Hay personas más extrovertidas y otras no tanto. Unas hablan hasta del café que se tomaron en la mañana y otras apenas te cuentan de sus grandes hazañas de vida. Lo cierto es que, independiente de la personalidad, si son seguros, se nota fácilmente.
Toman decisiones con tranquilidad, son capaces de lograr sus metas y hasta son más audaces para probar cosas nuevas, tienen menos miedo al error, entre muchas otras cosas. Esa habilidad es la confianza en sí mismo (o la autoeficacia), que se entiende como "las creencias en la propia capacidad para organizar y ejecutar las acciones requeridas para manejar las situaciones futuras", según define el destacado psicólogo canadiense Albert Bandura.
¿Le estamos enseñando esta habilidad a nuestros hijos? Hay una forma de descubrirlo y varios consejos para hacerlo con eficacia. Antes que nada, un guiño a la importancia que tiene hacerlo cuando son pequeños.
Tanto el comportamiento de una persona, como las decisiones que toma, las relaciones interpersonales que establece y la manera en cómo lleva dichas relaciones, se ven profundamente impactadas por la confianza que tiene en sí mismo. Ésta habilidad nos permite tomar decisiones, asumir retos y esforzarnos en lo que emprendemos, es la que nos desafía a “querer más” y a “buscar más”, nos permite creer que podemos hacerlo.
El primer elemento para afianzar la confianza en uno mismo, es el autoconocimiento: quien conoce sus capacidades, cualidades y deficiencias, sabe quién es, con qué cuenta y con qué no cuenta.
La autoeficacia se construye en la infancia. Es en este periodo, donde una persona elabora su imagen, estableciendo una relación interna entre sus capacidades y la forma de usarlas. Y si bien, a lo largo de la existencia la confianza en uno mismo cambia, la esencia queda igual. Es por esto, que los padres y adultos en general, tenemos que ser conscientes de que los primeros cinco años de vida de un niño son determinantes en su desarrollo psicoemocional y social.
Los padres pueden ser partícipes de este proceso, al ofrecer a sus hijos la posibilidad de realizar diferentes actividades para que descubran cómo se sienten. Además, dicha posibilidad permite a los niños reconocer sus debilidades de manera más adaptativa (no impactando negativamente en su autoconcepto y autoestima).
Es importante que los padres comprendan que el crecimiento infantil se da en un orden específico y que no necesariamente tiene que ser lineal. Esto significa que cada niño tiene su propia manera de ser, sus gustos y capacidades, siendo estos factores, los que determinan un ritmo particular de desarrollo. Y es importante que como adultos acabemos de entenderlo y que no esperemos que un niño se comporte de una determinada manera.
Como adultos, cometemos un error común y garrafal: nos empeñamos en homogeneizar los ritmos de crecimiento, así como las capacidades y habilidades de cada niño en desarrollo; nos olvidamos que cada niño va madurando física, psíquica y emocionalmente de forma particular. Si fuésemos capaces de identificar los tiempos y ritmos de crecimiento de los niños, sabríamos con certeza qué demanda cada etapa, qué le podemos exigir en ese preciso momento y qué no, qué cosas tenemos que fortalecer y qué áreas hay que reforzar.
Recordemos que estimular el desarrollo de un niño no significa imponer tiempos y enmarcar parámetros rígidos y generales de crecimiento.
Antes de que respondas, es preciso que te detengas un momento y comiences a observar a tu pequeño en su cotidianidad, cuando lo hayas hecho (no una vez, varias), entonces estás listo para tener en cuenta lo siguiente:
Es importante que le pongas ojo a estas actitudes, ya que te indicarán si tu hijo confía en sí mismo o no. Las razones, sea tenga o no confianza en sí mismo, van a guardar directa relación con los comentarios que le haces como padre, ya que estos determinan su autoestima; o bien, tendrá que ver con el hecho de que tu niño no conoce sus capacidades y por ende, no sabe cómo utilizarlas adecuadamente.
Si ves que hay poca confianza o seguridad en sí mismo, es porque ha faltado una mayor formación en ese aspecto y puedes hacer lo siguiente:
Si tu hijo desarrolla desde pequeño la confianza en sí mismo, esto influirá en su manera de enfrentar la vida como joven y adulto:
Recuerda que debemos cuidar a los niños, pero no sobreprotegerlos. Los padres deben acostumbrar a sus hijos a hacer múltiples cosas por sí mismos, aunque al principio les resulten difíciles, ya que es la única manera de que ellos aumenten la confianza en sí mismos.
Por un lado, tenemos que vigilar a los niños para que estén seguros cuando realicen sus actividades, pero por otro lado, debemos permitir que afronten ciertos riesgos propios de su edad y se esfuercen con los retos que esas actividades les exijan. Es verdad que no es fácil encontrar el límite entre cuidar y dejar hacer, pero todos los padres son capaces de encontrarlo. Sólo tenemos que intentarlo.