Ayer fui a comprar algunos regalos de Navidad y, después de mirar los precios de la juguetería y los libros, debo asumir con total franqueza que tuve unos instintos casi irrefrenables de mandarme un portonazo. De verdad es grosero pensar que por menos de 10 lucas es muy difícil encontrar un juguete piola en el retail y que para acceder a un libro de Star Wars hay que pensar seriamente en buscar pega en la Conmebol.
Me bajó una rebeldía profunda y mientras pensaba en temas para la columna de esta semana, se me ocurrió que deberíamos darle un giro a toda esta vorágine de gastos que lo único que lograrán es hacerme niña símbolo de DICOM. ¿Y si regalamos momentos? ¿Obsequios experienciales? Suena bien “míshtico” lo sé, pero denle una vuelta y puede ser un verdadero golazo navideño.
Regalar una experiencia no puede ser una iniciativa amateur. Se deben cumplir ciertas normas para que se note que hay compromiso, cariño y rigurosidad. Lo que se regala debe ser presentado con delicadeza: hacer un diseño atractivo, dentro de una caja bonita o con un texto entretenido atrás de una foto. Otro punto importante; el regalo debe tener fecha y hora establecida, de lo contrario es muy fácil que se diluya en la buena onda y nunca se ejecute.
Acá algunas ideas:
Más de alguna mamá hipermotivada me encontrará desnaturalizada por proponer este regalo, pero en diciembre después de actos navideños, amigas secretas, informes de notas, cierre de año laboral y todo lo que esos 365 días significan, para mí un regalo maravilloso es la SOLEDAD. El regalo consiste en que el marido sale a las 9 de la mañana con el cabrerío (el desayuno lo hace él obviamente) y vuelve a las 22:00 con todos los niños empijamados y listos para dormir. La experiencia consiste en dejarle el almuerzo listo, con un rico picoteo preparado, la película o serie favorita y muchos elementos de spa en el baño (velas con olor, revistas y aceite de oliva para el pelo). Para las más sociables, este regalo puede incluir invitar a las amigas y tener un día tranquilo, pero gozando con lo que nos gusta a las mujeres (o la mayoría de nosotras): CONVERSAR.
(Ruego al de arriba que mi compañero de isapre esté leyendo esta columna).
Aquí no vale la excusa de la plata ni el tiempo. Es muy simple, se trata de conseguir una carpa, marshmallows, una guitarra, linternas y ya está. Armar un campamento en el patio de verdad puede ser una experiencia mágica para los más chicos. La idea es simular todo lo que se haría en un lugar muy agreste e incluir el famosos “Rasguña las piedras” en el repertorio musical. Contar historias de terror y comer salchichas quemadas. Además es muy importante que no haya celulares, ni pantallas para lograr el verdadero efecto outdoor. Es algo que tengo pendiente y probablemente lo regalaré este año. Espero que sea un hit.
Mi suegra es un siete y no molesta en nada. Pero cuando mi marido ha ido sólo a su casa, siento en el aire una felicidad muy particular por tenerlo para ella sin distracciones (ósea mis 4 cabros y yo). ¡Y la entiendo! Tengo tres hombres y ya siento envidia por esas cabras afortunadas que se casarán con ellos. Entonces este es un regalo que también te puede hacer merecedora de todas la joyas de tu querida suegra; porque simplemente la harás feliz. La tarjeta debe decir: “VALE POR UN DÍA CON SU ADORADO HIJO”, con fecha y hora, en donde él la llevara a pasear, dormirá siesta con ella, la acompañará en sus hobbies favoritos y conversarán sin límites ni nueras apuradas. ¿Qué mejor? Todos felices y muchas estrellitas para ti: la mejor nuera del mundo mundial.
Siempre hay un vecino o vecina buena onda que te apañó cuando te quedaste en panne, te salvó cuando no pudiste ir a buscar a un hijo al colegio o te pasó justo ese tarro de crema que te faltaba para el postre. Entonces en vez de regalarle el típico chocolate o la botella de vino, hazte cargo de una experiencia que de verdad es un cacho par él o ella. Ofrécete por una semana a recogerle las cacas al perro o sacar la basura con alegría y entusiasmo. Ponte a rezar para que justo esa semana el can no esté con un virus o los hijos celebren su cumpleaños con los 35 compañeros de curso. Pase lo que pase, convengamos que el agradecimiento del que comparte cuadra contigo será TOTAL y te coronarás como el vecino del siglo.
El clima laboral cada día es más importante en las empresas o donde quiera que trabajes. Por ende, el espíritu navideño es una buena instancia para mejorarlo o fortalecer esos lazos tan importantes. Y siempre hay un compañero de trabajo que merece ganarse una experiencia feliz de regalo. A ese que te arregló la planilla cuando te ibas a mandar un mega condoro en el presupuesto, a esa compañera que siempre contesta el teléfono con buena disposición y a ese partner que no alega nunca por todas la veces que le robas la corchetera, ha llegado la hora de agradecerle la buena onda. ¿Cómo? En la fiesta de Navidad le pasas una tarjeta que diga “Vale por sacarte un cacho”. Él elige cuál y es como un comodín bajo la manga. Puede ser redactar un informe fomeeee, o ir a una reunión con el cliente más complicado, hasta ir a pagarle el celular. La tarjeta debe tener fecha de vencimiento, como una giftcard, así todos se obligan a cobrar el regalo.
Sé que hay muchas más iniciativas que los lectores podrían compartir con nosotros (ojalá lo hagan) pero en el fondo, el objetivo de esta líneas es llamar a rebelarse contra la exigencia de reventar las líneas de créditos y cumplir con cierto cánones de regalos. Es verdad que se puede regalar un acto o un gesto buena onda que sólo cuesta un poco de creatividad y sacrificio, pero que apuesto que nadie olvidará.