¿Eres de los que ya no sintonizan noticiarios porque son puras malas noticias? ¿Te aburriste de ver reportajes de media hora sobre asaltos? ¿Sientes que los diarios dedican demasiadas páginas a las catástrofes? Bueno, ciertamente no estás solo y tienes argumentos para pensar así. Año a año, el CNTV recibe miles de reclamos contra programas de televisión por informar con sensacionalismo y vulnerar la dignidad de las personas. Por su parte, según un estudio de la U. Diego Portales y la Fundación Superación de la Pobreza, los noticiarios le dedican 29% de su tiempo a las tragedias, accidentes y desastres naturales y 21% a la delincuencia.
Ahora, ¿eres de los que ha publicado en el muro de Facebook una noticia sobre delincuencia? ¿has compartido en tus grupos de whatsapp el audio de una víctima? ¿twitteaste sobre "el cuento del tío" o "secuestro" del estudiante de leyes? No resulta tan distinto a lo que hacen los medios, cuando no hay una investigación seria detrás.
La discusión no va por el lado de si mostrar o no la realidad. De hecho, uno de los grandes beneficios que nos trajeron las redes sociales, es que la ciudadanía ahora tiene voz respecto a los temas que nos preocupan, y la delincuencia claramente es uno de ellos. Según la última CEP, el primer problema que debe solucionar el gobierno es ese. El asunto está en cómo damos a conocer esa preocupación y cuán en serio nos tomamos la información que replicamos.
Lo primero, es ponernos en contexto. En los último cinco años, el índice de victimización, ha bajado un 3,2%, llegando a que uno de cada cuatro chilenos dice haber sido víctima de la delincuencia el 2014 (Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana). Sin embargo, en el mismo periodo de tiempo, la percepción de alto riesgo aumentó en 20 ptos., alcanzando un 79,9% (Enusc). ¿Quizá ahora se corre la voz porque son más violentos? Depende. Hay una disminución de un 3,3% en los delitos violentos y 0,4% en los delitos contra la propiedad, mientras que hay un aumento en los robos con fuerza (6,8%) y los con intimidación (4,7%), según cifras de Carabineros de Chile.
Lo segundo, cuestionar la información. Es irónico ver como la mayoría las instituciones atraviesan una crisis de credibilidad, pero lo que se comparte en las redes sociales se toma como cierto sin cuestionamiento. El más claro ejemplo fue el mensaje sobre el supuesto paro de los transportistas subcontratados de Copec, que finalmente, nunca fue. Cuando nos dedicamos a esparcir noticias alarmistas sin tomarle el peso, no nos diferenciamos tanto a un noticiario sensacionalista y por sobre cualquier otro objetivo, lo que logramos es contribuir a un ambiente de desconfianza y alterar negativamente el estado de ánimo de quienes nos rodean. Con las redes sociales, todos nos volvimos medios de comunicación en sí mismos, y por ende, debemos ser responsables de lo que compartimos. Ahora nosotros también tenemos espectadores.
Michelle Gielan fue durante años reportera del CBS News. Le tocaba cubrir lo clásico: desastres naturales, recesión económica, funerales de soldados, etc. Un día, se cansó de la manera en que se contaban las historias. Quería hacer algo para que al presentar una noticia –fuera negativa o positiva–, generara un valor agregado en el espectador al largo plazo, que construyera algo.
Gielan se inscribió en la Universidad de Pennsylvania y estudió con Martin Seligman, uno de los grandes nombres de la sicología positiva. Estando ahí, se dio cuenta que el problema de los noticiarios, era que transmiten constantemente mensajes de que el mundo es extremadamente peligroso, y la manera en que presentan la información, da la sensación que no importa lo que nosotros hagamos al respecto, todo irá de mal en peor. El problema no era el tipo de noticias que se cubrían, sino la forma en que se hacía: desde la desesperanza, desde lo negativo, desde el sensacionalismo. Las noticias alimentan la máquina de indignación, pero no entregan potenciales soluciones, por lo que en vez de empoderar a la sociedad, la paralizan en un estado de miedo e impotencia.
Luego de la investigación en la universidad, que derivó en un libro llamado "Broadcasting Happiness", Gielan se ha dedicado a demostrar a través de sus estudios, que las noticias negativas, con un enfoque optimista, venden más que las que solo comunican la mala noticia. Esto, en respuesta al clásico argumento de los medios de que lo malo "es lo que vende".
También, la investigación de seis años de la periodista, reveló cómo el enfoque optimista o pesimista en las noticias afecta al estado de ánimo de la audiencia, incluso varias horas después. Gielan, asociada al Huffington Post, hizo un estudio sobre el impacto que tiene ver noticias negativas en la mañana. Solo tres minutos de estas, provocó que el 27% de los espectadores asegurara ocho horas después, que tuvo un mal día, mientras que los que vieron la misma cantidad de noticias positivas, solo un 12% contestó eso.
Según la investigación de Gielan, los lectores que acceden a noticias, ya sean positivas o negativas, pero con una solución o enfoque optimista, son más propensos a compartirlas por las redes sociales. Entonces ¿por qué no sumarnos a eso? No sigamos alimentando el miedo, que pareciera estar bastante cómodo entre nosotros, mejor busquemos qué se está haciendo bien y corramos la voz de que hay formas de enfrentar el problema.
Ojalá todos los que han compartido lo que le pasó a la prima de la tía, publicaran también la entrada en vigencia de los globos aerostáticos en Las Condes y Lo Barnechea, que permite a través de televigilencia, cubrir grandes terrenos comunales desde las alturas. O los proyectos que ha hecho la Asociación de Municipios de Territorio Laja Diguillín, que van desde infraestructura deportiva hasta charlas de expertos en seguridad. Ojalá que los que se informan por whatsapp, hayan leído las claves de la Ley Corta Contra de la Delincuencia, o apoyen de alguna manera a iniciativas como Proyecto B o Reinventarse, que capacitan y dan trabajo a ex delincuentes para que reinsertarlos realmente en la sociedad.
Sigamos informando a nuestros cercanos, pero cuestionemos lo que nos llega, y compartamos también el cómo solucionar los problemas para que realmente haya un cambio, que no solo sea desconfiar de cada persona que no conocemos y caminar asustados por la vida.