasta el último pelo detrás de tu cuello.
Justo cuando el radioteatro parecía estar condenado al desuso, la tecnología nos trajo los podcast y, con ellos, una nueva generación de jóvenes talentosos dispuestos a darlo todo por contarnos una buena historia.
El Nosleep Podcast nació el año 2011 como una extensión del subforo Nosleep (sin dormir) en el sitio Reddit. En dicho foro, usuarios comunes y corrientes podían compartir historias de terror de su propia autoría, muchas veces narradas como si no fueran realmente ficticias, al estilo de los creepypasta.
Un grupo de usuarios del foro se animó a hacer una selección de estos relatos y los adaptaron al formato de radioteatro, con varios actores de doblaje, música original y difusión en diversos medios como Spotify y iTunes, entre otros.
Actualmente el Nosleep Podcast acaba de terminar su octava temporada. Es uno de los podcasts más escuchados en su género, y sus shows (en los que dramatizan historias ante un público en vivo) son éxito de taquilla en teatros de todo Estados Unidos.
Su compositor musical es Brandon Boone, un joven músico de influencias muy parecidas a las de Stranger Things. Su estilo, cargado de violines y sintetizadores, tiene ese sabor a suspenso mezclado con ciencia ficción que hace de cada relato del podcast una pieza única e irrepetible. Puedes encontrar su música en Spotify.
Si deseas indagar un poco más en las obras de los compositores aquí mencionados, puedes escuchar esta breve playlist con piezas seleccionadas de cada uno de ellos.
Al momento de escribir esto son las cinco de la mañana. Me quedé escribiendo hasta tarde hoy, y de tanto escuchar bandas sonoras ahora estoy cagao de miedo. Prueba de que cumplen su cometido.