Charles Hoy Fort fue un escritor estadounidense, que nació en 1874 y murió en 1932. No produjo grandes best sellers, al menos en vida, y dedicó la mitad de su existencia a una sola cosa: buscar hechos reales, en lo posible constatables, que escaparan a toda explicación lógica y científica. Fort les llamaba "hechos condenados".
Es así como en sus textos El Libro de los Condenados, Nuevas Tierras, Lo! y Talentos Salvajes encontramos hechos inverosímiles y a veces perturbadores, pero que tienen asidero en nuestra porfiada realidad.
Se le ha criticado su forma desordenada de presentar los hechos, sus conclusiones extrañas y sin asidero en el método científico y su escasa verificación de fuentes, pero lo cierto es que cada uno de los hechos recopilados pone en duda el conocimiento que tenemos de la realidad y el mundo en que vivimos.
Lluvia de ranas, escena de la película "Magnolia". New Line Cinema. |
El problema es que aparte de presentar los hechos de forma desordenada, Charles Fort a veces adelantaba algunas conclusiones… las que a veces pueden ser tomadas como bastante poco serias. Por ejemplo, decía que la Tierra no giraba y que si lo hacía, esto era una vez al año (esto lo dijo intentando explicar muchos fenómenos inusuales en el cielo). Que las lluvias inexplicables, se debían a enormes masas de agua que se mantienen a gran altura, sobre las nubes, en un lugar llamado “Genesistrina” por el mismo Fort, y que de vez en cuando deja caer parte de su carga.
Asimismo, muchos sucesos que tomó de los periódicos archivados en las bibliotecas de Nueva York, es muy posible que sean inventados. Esto, porque durante el siglo XIX, muchos corresponsales inventaban notas para que los editores de los periódicos les pagaran por ellas, las cuales muchas veces no se podían verificar, especialmente cuando los corresponsales provenían de sitios muy lejanos al periódico en cuestión; por lo que no se tiene la seguridad de cuáles hechos son ciertos y cuales inventados, al menos en esas fuentes. (Por lo mismo utilicé para esta nota, datos que él tomó de fuentes más recientes…).
Lo que pasa es que Fort era un escéptico... al extremo.
Una de las esferitas azules y gelatinosas, caidas en Inglaterra el 2012. BBC News. |
Fort se consideraba tan escéptico, pero tan escéptico, que desconfiaba de las conclusiones a las que se había llegado en su época, pues pensaba que escogían únicamente los hechos más afines a la teoría que se buscaba probar en su momento y no se consideraba justamente esta multitud de fenómenos extraños e inusuales. En ese sentido, Fort veía su trabajo como una contribución a la ciencia, al exponer multitud de fenómenos que sencillamente no habían sido considerados con anterioridad y que desafiaban (y siguen desafiando) las explicaciones usuales. Sin duda que su escepticismo le pasó la cuenta al llegar a desconfiar, incluso, del método científico, pues sus hallazgos y conclusiones están muy lejos de constituir algún tipo de sistema consistente.
A pesar del desdén y la burla con que su obra fue mirada, un año antes de su muerte, Tiffany Thayer funda la Sociedad Forteana, la que publica las 30 cajas de notas que dejó Charles Fort, a través del Fortean Society Magazine, que luego se llamaría Doubt Magazine.
Tras la muerte de Thayer en 1959, se prosigue a través de la International Fortean Organization y la revista Fortean Times (ambos siguen hasta nuestros días) y en 1996 aparece The Sourcebook Project, que es un catálogo de miles de anomalías publicadas en la literatura científica.
El trabajo de Charles H. Fort y de la Sociedad Forteana inspiró fuertemente al best seller de los años ‘60, llamado El Retorno de los Brujos, de Louis Pauwells y Charles Bergier (de hecho, le copiaron hasta el estilo de escritura), que tras su éxito arrollador, daría a luz al subgénero del “realismo fantástico” y de ahí bebería toda la futura literatura pseudocientífica, salfatesca y conspiranoica, tipo J.J. Benítez, por ejemplo.
Sin duda que las explicaciones forteanas pueden ser un poco “tiradas de las mechas”, y su legado es más que dudoso en ese aspecto. A pesar de todo ello, algunos fenómenos han seguido ocurriendo, como las lluvias inusuales, lo que de alguna manera respalda el trabajo de investigación y la copiosa cantidad de material recogido por Fort.
Dicho en otras palabras: los hechos están. Lo que no existe, es una explicación satisfactoria. Entonces, también pienso que debemos tener un poco de cuidado antes de tomarnos a la ligera y reírnos de este tipo de cosas “imposibles”: En 1768, el afamado científico Antonio Lavoisier (el mismo de la ley de la conservación de la materia), fue llamado para investigar algunas noticias muy extrañas, respecto a una piedra que cayó del cielo en el campo de Francia. Concluyó que los campesinos mentían, porque “las piedras no caen del cielo, porque el cielo no tiene piedras” .
Sencillamente no sabemos. Y mientras no sepamos, ciertamente podemos ser sorprendidos.
Casi, casi digo “La verdad está ahí afuera” ;-)