Quiero sacarle punta a un asunto “no menor” –como dicen los abogados– y que tiene a millones de personas enganchadas a una de las drogas más adictivas del último tiempo: las series. Netflix, hoy por hoy, es el nuevo Pablo Escobar… y Torrent la versión audiovisual del narcotráfico.
Las series, de la misma forma en que se diferencias las marcas de tabaco o las cepas de marihuana, poseen diferentes ingredientes. Componentes, como la nicotina o el THC, responsables de esa ansiedad que sentimos por seguir consumiendo. ¿Nunca te has pegado una maratón de tu serie favorita?, ¿cuándo fue la última vez que te dormiste de madrugada por culpa de tu adicción?
Quiero poner bajo lupa algunas series que, en lo personal, me han significado algún grado de dependencia. Mi intención –al más puro estilo de los cigarrillos electrónicos- es detectar dónde está el ingrediente adictivo… para poder encontrarlo en su estado más puro, y drogarme entonces a granel, y no en pequeñas dosis.
Por estos días, por ejemplo, estoy pegado a “Gran Hotel”. Voy en su tercera y última temporada. No puedo dejar de verla, y siempre estoy pensando en el momento en que seguiré avanzando en la historia. ¿Lo que más me quita el sueño? El AMOR entre Julio y Alicia, los protagonistas, quienes viven un romance como los de antaño, romántico, cómplice, capaz de romper con prejuicios (él es un sirviente, ella hija de una familia millonaria). La trama, además, está cargada de SUSPENSO.
Otra serie que me atrapó: “Parks and Recreation”. Su protagonista, Leslie Knope, es la subdirectora de un departamento municipal. Encarna a una funcionaria pública proactiva y honrada, que quiere sacar adelante a su pueblo… y llegar algún día a ser Presidenta de Estados Unidos. Es de las pocas series que me han hecho reír a carcajadas. Creo, en ese sentido, que aquí es el HUMOR el ingrediente adictivo.
Hay otras dos series que, cada una a su manera retrata la incondicionalidad que poseen las relaciones familiares. En “Breaking Bad” es Walter White el encargado de sostener el argumento: hace todo lo que estén en sus manos por sacar adelante a su mujer e hijos. Y en “Bloodline” es John Rayburn el responsable de salvar a su madre y hermanos de una horrible amenaza. Tanto John como Walter demuestran –aunque de una manera condenable y muy poco ortodoxa- que la FAMILIA está primero.
Estarán de acuerdo conmigo que “Friends”, en mayor o menor medida, nos enseñó a hacer y cultivar amigos. Fue con Rachel, Monica, Phoebe, Joey, Chandler y Ross que aprendimos que el “bullying” puede ser una demostración de cariño, que escuchar al otro es a veces el mejor regalo, que con los amigos uno puede ser 100% auténtico… y que no hay nada malo en pedir perdón, todo lo contrario. Fueron 258 capítulos cuyo contenido adictivo era precisamente ese: la AMISTAD (como el propio nombre de la serie lo subraya).
Asimismo, hace poco conocí a los integrantes de “Modern family”. Me cautivó la inteligencia con que logran hacer de la DIVERSIDAD un valor positivo, atractivo, que merece un lugar privilegiado en nuestras vidas. Todo, además, narrado como comedia, con personajes entrañables, absurdos, torpes y bienintencionados.
¿A qué voy con todo esto? A que a veces las series nos gustan porque en ellas encontramos cosas que no tenemos en nuestra vida diaria… o si las tenemos, nos hace falta inspiración para valorarlas y sacarles lustre.¿Cómo cultivamos el amor?, ¿tiene algo de suspenso nuestra agenda?, ¿qué espacio le damos a las amistades?, ¿y a la familia?, ¿qué lugar ocupa el humor en nuestras vidas?, ¿hacemos de la diversidad un criterio al momento de buscar opiniones?
Quizás parezca una invitación naif, pero considero que hasta puede resultar entretenido: vivir la vida como si fuese una serie de TV. Cada día un capítulo, cada año nuevo un fin de temporada. El casting ya está elegido, el argumento lo escribimos nosotros. ¿Por qué nos convertimos en adictos a las series de TV? Respondo ahora la pregunta: Porque quizás no estamos viviendo nuestra vida con esa misma pasión con que los guionistas de Hollywood hacen su trabajo. Vivamos la vida en serio. En serie.