Dicen que la música puede cambiar vidas. Un riff de guitarra que llegue al corazón, una letra precisa que inspire nuestros pensamientos o una actitud que remueva la forma en cómo pensamos. Para mí David Bowie hizo todo eso con sus canciones, pero también logró algo mucho más importante. Sin siquiera saberlo, el Duque Blanco fue la fuente de inspiración para una idea que hoy ha transformado la realidad educacional de cientos de jóvenes en Chile y otros países a través de Lumni, una empresa B que ha decidido apostar en buenas personas como una verdadera inversión. Así, literalmente.

Cuando Miguel Palacios, un emprendedor colombiano, supo que a David Bowie se le había ocurrido vender bonos de sus futuras canciones y trabajos generando más de 50 millones de dólares, algo brilló en su cabeza y decidió hacer lo mismo apostando por la educación. Así generó en Chile junto a otro socio y un grupo de interesados Lumni, una administradora de fondos de inversión en capital humano que entrega oportunidades de financiamiento a estudiantes talentosos y de escasos recursos para cubrir parte de sus estudios (arancel, matrícula, mantención), en función de su potencial para generar ingresos futuros. Una buena idea que hoy ya lleva más de 2.000 estudiantes financiados, sobre 25 millones de dólares en inversiones comprometidas y la atención de varios medios internacionales y nacionales que aplauden la iniciativa, como The Economist, New York Times o el propio Definido.

Una apuesta que tiene un foco que va más allá de lo innovador y que apela a la capacidad de confiar e invertir en lo más esencial de nuestra economía e incluso de nuestra sociedad: las propias personas. Tomando un modelo que puede ser exitoso en las finanzas y los ejercicios de rentabilidad, se incluye el factor humano y todas sus potencialidades para invertir en ellas. Tal como lo hizo Bowie hace algunos años invitando a apostar en sí mismo.

Una mirada que remueve el formato tradicional de los créditos y también de las herramientas financieras de inversiones que hoy pueden existir en el mercado, llevando –o más bien trayendo de vuelta- los mecanismos económicos a lo esencial, a las personas. Sin duda un capital de riesgo, pero que se basa en el capital humano más profundo y comprometido. Tanto así que la tasa de respuesta y pago de los alumnos es sobresaliente y exitosa, haciendo que el modelo sea rentable y que hoy se haya replicado en Colombia, Perú, México y Estados Unidos. Una idea sin límites, brillante y de cambio que está dejando una importante huella, tal como proponía el propio David Bowie en su himno Changes.