La neurociencia se ocupa de estudiar nuestro cerebro, para comprender los procesos escondidos tras el aprendizaje, las enfermedades cerebrales, la memoria y nuestro comportamiento en general.
Cada cierto tiempo se popularizan diversos rumores y mitos (habitualmente de la mano de películas o medios sensacionalistas), con una supuesta base “científica” que nos hacen ver de una manera incorrecta o a lo menos, dudosa, el funcionamiento de nuestro órgano más interesante. A continuación algunos de los mitos más comunes.
Un extendido mito dice que las personas nos podemos clasificar en tres tipos de estudiantes: los auditivos, los visuales y los kinestésicos; y que si se nos presenta la información acorde a nuestro estilo, aprenderemos con mayor facilidad.
Si siempre pensaste que tu manera de aprender es “visual” y te has organizado para aprender de esa manera. Lamento informarte que no hay evidencia científica que respalde esta hipótesis. Hasta ahora, pese a que hay personas que prefieren aprender de una u otra manera, no se ha encontrado que se pueda encasillar a una persona en una de estas categorías y luego mejorar su rendimiento gracias a ello.
Si bien ya se había cuestionado con anterioridad la falta de evidencia empírica que soporte los estilos de aprendizaje. Un reciente estudio publicado por la Asociación Americana de Psicología realizó pruebas con 121 estudiantes, con el fin de verificar si estudiar acorde a su supuesto tipo de aprendizaje mejora sus resultados, y no se encontró una relación estadística que soporte la hipótesis de los tipos de aprendizaje.
Así que si quieres aprender de manera rápida y eficiente, mejor lee los artículos sobre cómo estudiar con eficacia que hemos publicado aquí y aquí.
Este mito que dice que solo ocupamos un 10% de nuestro cerebro está tan extendido, que incluso lo podemos ver citado como un hecho científico en películas como Lucy o Limitless; esa es la fórmula perfecta para que el mito siga existiendo. De seguro saldrás del cine deseando usar el porcentaje restante.
Felicitaciones: mientras lees este artículo, probablemente estas ocupando mucho más que un 10% de tu cerebro, órgano que pese a ser tan pequeño en relación al resto del cuerpo, consume alrededor de un 20% de la energía que gastamos y usualmente está funcionando a toda máquina: mediante técnicas de imagenología cerebral se puede ver qué áreas del cerebro están funcionando y no es inusual ver actividad en gran parte de ellas ¡todas tienen una función y se utilizan en algún momento! Sólo que no al mismo tiempo. Las áreas utilizadas van variando según la tarea que estemos realizando.
De hecho, TODAS las neuronas de tu cerebro se utilizan cientos o miles de veces al día, y sus funciones a largo plazo se van reasignando según la "demanda" que tenemos de aprendizaje (plasticidad cerebral). Tanto es así, que si alguna neurona se deja de usar por demasiado tiempo, se degenera (poda sináptica), lo que explica por qué aquellas capacidades que no ejercitamos, se van atrofiando.
De hecho, por lo general cualquier daño al cerebro, por pequeño que sea, trae grandes consecuencias a la vida de una persona ¡eso sería muy improbable si sólo ocupásemos una pequeña parte del mismo! El cerebro es un órgano que está lejos de ser un perezoso.
La confusión suele darse porque, efectivamente, dado su alto consumo energético, el cerebro necesita ser muy eficiente en su uso de energía, ocupando lo estrictamente necesario de toda nuestra capacidad cerebral en cada momento, que en todo caso no es poco y se reparte por todo el cerebro. Cualquier tarea requiere, como mínimo, conjugar todas nuestras percepciones físicas, diversos tipos de memoria, procesos de aprendizaje, análisis, lenguaje, predicción de resultados, reacciones motoras, emocionales, sin contar los procesos inconscientes y todos los funcionamientos automáticos que mantienen a nuestro cuerpo funcionando.
Debemos entender que la naturaleza del pensamiento implica, necesariamente, que sólo algunos "caminos" neuronales se activen. Si todas las neuronas de nuestro cerebro se activaran a la vez, sencillamente haríamos corto-circuito y colapsaríamos, como si todos los semáforos de la ciudad encendieran todas sus luces al mismo tiempo.
La neurociencia es una disciplina optimista, pareciera que el cerebro siempre es mejor de lo que pensábamos. Hoy se sabe que los adultos pueden generar nuevas neuronas en una zona del cerebro, que tiene un rol fundamental en la memoria de largo plazo, entre otras funciones: el hipocampo. Adivina cuándo ocurre esto… ¡cuando haces deporte!
Por ello es tan saludable para los adultos mayores hacer actividades que les hagan moverse, como jardinear o salir a caminar. El deporte no solo tonifica nuestro cuerpo, sino que también nuestro cerebro, generando nuevas neuronas. Un estudio, realizado en 40 adultos entre los 60 y 77 años, encontró que el deporte es positivo para el cerebro incluso en avanzadas edades, no obstante sus efectos se reducen a medida que aumenta la edad.
Así que ya sabes, si quieres un mejor cerebro, apúntate al gimnasio.
Otro extendido mito es que algunas personas tendemos a usar un hemisferio del cerebro más que otro (asociándose el izquierdo a personas más racionales y el derecho a las más creativas), con ello han nacido una serie de “tests” que te permiten determinar cuál hemisferio ocupas más. No obstante, la evidencia indica que ambos hemisferios están trabajando en paralelo y relacionándose entre sí de intrincadas maneras.
No es que sea falso que cada hemisferio es "especialista" en algo. De hecho es verdad. En la mayoría de las personas, el hemisferio izquierdo es dominante en las funciones del lenguaje, la lógica más consciente y operaciones orientadas a los detalles. El hemisferio derecho es dominante en la conciencia espacial, la interpretación de la emoción y el análisis de todo el cuadro. Además, cada hemisferio controla el lado opuesto del cuerpo. El tema es que, para funcionar normalmente, incluso para las tareas más básicas, necesitamos utilizar ambos hemisferios y que se coordinen entre sí.
Un estudio publicado el año 2012, que analizó mediante técnicas de imagenología cerebral los cerebros de 1.022 individuos, no encontró evidencia de personas que usen más uno u otro hemisferio. Tampoco se encontraron diferencias notables entre personas de distinto sexo.
En conclusión, que seamos personas más racionales o emocionales no tiene que ver con un tema de hemisferios, sino más bien de lo bien o mal desarrolladas que tengamos las diversas habilidades emocionales, sociales, intelectuales, motoras u otras, todas las cuales son procesos complejos que involucran muchos grupos neuronales repartidos por todo cerebro.
Un extendido mito dice que escuchar música de Mozart cuando niños o durante el embarazo, puede incrementar la inteligencia de los retoños. No obstante aún, una vez más, no hay evidencias de ello ni se logran comprender del todo los efectos de escuchar Mozart u otro artista en el largo plazo.
Para hacer los estudios que se suelen ocupar como justificación para este tipo de "terapias", por lo general se somete a los participantes (adultos) a un test, inmediatamente después de haber escuchado música y se tiene una idea de lo que ocurre en el corto plazo. No es sorprendente, entonces, que se observen cambios emocionales o de nivel de concentración en los participantes.
Pero de ahí a concluir que hay que colocarle Mozart a las vacas para que den mejor leche o a las madres para que tengan hijos más inteligentes, hay un abismo de distancia.
En la Facultad de Psicología de la Universidad de Viena, realizaron un meta-análisis de estudios al respecto, que recopila la información de diferentes investigaciones y concluye que aún hay muy poca evidencia de que escuchar Mozart pueda ayudar a mejorar el rendimiento intelectual.
Hay muchas personas que creen que es posible mover objetos con la mente, leer la mente de otros o ver el futuro. No obstante, al día de hoy no se conoce ni un solo ser humano que haya sido capaz de demostrar que tiene poderes psíquicos sobrenaturales, en experimentos científicos replicables.
Incluso hay una organización fundada por el ilusionista y escritor canadiense James Randi, que ofreció durante décadas grandes premios (llegando al millón de dólares) en dinero a cualquier persona que fuera capaz de demostrar, sometiéndose a pruebas, que tiene alguna habilidad sobrenatural ¡ninguno logró hacerse millonario!
Anécdota: Uno de los grandes exponentes de los poderes “sobrenaturales”, Uri Geller, quien se hizo famoso por sus “poderes psíquicos”, doblando cucharas, sobre todo en la década de los '70, fue puesto en apuros, cuando en un programa de televisión no le permitieron acercarse a los implementos antes de iniciar su espectáculo: no fue capaz de aplicar sus poderes frente a las cámaras. Los trucos de Uri Geller fueron reproducidos por James Randi para demostrar que es posible lograrlos sin poderes especiales.
Al día de hoy, no se ha podido recopilar suficiente evidencia científica de la existencia de poderes psíquicos; no hay experimentos replicados por distintos equipos de investigación que encuentren al súper humano “elegido” para callar a los escépticos.
No es necesario acudir a los mitos para maravillarse ante la complejidad y sofisticación de nuestro cerebro. Su funcionamiento y plasticidad aún son un misterio para la humanidad; hasta ahora nos sorprende por su capacidad de adaptación: hay personas que viven con la mitad de su cerebro, otras que recuerdan en detalle cada momento de su vida o que pueden hacer tremendos cálculos en una fracción de segundo. Aún queda mucho por descubrir acerca del lugar donde se esconde gran parte de nuestra esencia.
No es, entonces, que usemos el 10% de nuestro cerebro. Es que sólo entendemos el 10% de todo lo que es capaz de hacer.