Esta semana comienza en Santiago la duodécima versión del In-Edit Nescafé, el festival de cine y documental musical que viene a empapar la ciudad con lo mejor del género en su catálogo nacional e internacional. Wilko Johnson, The Beatles, Kurt Cobain, Janis Joplin, Mauricio Redolés, Arcade Fire, Benjamin Britten y Quilapayún son solo algunos de los artistas que protagonizan estas obras, las cuales serán proyectadas durante diez días en diversas sedes.
Perfecto, habrá muchos documentales para ver, pero… ¿Por qué debería ver cine documental?
Razones para ver cine documental hay muchas. Nosotros mismos te proponemos cuatro:
En eso coinciden tanto los realizadores como la audiencia. La tecnología de nuestra época ha facilitado enormemente la creación y difusión de obras de cine documental. Esto ha permitido que muchos realizadores jóvenes puedan tomar su cámara y salir al mundo a grabar lo que quieren mostrar. Cantidad y calidad han crecido a la par en los últimos años.
Prueba de ello es el caso de Jorge Catoni, director de El Parra Menos Parra, una de las producciones destacadas de esta edición. Con una vieja cámara de fotos y una grabadora portátil, este joven artista visual se asoció con el productor Milton Izurieta y juntos realizaron este documental dedicado a conocer la figura Óscar Parra, el menor del clan de los Parra, y también el menos conocido.
A lo largo de los 42 minutos de película, los realizadores cuentan la historia y el legado del único sobreviviente, junto a Nicanor Parra, de este importante núcleo familiar. Alejado de las esferas más visibles, y evitando usar su apellido para no colgarse de la fama de sus hermanos, don Óscar construyó una sólida carrera como hombre de circo, bajo los pseudónimos de Tony Canarito y posteriormente Tata Picarón, fusionando sobre el escenario distintas dimensiones artísticas como la cueca, la picaresca, la poesía y el arte circense.
Sin nada de presupuesto, y sin intenciones más allá de que Parra pudiera dejar a su familia un registro de su historia para cuando él ya no estuviera, este documental fue lanzado hace más de un año y su éxito ha sido rotundo. Desde mayo de 2014 a la fecha, ha obtenido cinco primeros lugares en festivales de cine, sus realizadores han sido invitados a exponerlo en Europa y se ha proyectado en más de cincuenta ocasiones.
Y todo gracias a una cámara y una grabadora…
Como espectador, tienes que saber que el documental te ofrece una garantía antes de comenzar la película, y esta es que no tienes por qué estar de acuerdo con lo que la pantalla te plantea.
En sus inicios, el cine documental estaba orientado a mostrar la realidad con una ambiciosa pretensión de objetividad: el documental pretendía mostrar la realidad “tal cual como es”. Hoy, sin embargo, los documentales son hechos de modo tal, que el director ofrece su propia visión de la realidad, otorgando al espectador un rol mucho más activo, en tanto este puede “discutirle” al documental. Dicho de otra forma: el documental no pretende plantear la verdad, sino una verdad. Y si la verdad no te parece correcta, estás cordialmente invitado a rebatir, pues de hecho esa es una de las gracias: que haya reflexión y crítica.
Es lo que plantea Tomás Achurra, director de Toque De Queda. Con solo 24 años, este realizador chileno se ha dedicado con este trabajo a retratar la historia de la música chilena de la segunda mitad de la década de los ’80, escarbando en la historia de Los Prisioneros, Electrodomésticos, Aparato Raro y UPA!, entre muchos otros.
“El cine documental genera una retroalimentación cultural, te deja algo. Te invita a la reflexión. En ese sentido, mi trabajo no busca objetividad, porque yo no creo que eso sea posible, así que no me caliento la cabeza pretendiendo ser objetivo e imparcial. En Toque De Queda no hay un tratamiento televisivo de la información: la gente se puede encontrar directamente con los protagonistas, casi como hablando con ellos. Y eso es lo que la lleva hoy: el documental de hoy no busca caer en gracia con todo el público.”
La posibilidad que da el documental de apuntar a contenidos demasiado específicos como para los medios masivos, o demasiado polémicos como para mostrarse en televisión, sumado a las posibilidades técnicas de nuestros tiempos, lo hace un formato cinematográfico en constante reinvención. No se adapta el contenido ni se le reduce a un solo formato, sino todo lo contrario: es el formato el que se adapta según el contenido.
Así, en In-Edit podemos encontrarnos, por ejemplo, con micrometrajes como Ariskogatos (dirigido por David Hales), que en breves catorce minutos nos cuenta de la banda de swing que tiene a medio Santiago moviendo la patita gracias a sus constantes intervenciones musicales en los vagones del metro, así como con largometrajes del nivel de Cobain: Montage of Heck (dirigido por Brett Morgen), el aplaudido documental que en más de dos horas de película nos muestra el mundo interior de Kurt Cobain, complementando el testimonio de sus cercanos, con el relato de vida que dejó en escritos y dibujos.
Estamos en una época en la que cualquier cosa que se nos ocurra puede ser (y de seguro, ya es) objeto de un documental. Y eso es genial.
El ejercicio de investigación que implica realizar un documental, no se reduce a leer un par de libros y buscar información en Wikipedia. Existe detrás de cada minuto de película un trabajo exhaustivo de preservación de archivos y memorias, sea para preservar el pasado en el presente, o para dar testimonio del presente en el futuro.
En el caso de Catoni, el ejercicio testimonial fue fundamental en su trabajo. Según él mismo nos cuenta:
“Nosotros hicimos un rescate de la obra de Óscar Parra, con material inédito y registros súper antiguos. Incluso recuperamos unos vinilos que grabó en 1967, cuando su hermana Violeta lo convenció de que tenía que registrar sus canciones. Ese rescate es parte súper importante de este documental y de hecho, creo que lo hace un material de interés para cualquier chileno.”
Mismo ejercicio es el que han realizado documentales como la serie Nuestro Siglo, que a fines de los ’90 resumió década por década el siglo XX, con la finalidad de servir como material de estudio para las nuevas generaciones, o los diversos documentales realizados sobre la dictadura en Chile, como La Batalla de Chile de Patricio Guzmán o La Ciudad de los Fotógrafos, de Sebastián Moreno, que han servido para conservar registros históricos de valor inmenso para la preservación y reparación de nuestra memoria como país. Como dice Patricio Guzmán: “un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotografías”.
El programa del festival comienza este jueves 3 de diciembre con una función inaugural en el Teatro Nescafé De Las Artes, y durará hasta el domingo 13 de este mes.
Además de la exhibición de películas y documentales, el Festival contará la visita estelar de Tony Palmer, destacado realizador y cineasta británico. Entre las actividades en las que participará, se encuentran la exhibición de diez películas de su autoría, una clase magistral y un homenaje que la organización le ofrecerá en reconocimiento a su trayectoria.
Las actividades se repartirán entre cinco locaciones: el GAM, el Cine UC, el Teatro Nescafé De Las Artes, el Cinearte Alameda y el Parque De Las Esculturas. Los precios de las entradas van de cero a $3.000 por función, y el único abono que no está agotado, es el abono TNA, que permite acceso a todas las funciones del Teatro Nescafé De Las Artes. El valor de éste es de $10.000.
Para conocer toda la parrilla de películas y documentales, entra aquí.
Y atención Concepción: ¡en mayo de 2016 el festival estará visitando su ciudad!