A las fueras del metro universidad de Chile, a un costado de los anchos pasajes de la otrora Alameda de las Delicias, podemos ver la figura altiva de Andrés Bello sentado en su trono, que de forma contemplativa observa con detención como la educación que carga a sus espaldas (literalmente) le ha puesto un pañuelo en la boca para hacerlo partícipe de la revolución que va quedando. No pondré palabras en la boca del señor Bello, a sabiendas que su opinión sería la de un hombre genial, con más de alguna solución inteligente a cualquier adversidad actual, debemos considerar la amargura de su silencio un abandono positivo a lo que hoy deseamos: la educación de calidad.
Hemos dejado de lado, a nuestro pesar, el trasfondo de lo deseado y hemos llevado a la calle un movimiento que comienza en el aula. No debemos cuestionarnos cómo mejorar la educación; la educación se mejora educando, pero cómo educar mejor es la duda que aflora en manos de quienes sostienen la educación chilena dentro de un colegio, es decir: docentes, alumnos, apoderados y directivos.
Es cierto que en Chile existe un déficit educacional importante, sin embargo no es sólo un problema económico. Bien planteado está el deseo de una educación de calidad, puesto que abarca los principios y finalidades de nuestra educación, no obstante ¿es usted capaz de decir lo que es la educación de calidad? ¿cómo imagina que puede plantearse? ¿cómo lograrla?
La educación de calidad es aquella que en la práctica logra las metas de la educación. Ahora, las metas de la educación varían según el contexto y el proceso histórico-humano en el que estemos. Actualmente las metas de la educación consisten en el desarrollo de competencias conceptuales, actitudinales y procedimentales, o como diría Pestalozzi: Cabeza, corazón y mano. La educación de calidad, por lo tanto, es aquella que logra desarrollar al niño en estos tres aspectos, con el fin que su educación sea una herramienta para consigo mismo y los demás.
Quienes logran lo anterior son los actores de una entidad educativa (docentes, alumnos, apoderados y directivas). Precisamente, en el trabajo en conjunto de los cuatro podemos apreciar una educación de calidad. Si alguno de ellos no cumple el compromiso de la educación, será difícil llegar a tan ansiado sueño.
La educación comienza en el aula. Dentro de una sala de clases no existen leyes, no hay sistemas económicos, los niños de educación básica no conocen sobre partidos políticos, no saben que es la LGE ni mucho menos que es una subvención. Simplemente se les debe dar las herramientas para aprender, para autoconstruirse, para pensar, sentir y hacer. Eso es educación de calidad.
Dejo la invitación a seguir aprendiendo, ya que sin duda alguna es lo mejor que podemos hacer. Converse, debata, abra su mente a nuevas posturas y cree nuevas soluciones. Finalmente, arregle el mundo de la mejor forma que puede hacerse: Educando.